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DEL IMPUESTO A LAS GRANDES FORTUNAS AL SUBSIDIO A LAS GRANDES FORTUNAS

En el nombre de ayudar a las empresas con problemas generados por la pandemia y el aislamiento social, el Gobierno dispuso el plan ATP (Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción). Usando fondos de la ANSeS, se paga a trabajadores del sector privado hasta el 50%, cubriendo como máximo el equivalente a dos veces el salario mínimo, vital y móvil. Ni lerdas ni perezosas, muchas empresas que accedieron al beneficio y ya habían depositado los sueldos de abril, procedieron a descontar de estos el monto que tenía que pagar el Estado.

Pero por lo visto no les alcanza con el subsidio, también aprovechan para avanzar con una reforma laboral encubierta. Por ejemplo, en nombre del “distanciamiento social” agregan turnos de trabajo y así poder aumentar los ritmos de producción.

Existiendo también empresas que achican las jornadas laborales y pagan el 75% del salario, pero reciben el 50% del subsidio, por lo tanto terminan pagando el 25% de su bolsillo.

Los fondos a los que aportamos todos los meses de nuestros sueldos para poder jubilarnos van a ser usados para pagarnos los salarios, casi como si nosotros mismos los pagáramos. A esto le sumamos la reducción salarial del 25% que acordó la CGT, que debería regir solamente para quienes no se encuentran trabajando, cumpliendo con la cuarentena (cada vez menos empresas privadas). Pero obvio que no son pocos los empresarios “vivos” que aplicaron ésta u otras formas de reducción salarial, aún a quienes ya están trabajando. Esto da una suma muy importante que las patronales se ahorran en el pago de los sueldos.

Entre las beneficiadas se encuentran General Motors, Volkswagen, Peugeot, Techint, McDonalds y muchas otras más (a mediados de abril cerca de 400 mil empresas habían solicitado el plan).

¿Se terminó la Argentina “de los vivos”?

Desde que comenzó la cuarentena los empresarios no hicieron otra cosa más que llorar. Lloraron porque no podían producir, porque no podían despedir, porque querían levantar la cuarentena, o por un impuesto a las grandes fortunas que nunca se hizo efectivo.

Así muchos como Paolo Rocca (Techint) o Bruzzese (frigorífico Penta), despidieron igual pese a la prohibición. Otros, como McDonalds o General Motors redujeron salarios, aunque el decreto establecía que estos debían pagarse en forma íntegra. Trabajadores que no realizaban servicios esenciales como los de Felfort fueron obligados a trabajar. COTO, Metrovías y muchísimas empresas más incumplieron los protocolos ante posibles contagios.

Esta situación produce mucha bronca e indignación entre los trabajadores, que ven como la patronal muestra su verdadera cara, no les importa la vida de la gente, solamente les interesa hacer plata. Sin embargo, todavía hay mucha confianza en que el gobierno de Alberto Fernández confronte a los empresarios y ponga fin a esta situación.

Lamentablemente la realidad está muy lejos de eso. El “castigo” que les ha aplicado ha sido el visto bueno para reducir salarios, la flexibilización de la cuarentena para volver a producir y, ahora, el pago de sueldos con plata de los jubilados. Y haciendo la vista gorda para despedir a pesar del decreto anti despidos que prorroga por dos meses más.

En lugar del famoso impuesto a las grandes fortunas, que nunca llegó, lo que tenemos es un subsidio a las grandes fortunas. Porque con todo esto queda demostrado que más que la vida o la economía, Alberto Fernández defiende las ganancias de unos pocos. “Se terminó la Argentina de los vivos”, decía al comenzar la cuarentena, pero los empresarios “vivos” siguen siendo los que mandan.

Si el Estado se hace cargo, que lo haga en serio

Mientras nos reducen los salarios, muchos son suspendidos o despedidos y los trabajadores informales tienen que contentarse con la miseria de los 10 mil pesos del IFE, el Gobierno sale a rescatar las ganancias de quienes tienen la cuarentena asegurada en sus lujosas mansiones, sin pasar ninguna necesidad.

Las patronales, sobretodo las multinacionales, hacen millones al año a costa nuestra y ahora nos dicen que no tienen plata para salarios, que necesitan ayuda ¿A dónde se fueron esos millones? La mejor manera de saberlo es anular el secreto comercial, abrir los libros contables de las empresas, así vamos a descubrir que los empresarios le están robando a la ANSeS para pagar sueldos que pueden abonar.

La diputada Fernanda Vallejos, del Frente de Todos, propuso que las empresas que reciben ayuda del Estado le paguen a este con acciones. Los empresarios se escandalizaron y tanto Alberto como Cristina y sus seguidores salieron a despegarse en su mayoría. Pero aún así, como algún avance en este sentido, creemos que sería insuficiente. Si el Estado se hace cargo de los salarios, de las “pérdidas” de las empresas, entonces que se haga cargo de las empresas. Estarán en mucho mejores manos así, y sobre todo en los casos de los servicios esenciales, pudiendo garantizar los insumos a precios baratos.

Los empresarios son los primeros en salir a pedir ayuda para seguir ganando como ganan siempre. Pero también son los primeros en especular con la devaluación, los aumentos de precios, la reducción de salarios. No le debemos ningún tipo de solidaridad a gente como esa.

21 de Mayo de 2020.-