El 2018 comenzó agitado, dando muestra de lo que el resto del año promete ser. Si hay algo que quedó claro en las jornadas del diciembre pasado contra la Reforma Previsional fue la predisposición de los trabajadores a enfrentar el plan de ajuste del Gobierno, aún a pesar de la tibieza o traición directa de las direcciones sindicales. Este 21 de febrero tendremos una nueva oportunidad de organizarnos desde nuestros lugares de trabajo para arrancarles a los dirigentes un Paro Nacional que sea el inicio de un verdadero Plan de Lucha para derrotar al gobierno de Macri y los empresarios.
Las cuentas no cierran. El déficit con el que cerró el 2017 se eleva a niveles históricos. La inflación y el dólar siguen subiendo y con ellos el malestar que genera que nuestro salario alcance cada vez para menos.
La imagen del gobierno cae por tercer mes consecutivo, es que por más medidas que intenten “quedar bien” (como la de sacar a los familiares de los organismos públicos), los 7000 despidos que hubo solo en enero y tarifazos duelen en lo más hondo de nuestras familias.
El Gobierno está preocupado, no por el aumento de la pobreza (….), eso está claro que no le importa, sino porque necesita avanzar con su plan y demostrarles a sus amos imperialistas y las multinacionales que puede controlar la situación, que puede reventar las conquistas de la clase obrera argentina y hacer del nuestro un país atractivo para invertir por sus bajos salarios y terribles condiciones laborales.
Pero no le está resultando fácil la reforma laboral que iba a ser tratada en diciembre, pasó para febrero, luego para marzo y, ahora, parece que pretenderán aplicarla por partes. Es que luego de diciembre, ni la CGT (que había consensuado el proyecto) promete bancarlo.
El hecho de que el Gobierno se encuentre con la resistencia de los trabajadores como obstáculo a su plan explica que intensifique la represión y persecución a los luchadores para intentar aplacar la protesta social.
Defendernos con uñas y dientes
La muestra de que vamos a defendernos con uñas y dientes del hambre al que nos quieren condenar no quedó solo en diciembre. Enero fue un reguero de conflictos en todo el país de defensa de los puestos de trabajo, que incluyen en algunos casos puebladas como hace tiempo no se veían. (Ver páginas 4 y 5).
El ejemplo más claro es el de los mineros de Río Turbio que con apoyo de toda la población ocupan la mina, y no se dejan atemorizar por las amenazas de represión, organizándose para repeler a la Gendarmería si llega a aparecer.
Por otro lado, empiezan los primeros conflictos por salario, frente al techo salarial del paupérrimo 9 o 10% que quieren imponer. Ya salieron los bancarios y se preparan los docentes para encarar un nuevo conflicto testigo.
Los dirigentes algo tienen que hacer
Ese reguero de luchas y la bronca que crece, junto con los aprietes judiciales por los casos de corrupción (ver página 7), son lo que obligan a que parte importante de la CGT, encabezada por Moyano, la Corriente Federal y las CTAs llamen a una movilización para el día 21 de febrero en la 9 de Julio. Por primera vez, luego de diciembre, las centrales (aun con un sector importante de la CGT en contra) llaman a confluir en una movilización y se nos presenta la oportunidad de unir allí en los hechos todas las luchas.
Sin embargo, este hecho muy positivo no nos puede hacer perder de vista que la movilización, para que sea realmente fuerte y golpee al Gobierno y las patronales, tiene que ser con Paro total de todos los sectores. Moyano, Yasky, Palazzo, y Michelli tendrían que dejarse de hacer declaraciones contundentes y hacer acciones contundentes. Su tibieza lo único que hace es darle aire al Gobierno para que avance, tenemos que obligarlos a llamar al Paro, aunque está visto que no son sus intenciones.
Unidad para pelear
No podemos permitir que los dirigentes nos dividan por sus intereses mezquinos. Tenemos que unir todas las luchas y todos los sectores, Bancarios hace Paro Nacional el 9, ATE el 15, hay que apoyar esas acciones, pero además parar todos juntos el 21, en cada lugar de trabajo tenemos que hacer asambleas y organizarnos para obligar a parar a los dirigentes.
Tampoco podemos permitir que los burócratas sigan decidiendo por todos nosotros, varios gremios anunciaron que no se movilizarán ¿Los trabajadores que están en esos gremios tienen que quedarse en sus trabajos ese día? De ninguna manera, tenemos que organizarnos en cada fábrica o dependencia para poder participar, como decidieron en noviembre y diciembre los obreros de Fel Fort y Tromba, que fueron a las movilizaciones a pesar que ni la Alimentación ni la UOM convocaban.
Para dar verdadera continuidad a la lucha tenemos que coordinar por zona o región los conflictos en curso, como hicieron por ejemplo en Río Turbio. Lo que los dirigentes dividen por arriba, tenemos que unificarlo por abajo y en la calle.
Paro General y Plan de Lucha
El 21 no puede quedar ahí, tiene que ser el puntapié inicial para convocar a un Paro General activo y de un Plan de Lucha verdadero contra los despidos, contra el techo salarial, por derrotar las reformas del Gobierno y contra la represión y persecución a los luchadores.
Y si los dirigentes no quieren hacerlo, tenemos que obligarlos como hicimos el 7 de marzo. Con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes es más actual que nunca.
Macri se tiene que ir
Tanto los dirigentes sindicales como los dirigentes políticos opositores, como los del kirchnerismo, depositan la estrategia de cambio en las elecciones del 2019 y no se cansan de decir que quieren que Macri termine su mandato.
Cada día del gobierno de Macri es más hambre y miseria para los trabajadores, desde el PSTU creemos que no tenemos nada que esperar. Macri se tiene que ir, y tenemos que echarlo con la movilización como hicimos con De la Rúa en 2001.
Pero tenemos que echarlo no para que vuelva Cristina o el PJ, que con sus años de gobierno ya demostraron lo que son, sino para imponer un Gobierno Obrero y Popular, que rompa con el FMI y la sumisión al imperialismo, y que verdaderamente organice la sociedad de forma socialista, al servicio de las necesidades de la mayoría de la población y no de las ganancias de unos pocos.