1. La participación electoral del 9-N ha sido altísima y en muchos casos cargada de emotividad.
Más de dos millones de catalanes y catalanas han llenado las urnas, desafiando la prohibición del Constitucional y las amenazas de la Fiscalía y superando las precarias condiciones en que se ha desarrollado la votación. La estimación de la vicepresidenta de gobierno Joana Ortega es de 2.250.000 votos. De estos votos, más del 80% han sido por la independencia (Sí-Sí). Los votos depositados son la expresión de la voluntad irrenunciable de un pueblo a decidir soberanamente su futuro político. La jornada ha sido una gran victoria democrática.
2. El 9-N ha sido también, por el contrario, una gran derrota del gobierno Rajoy y del régimen monárquico surgido de la Transición. Rajoy prometió que no habría ni urnas ni votos. Impugnó la votación y el Constitucional la suspendió. Pero después han sido incapaces de impedirla. Ahora se consuelan diciendo que ha sido “un simulacro inútil y estéril”, mientras Rajoy lanza bravuconadas diciendo que “mientras yo sea presidente nadie romperá la unidad de España”. Son la más fiel expresión de la impotencia de un régimen corrupto que agoniza.
3. El presidente Mas intenta ahora apropiarse del triunfo popular del 9-N y rentabilizar su desobediencia calculada de los últimos días, que es fruto de la enorme presión popular y de los más de 40.000 voluntarios determinados a asegurar la votación. Con esto, Artur Mas quiere que olvidemos que hace muy poco, obedeciendo al Constitucional y desobedeciendo al pueblo de Cataluña, suspendió la consulta que, con todas las garantías jurídicas, había convocado, traicionando un compromiso solemne mantenido durante 10 meses.
4. No es de recibo que, con los resultados de este 9-N, Artur Mas pretenda, otro vez, “hacer entender” a Rajoy que “en algún momento” hará falta “una consulta definitiva con todas las garantías y todas las consecuencias” y le proponga negociar paralelamente inversiones, competencias y financiación. Y mientras tanto intente prolongar de manera forzada la vida de su gobierno, incluso cambiando de socio parlamentario.
5. El 9-N exige como primera medida convocar elecciones anticipadas para conseguir una nueva mayoría que proclame la República catalana. No hay otra manera de garantizar un referéndum de autodeterminación con garantías y es el mejor estímulo que le podemos ofrecer a los pueblos de España para qué ellos también se liberen del régimen monárquico y construyamos juntos una unión libre de pueblos libres, que sea vanguardia en la lucha por una Europa de los trabajadores y los pueblos. Es también la mejor manera de abrir camino a las reivindicaciones de los trabajadores y del pueblo y de iniciar un proceso constituyente que cambie radicalmente las bases de esta sociedad injusta y desigual.
6. Si Artur Mas no convoca elecciones anticipadas próximamente, ERC y la CUP tendrían que exigir la salida de Mas mediante una moción de censura. Concordamos con las palabras de la diputada Isabel Vallet en el acto de final de campaña de la CUP, cuando decía que es una “falacia” intentar un proceso rupturista dentro del marco constitucional español y que “CiU no puede seguir liderando el proceso” porque “no destruiremos la Transición de la mano de los que la pactaron”.
Barcelona, 9 de noviembre de 2014