“Romper todo literal. Si nuestras vidas no valen, ¿qué vale? Ah cierto, las paredes. Estos son los asesinos de Lucía a quienes la Justicia protege. Libres. Justicia para Lucía” (retwitteado por Emilia Attias, actriz)
Estamos tristes. No hubo justicia para Lucía Pérez. El Poder Judicial de Mar del Plata consideró que Matías Farías y a Pablo Offidani, cometieron el único delito de la venta de drogas y que no hubo femicidio. El tercer imputado Alejandro Maciel fue absuelto por completo.
Los jueces Facundo Gómez Urso, Pablo Carnevale y Pablo Viñas aceptaron la versión de los acusados de que se trató de relaciones sexuales consentidas.
Es un fallo repulsivo, una burla a las enormes movilizaciones exigiendo el cese de la violencia machista y al bárbaro femicidio de Lucía, que conmocionó al país y detonó el primer Paro Nacional de Mujeres, aquel 19 de octubre de 2016.
Pero no es excepcional.
Ahí está Rodrigo Eguillor, hijo de una fiscal, que pasó 36 horas detenido por haber insultado a la Policía de Seguridad Aeroportuaria y ni un segundo demorado por las denuncias de abuso y violación de Lourdes Segura, sólo fue detenido luego de que la condena social y el repudio masivo no le dejó alternativa al juzgado.
O el crimen macabro de Andrea Gabriela López en Loma Hermosa, asesinada por su ex pareja Juan Carlos Garcilazo, quien arrojó su cuerpo a la basura frente a la casa donde Andrea vivía con los hijos de ambos. Ella lo había denunciado 7 veces durante 20 años. ¿Y la justicia? Indiferente, inerme.
Abajo esta justicia machista y patronal
Esos y otros horrores, como la prisión y procesamiento de las hermanas Jara o Higui, acusadas por defenderse de sus violadores o el asesinato de la activista trans Diana Sacayán, no son problemas de tal gobierno, ni de cual país. Recordemos en el Estado Español, el vergonzoso caso conocido como “la Manada”.
Xenofobia y lgbtfobia, violaciones, femicidios, travesticidios, todo sirve para tratar de mantener quieta y callada a la mitad de la humanidad trabajadora y bajo control a toda la clase.
La Justicia tolera y protege la violencia machista por esa razón. Tiene los ojos bien abiertos para cuidar los intereses de los poderosos. Para absolver al gendarme que persiguió a Santiago Maldonado, para dejar impune la muerte de Rafael Nahuel, para salvar de toda responsabilidad a la ministra represora Patricia Bullrich, mandadera de Macri, el FMI y el G20. Y mientras tanto, encarcela impunemente a luchadoras y luchadores.
Nuestra tristeza es bronca, rabia, furia, igual a la que hace arder París, igual a las del 14 y 18 de diciembre. No se ilusiona con el 2019: ¡es lucha!, porque necesitamos:
Cambiar el sistema judicial y lograr la destitución inmediata de jueces que dicten sentencias machistas
Que los fiscales y jueces no sean puestos a dedo ni gocen de inamovilidad de por vida
Avanzar hacia tribunales populares y desterrar la corrupción judicial
Que los sindicatos, principalmente el de Judiciales, la CGT y las CTA, peleen por una reeducación que forme contra la violencia machista para el personal judicial, policial, de asistencia social y de salud
Que tomen también la aplicación y ampliación de la ESI en todos los niveles educativos y en el ámbito sindical- laboral
Que promuevan la autodefensa y protocolos contra la violencia machista en los lugares de trabajo y estudio
Que luchen contra el Presupuesto 2019, concebido para pagar la deuda, y por mayores recursos para combatir la violencia machista.
¡Basta de femicidas y abusadores libres! ¡Cárcel ya a los violadores y asesinos de Lucía Pérez! ¡Fuera los jueces que los absolvieron!