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Salta: La peor cara del capitalismo

En menos de dos meses que llevamos de año han fallecido 8 niños, 6 pertenecientes a la comunidad wichi, en la provincia de Salta a causa de desnutrición y deshidratación. El Ministerio de Desarrollo Social confirmó que 32 niños más se encuentran internados y otros 160 fueron registrados con muy bajo peso. Las áreas habitadas por la comunidad registran uno de los índices de mortalidad infantil más altos del país (11,5 muertes cada mil nacidos vivos).
Dentro de la provincia de Salta, mediciones de los últimos años dan cuenta de que los pueblos originarios son “los más pobres de las áreas más pobres”. El porcentaje de hogares hacinados supera el 20% y el nivel de analfabetismo roza el 10%, en ambos casos el doble que en el promedio general de la provincia. Falta el agua potable y abundan enfermedades como el Chagas. La actual ministra de salud de la provincia, Josefina Medrano, se lavó las manos diciendo que todos los años fallecen niños por desnutrición en ésta época.
La otra cara de la tragedia
Ésta situación trágica contrasta totalmente con la del agronegocio en la provincia. Según informes enviados a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, suman 1,2 millones las hectáreas dedicadas a la agroindustria. Zonas que, dicho sea de paso, fueron conseguidas a partir de la expulsión de pueblos originarios, la desforestación y el desmonte. A esto hay que sumarle el uso de agrotóxicos que, según los mismos informes, sobrepasa los 15 millones de litros/kilos por año en la provincia.
Lo que le pasa a los niños wichis se llama capitalismo, donde unos pocos hacen negocios multimillonarios, y quienes pagan la fiesta son los más pobres.
No hay mejor ejemplo de esto que el del ex Gobernador Urtubey, quién hoy se encuentra instalado en España con su familia. En la provincia de Salta mientras unos mueren de hambre, otros se llenan los bolsillos y se van al extranjero.
Por un verdadero plan de emergencia
La solidaridad de empresarios como Tinelli, los discursos contra el hambre y las medidas tibias no van a parar esta tragedia. Solamente los trabajadores podemos hacerlo, con un verdadero plan de emergencia alimentaria, sanitaria y social.
Las grandes cadenas de supermercados deben garantizar los insumos para las comunidades wichis. Así mismo con la industria farmacéutica para los hospitales. Hay que arrancarles las 1,2 millones de hectáreas a los terratenientes y multinacionales sojeras, que fueron conseguidas a través del saqueo, y ponerlas a producir alimento barato y de calidad.
También es necesario un plan de obras públicas para construir viviendas dignas, con cloacas, centros de atención y hospitales, escuelas. Esto además generaría empleo para combatir realmente la pobreza.
Por supuesto que nada de esto puede realizarse sin romper con el FMI y los buitres de la deuda, a quién no les incomoda la muerte de niños mientras sigan viendo el dinero llegar a sus cuentas.