8M DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER TRABAJADORA

Jornada de lucha desde su origen

Vamos hacia un nuevo 8M, con la penosa noticia de Ucrania acorralada entre la Federación Rusa y la OTAN y con el tercer año del mundo en pandemia. En ese marco, la fecha reaviva varias polémicas vinculadas entre sí: ¿cuál fue su inicio?; ¿es un día de lucha o de celebración?; las mujeres hoy, ¿están en ventaja respecto de sus predecesoras? 

Se discute si el origen de este día se asocia al incendio provocado por el dueño de una fábrica textil en Nueva York o a la represión de una huelga, también textil, en la misma ciudad. En ambos sucesos, de principios del siglo XX, la brutalidad patronal asesinó a mujeres obreras, la mayoría jóvenes e inmigrantes. Otros sostienen que la fecha nació en homenaje a las costureras de Petrogrado cuya movilización dio comienzo, el 8 de marzo de 1917, a la Revolución Rusa.

Sí, hay certeza sobre el 26 y 27 de agosto de 1910, en que se realizó en Copenhage la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, que aprobó la propuesta de la dirigente alemana Clara Zetkin, de instaurar un Día Internacional de la Mujer, pero sin fecha. Recién luego del 8 de marzo de 1917, cuando las obreras textiles rusas empezaron el proceso revolucionario que culminó en octubre, el Día Internacional de la Mujer pasó a ser el 8 de marzo en todos los países.

Estas investigaciones y hechos refutan la propaganda imperialista y patronal, que brega por transformar el 8M en una celebración y en borrar su origen obrero y combativo. Demuestran que surgió de organismos de mujeres socialistas revolucionarias, como jornada de lucha y de reivindicación de las peleas de la mujer trabajadora.

¿Estamos cada vez mejor?

Es innegable que la pelea ha logrado en los últimos años importantes avances. Por ejemplo, Uruguay, Argentina, México (parcial) y recientemente Colombia, obtuvieron el derecho al aborto, conquista arrancada con años de lucha. Eso, además del acceso a puestos de poder de varias mujeres, como Ángela Merkel en Alemania, Dilma Roussef en Brasil, Cristina Kirchner en Argentina y hace poco, Xiomara Castro en Honduras, apunta a que la inferioridad femenina estaría en superación. 

La situación es altamente contradictoria. La última crisis económica mundial no se cerró y sus efectos se agravaron con la pandemia. El día a día de la clase obrera y sectores populares empeora y sus conquistas están amenazadas o en retroceso. 

La realidad femenina lo confirma: las mujeres víctimas de la guerra en Ucrania, las refugiadas que cruzan el Mediterráneo, las secuestradas para el negociado que combina la trata con el narcotráfico, el aumento de la pobreza, de la precariedad laboral y desempleo, de los femicidios y violaciones, la persistencia de la desigualdad salarial, la carencia casi absoluta de guarderías y jardines maternales, como de oportunidades para estudiar. 

Por períodos y a fuerza de luchar, conseguimos mejoras, pero nunca llegan a todas por igual, porque el capitalismo es desigual, existen clases sociales. Y en épocas de crisis, como la que vivimos, lo conquistado peligra y el sistema genera las mismas penurias para las mujeres trabajadoras y pobres que las que padecían aquellas que lucharon antes, hace más de cien años.