Este 12 de octubre se conmemora con el FMI tomando control de nuestras finanzas, bajo la excusa de resolver la crisis económica- así como los conquistadores decían que venían a traer civilización a este continente- solo para tomar posesión de nuestra economía y recursos. Pero a diferencia de esos colonizadores del capitalismo naciente; que junto a su destrucción trajeron los adelantos tecnológicos, científicos y de calidad de vida necesarios para multiplicar sus propias ganancias; el capitalismo decadente del FMI no nos va a dejar nada rescatable: solo tierra arrasada.
Para poder llevar a cabo este saqueo, las potencias que tratan de colonizarnos se apoyan en la clase dirigente nacida del sometimiento de nuestro continente, que vive de las migas del vaciamiento de sus países: la burguesía, las grandes patronales de nuestros países. Esa es la clase social a la que han venido respondiendo todos los gobiernos hasta la fecha, y que ha perpetuado la postración de nuestro continente
De Colón a Lagarde
Si bien estos sectores se unieron a la lucha por la independencia cuando los virreinatos se transformaron en un obstáculo para sus negocios; no pasó mucho tiempo hasta que encontraran nuevos amos extranjeros a quienes servir: potencias que pasaron de aprovecharse de nuestras naciones mediante el comercio, a exprimirlas mediante préstamos impagables e “inversiones” usureras que fueron acabando con nuestra soberanía hasta llevarnos al punto en el que nos encontramos hoy: a las puertas de una verdadera “recolonización”; que ha dado un gran paso con los cambios en el Banco Central.
Y es que la crisis del capitalismo lo lleva a actuar en su decadencia como lo hiciera en sus orígenes, exprimiendo continentes enteros en su búsqueda brutal de ganancias. Solo que esta vez no nos lleva al avance de la ciencia, la tecnología o la calidad de vida; sino a la barbarie.
Revolución o colonia
De este modo, ninguno de los actuales sectores dirigentes nos puede liberar del imperialismo, por pertenecer a una clase social cuya razón de ser es la entrega de nuestros países. Solo los trabajadores y el pueblo pobre podemos lograr tal liberación, para lo cual tenemos que arrebatar el poder a los lacayos del capital extranjero. Y a diferencia de la heroica resistencia aborigen (que pese a lo que indica la creencia de la superioridad militar europea, mantuvo a raya a los conquistadores durante siglos), en lugar de hacerlo país por país, debemos luchar unidos, no solo los obreros de toda nuestra región sino los de todo el mundo. Solo así podemos evitar el desastre al que nos lleva el capitalismo.
Pero la salida no es volver atrás la historia, a los imperios inca o azteca; o a las tribus aisladas. Porque pese a la destrucción, la conquista de América permitió que la humanidad avanzara, al unir el planeta en una sola economía. Y sobre esa base debemos partir para construir un mundo nuevo, libre de las injusticias y atrocidades del capitalismo, construyendo una sociedad en la que la economía esté puesta al servicio de las necesidades de toda la humanidad y no solo de la codicia de un puñado de poderosos. Esa es la única manera de reparar el daño causado en estos cinco siglos