Este año comenzó con un potente y masivo paro, solo comparable con las memorables jornadas del maestrazo del año 88. La diferencia es, que en ese momento la burocracia de la Lista Celeste rompió los viejos sindicatos atomizados y con la bandera del sindicato único se apropió de la dirección de la CTERA, fundó el SUTEBA y más adelante, ya con el menemismo, fundó la CTA, hegemonizando su dirección a costa de barrer a las direcciones de izquierda. Actualmente se da un proceso contrario con la ruptura de los docentes con la dirección Celeste y con el ascenso de la izquierda que ganó 7 seccionales en Buenos Aires.
El salto inflacionario de los últimos meses del 2013, con paros de UDOCBA que tuvieron acatamiento masivo, el triunfo de la Multicolor y un ascenso del movimiento obrero que se expresó en las nuevas comisiones internas antiburocráticas, fueron el caldo de cultivo del conflicto de principio de año. Sumando a esto la crisis política del gobierno de Cristina y la ruptura de grandes sectores del movimiento de masas que se expresaron electoralmente con la derrota del kirchnerismo y el importante ascenso del Frente de Izquierda.
La falta de respuesta a los reclamos de aumento de los sueldos estatales, el fracaso de la paritaria nacional y la convocatoria del arco opositor nacional dejaron entre la espada y la pared a la burocracia que llamó entonces al no inicio. El conflicto no era de la provincia de Buenos Aires, no era de las provincias que cada una por su lado no empezó las clases, fue un conflicto nacional que la CTERA se encargó de no unificar y así con luchas aisladas por provincia, cerró las puertas de un posible triunfo.
El paro bonaerense fue masivo con grandes movilizaciones antiburocráticas y autoconvocadas y con un eje político claro: la pelea era contra el Gobierno Nacional. Éste fue un conflicto de la base, con reuniones con padres, por escuela, por zona, con un alcance que superó a todas las direcciones y aparatos, con actos y marchas espontáneas hasta en los pueblos más remotos de la provincia. Compañeras que nunca habían participado, se movilizaron y le dieron color y entusiasmo al conflicto, maestras de primaria y jardineras, que con el azul cuadrille mezclado con el guardapolvo blanco al grito de “a ver Cristina”, grito de batalla del conflicto, le dieron un tinte político que lo hizo inolvidable para los que participamos y llenó de asombro a millones de trabajadores que lo vieron por TV.
Pero no alcanzó, después de 17 días la oposición no pudo colocarse como dirección de ese proceso y el cansancio empezó a hacer caer el conflicto, así la Celeste de Baradel y la FEB levantaron el paro con puras promesas y un salario que quedó a la baja por tercer año consecutivo aunque disfrazado con argumentos confusos y mentirosos. Contradictoriamente, la vuelta al trabajo no fue con la cabeza baja de la derrota, cada maestra con la mirada bien alta decía: esto lo hicimos nosotras y con orgullo; asimismo, una mayoría comprendió la traición del SUTEBA y la CTERA.
Con orgullo e inflando el pecho los compañeros del Frente Índigo, estuvimos adelante de la lucha, en las movilizaciones, en las asambleas, en las marchas, pero sobre todo dando una batalla para que no abandonemos a las escuelas, para que la voz del conjunto se exprese, para que exista verdadera democracia, no formal, sino democracia de base. Así dimos en asambleas y plenarios provinciales la batalla contra la “democracia de los activistas, de los que luchan”, blandiendo la bandera de que los pasos a seguir los tenemos que decidir entre todos, nada a espaldas de la base que con su fuerza todos los días nos daba una lección.
Pero no todas las tendencias de la Multicolor lo entendieron así, mientras el Gobierno se endurece y nos quiere torcer el brazo económicamente, mientras impone a toda costa reformas educativas que destrozan la escuela pública estatal y gratuita, las corrientes que integran el FIT y la Multicolor se debaten en discusiones y divisiones en las que el gran ausente son los trabajadores de la educación.
Estas discusiones de aparato son las que llevaron a Izquierda Socialista a presentar lista aparte en Neuquén, concretando una derrota en un sindicato que es faro de todos los luchadores, y la interna por un diputado o por un proyecto de ley pone en crisis a la Multicolor nacional en un momento en que el Gobierno impone el mayor ataque a la escuela pública, posiblemente de toda su historia.
La base nos da un ejemplo, no se fue con el Gobierno ni con la Celeste, que cada vez se aleja más de las masas, la base quiere defender su escuela, no quieren ser trabajadores precarizados ni tener a los punteros como jefes como en los planes Fines, quieren una escuela que sea constructora de conocimiento y no de contención de los sectores más marginales. Desde el PSTU y el Frente Índigo no queremos que la clase obrera siga reduciendo su salario al tener que pagar la escuela privada para sus hijos, no queremos una escuela estatal que determine que millones de chicos tiene que ser marginales y pobres de por vida. La fuerza y la bronca de la gloriosa huelga de los 17 días siguen, así como el deseo de luchar. Por eso nos comprometemos a dar todas las discusiones y batallas necesarias para que junto a las bases logremos que la multicolor abandone sus vicios sectarios y oportunistas y cumpla con su tarea, ponerse a la cabeza de la necesaria lucha que nos espera el próximo año y así echar a la burocracia de la Provincia de Buenos Aires y de la CTERA, para recuperar la educación pública de calidad para el pueblo trabajador.