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3J: VIOLENCIAS CONTRA LA MADRE TRABAJADORA Y LAS POLÍTICAS DEL GOBIERNO

EL PROYECTO “CUIDAR EN IGUALDAD”

Hace pocos días recibimos la noticia del proyecto “Cuidar en Igualdad” que elevará el Presidente al Congreso para atacar según él, el corazón de la desigualdad entre los géneros”, que serían las tareas de cuidado. Propone crear un “Sistema Integral de Cuidados de Argentina con perspectiva de género (SINCA) y la modificación del régimen de licencias ampliando los derechos en los sectores público y privado para lxs trabajadores gestantes, no gestantes y adoptantes” (argentina.gob.ar)

A nosotras, mujeres trabajadoras, este 3J nos encuentra más pobres, como al 50 % del país, con un índice de femicidios que no para de subir, violadores y femicidas sueltos o con penas reducidas, con los agentes de trata de personas secuestrando en la impunidad a todo vapor, con mayor esclavización del trabajo no registrado e ilegal en las zonas rurales, del interior y/o periféricas del conurbano, todo esto amplificado para la mujer inmigrante, de pueblos originarios, LGBTI.

En fin, todos estos “olvidos” y ataques por parte del Gobierno y el Estado muestran que pesa más que “Cuidar en Igualdad”,  la desigualdad salarial ( 35 % menor que el varón), la desigualdad por falta de oferta laboral en la industria para las mujeres, la desigualdad en la política empresarial de no tomar mujeres con hijes, o de despedirlas cuando quedan embarazadas, la desigualdad cuando hay separación y el Salario Familiar lo sigue cobrando el padre, aunque los hijes vivan con la madre (con frecuencia ésta no consigue la cuota alimentaria de parte del padre, o si llega a algún “acuerdo” es simbólico el aporte), la desigualdad de la trabajadora rural (peona) con hijes y muchas otras situaciones de violencia doméstica y estatal  para las que no nos brindan salida individual ni social.

Frente a este panorama de penurias y desigualdad, el proyecto gubernamental es un conjunto de vagas formulaciones encabezadas por generalidades como “fijar objetivos, promover, fortalecer”. 

Lo más concreto es la propuesta de extensión de las licencias por nacimiento y la creación de licencias por adopción. Además, se introduce un criterio inclusivo: el concepto de madre se sustituye por “persona gestante” y el de padre por “persona no gestante”. En este último caso, haría la diferencia, ya que hoy la licencia por paternidad es de 2 días y el proyecto prevé, para las personas no gestantes, 15 días para el primer año de vigencia de la Ley, 30 días para el segundo, 45 días para el tercero, 60 días para el cuarto y 90 días a los 8 años de su aprobación.  En el caso de las personas gestantes llevaría los 90 días a 126 días, también progresivos y en 4 años. 

Estas medidas serían para les trabajadores en relación de dependencia y contemplarían a monotributistas, monotributistas sociales y autónomos. Sin embargo, quedarían fuera les trabajadores precarizados, los sectores más desprotegidos. 

Para colmo, el plan se ufana de no implicar ningún aumento de costos para los empleadores, ya que las extensiones de licencias o nuevas licencias serían financiadas por la Seguridad Social. Quiere decir que si se aprobara el proyecto tal como se envió al Congreso, ni siquiera las empresas y bancos multinacionales, las grandes alimenticias y laboratorios, todos los que embolsaron billetes a dos manos durante la pandemia y nos asfixian con los aumentos de precios, deberían sacar plata extra de sus bolsillos: recibirían la ayuda de ANSES, mientras quienes realmente necesitan el auxilio del Estado quedarían a la deriva. 

 

 

EL DECRETO 144/22

En el mismo sentido, el 22 de marzo de este año el Gobierno reglamentó  el artículo 179 de la Ley  20744 de Contrato de Trabajo, de 1976, a través del Decreto 144/22, ( por una sentencia en que la Corte Suprema de Justicia intimó al PEN a reglamentar en un plazo de 90 días hábiles el artículo arriba mencionado  y sus modificaciones según la normativa de hoy), imponiendo a establecimientos que cuenten con 100 o más de 100 trabajadores/as,  “a habilitar guardería durante la jornada de trabajo para niños y niñas de 45 días a 3 años”. Esta obligación no sería sólo para la empresa principal, sino también para las que presten servicio en el establecimiento (contratistas). Faculta a las empresas, principalmente contratistas y de teletrabajo, a abonar un monto de reintegro no inferior al 40 % del salario mensual correspondiente a la categoría “Asistencia y cuidado de personas” o el monto efectivamente gastado en caso de que éste sea menor, en lugar de la guardería. Tendrán posibilidad de ubicar la guardería a una distancia no mayor de 2 km de la empresa y habría un período de gracia de 1 año para implementar el servicio. 

Esta conquista retirada por años, es un avance, pero tenemos que desenmascarar su lado contradictorio, ya que hoy existen empresas que pagan Bonificación por Guardería hasta los 6 años y con la citada reglamentación estarían amparadas para reducirla hasta los 3 años, caso en que perderíamos una parte importante del derecho reclamado. Tenemos el ejemplo de Unilever (multinacional británica en Pilar), donde tenían guardería en la fábrica hasta los 6 años y la cerraron; ahora pagan una bonificación de 23000 pesos, sólo hasta los 3 años, y además despidieron a las empleadas de la guardería. 

En referencia a este Decreto, no sólo debemos denunciar todos los recortes que harían en innumerables empresas, sino también exigir ampliar la edad de les niñes y que se acondicionen espacios especiales para el amamantamiento o la extracción de leche materna en horario de trabajo (lactarios), para que de verdad la madre pueda trabajar. Asimismo, tendría que extenderse a los barrios obreros para quienes trabajan en empresas menores de 100 trabajadores y/o en la informalidad, que es lo más corriente en los sectores populares, como también a estudiantes de nivel secundario, terciario y universitario.

 

POR UN VERDADERO PLAN INTEGRAL DE CUIDADOS: 

AUTO ORGANIZARNOS Y PELEAR DESDE ABAJO

¿Significa que rechazamos o no valoramos estas conquistas?

Desde ya que no. Y las llamamos conquistas porque tanto la reglamentación del artículo 179 (guarderías), como la Ley de Contrato de Trabajo de 1976 fueron por una larga lucha de las trabajadoras y trabajadores. Debatimos y seguiremos exigiendo y luchando por el cumplimiento y ampliación de estos derechos, postergados en la mayoría de los casos, tanto en el ámbito estatal como en el privado, desde hace 46 años (y reglamentado en marzo con todas las facilidades para las empresas). Lo mismo aplicaría a la extensión de la licencia a personas gestantes y no gestantes (antes maternidad/paternidad), en caso de que se votara el proyecto.

Subrayamos “no solo exigiendo sino luchando”, porque se devela ahora que este artículo votado por Ley desde 1976, estuvo cajoneado, al no ser reglamentado. Por lo tanto, las empresas no estaban obligadas a aplicarlo y no recibieron siquiera una advertencia. En cambio, les trabajadores que luchamos por éstos y otros derechos sufrimos represión, persecución y cárcel. Aquí se demuestra, una vez más, la parcialidad de la justicia patronal. Y que lo que no imponemos con movilización, no lo cumplen, como está ocurriendo con la legalización del aborto y el cupo laboral travesti-trans. 

¿Por qué decimos que son medidas insuficientes?

Como decíamos al inicio el “corazón de nuestra desigualdad” está en las condiciones de vida de la madre trabajadora y esta deplorable situación persiste por décadas, más allá de que en algún momento, por la lucha, garanticemos que se conserven algunos de los derechos conquistados, que no los quiten en pro de las ganancias de las empresas o de la tan nombrada reducción del gasto público. 

Todo avance económico que lleve a compartir las tareas de cuidado en la familia trabajadora ayuda, pero precisamos mucho más para permitirle a la mujer y a la madre trabajadora vivir en condiciones dignas.

Las conducciones de las CGT y CTAs, de los sindicatos y las direcciones mayoritarias del Movimiento de Mujeres deberían organizar una lucha en todo el país por un real Plan Nacional de Cuidados, en que el Estado ponga los recursos y la plata que hoy se fuga con la Deuda Externa impagable, para que la atención de niñes y ancianes esté en manos de instituciones de calidad y gratuitas a cargo de profesionales bien pagados/as, aliviando a la madre y a la familia obrera. 

En cambio, dan apoyo al Gobierno, a su pacto de ajuste firmado con el FMI, a su sumisión a las grandes empresas. Dicen poco y hacen menos a favor de la clase trabajadora.

No podemos quedar a su voluntad, tenemos que obligarlas: debemos tomar la tarea en nuestras manos, autoorganizándonos por barrio, lugar de trabajo y estudio. Si nos falta una guardería en la fábrica o un jardín maternal en el barrio, impulsar acciones que pongan en jaque a la empresa o a los intendentes, gobernadores, legisladores, hasta conseguirlo. Lo mismo con los comedores escolares o con los merenderos y comedores populares: organizarnos para luchar por los puestos de trabajo, los alimentos, todo lo que haga falta, arrancarlo del Estado o directamente de los hipermercados o empresas alimenticias. Y si la dirigencia no se suma, quedará en el camino.

Así estaremos más fuertes para pelear por un verdadero Plan Integral de Cuidados, que debería contener, entre otras  medidas urgentes:

  • Salario igual a la canasta familiar ajustado automáticamente con la inflación.
  • Igual salario por Igual Trabajo.
  • Basta de precariedad laboral. Trabajo registrado para todas. Prioridad en el empleo para la jefa de hogar sola con hijes a cargo.
  • Salario familiar y cuota alimentaria para la mujer separada con hijes.
  • Cupo laboral femenino y trans en empresas industriales y de servicios.
  • Categorías para la mujer y LGBTI.
  • Salario y beneficios sociales de trabajadoras regulares a las mujeres que se ocupan de comedores y merenderos. 
  • Jardines Maternales y Jardines de Infantes Estatales, uno por cada escuela primaria.
  • Guarderías estatales en los barrios obreros.
  • Cumplimiento efectivo del Artículo 179 de la Ley de Contrato de Trabajo, con ampliación a todos los lugares de trabajo y de estudio (escuelas secundarias, profesorados, universidades). Que contemple además el derecho a horas de amamantamiento y lactarios. Que se extienda el beneficio hasta la edad en que les hijes terminen la primaria.
  • Acceso a los lugares de dirección en los sindicatos, que refleje la misma proporción de mujeres que haya en la base. 
  • Instalación de guarderías en las asambleas, congresos y actividades gremiales para que puedan participar las compañeras con hijes.

Que los padres o personas no gestantes se ocupen a la par de las madres o personas gestantes, de cuidar a sus hijes puede ser un alivio transitorio, pero no es una solución de fondo, en especial, para el pueblo trabajador agobiado por los problemas y las jornadas de trabajo extenuantes. Para el PSTU cada lucha concreta que encaremos debe tener un objetivo final: la socialización de las tareas domésticas y de cuidado. Significa que el Estado se haga cargo de ellas a través de instituciones como guarderías, jardines maternales, jardines de infantes, institutos de ancianes, comedores, lavanderías, etc. 

Desde el PSTU, sostenemos que la doble jornada ( horario laboral más el trabajo en el hogar), la desigualdad salarial por la misma tarea, la desigualdad de acceso y permanencia en empresas industriales y de servicios, el asedio y violencia en el trabajo, en la calle y en el domicilio, y toda inferiorización de la mujer, son en provecho de este sistema capitalista que utiliza las desigualdades de género, raciales, de orientación sexual, para usufructuar en beneficio de las patronales, los gobiernos y el Estado. Y también creemos que es posible cambiarlo de raíz, como hicimos una vez en la historia, en Octubre de 1917 en Rusia Pero ese cambio no vendrá de la unidad del mismo género, de la alianza entre mujeres pobres y ricas contra todos los hombres. Vendrá de la mano del hombre y la mujer de la clase trabajadora, al igual que en aquella revolución rusa obrera y socialista, que derrumbó el sistema de explotación y opresión y que, a pesar de la posterior degeneración estalinista, logró avanzar en la socialización de las tareas domésticas, sumando así a la mujer a la producción, a la administración de la producción y del Estado.