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LAS MUJERES EN LA REVOLUCIÓN RUSA

“Sin ellas no habríamos ganado”, Lenin

La Revolución Rusa suena algo lejana, en la geografía y en el tiempo. Sin embargo, nos parecemos mucho.

La situación de la mujer en Argentina es difícil y se agrava con la pandemia y la crisis económica. En lo que va del 2020 hubo un 15% más de femicidios en relación al año anterior, además de otras violencias, entre ellas las muertes de mujeres y personas gestantes por prácticas de abortos clandestinos. Sobre nosotras pesan el hambre de la familia, la propia desocupación o la de nuestros compañeros, las tareas domésticas. Quienes todavía tenemos trabajo, seguimos ganando en promedio un 30% menos que los varones, en peores condiciones y en puestos desvalorizados.

La pregunta que tantas veces nos hacemos es si llegaremos algún día a gozar de una igualdad real y si realmente es posible alcanzar dicha igualdad.

¡Abajo la guerra! ¡Pan para los obreros!

Siguiendo con ese interrogante, al mirar la experiencia de la historia de la humanidad, nos encontramos con un país que logró superar sus atrasos y alcanzó conquistas que en esa época y hasta en la actualidad siguen sin obtenerse.

La Revolución Obrera de 1917 en Rusia, fue un antes y un después para la clase trabajadora. Las condiciones de vida eran pésimas producto del régimen despótico de un rey, llamado zar, de la explotación de los trabajadores y de la participación de Rusia en la Primera Guerra Mundial. 

Las mujeres jugaron un papel fundamental al ser las primeras en salir a manifestarse contra las miserias provocadas por la guerra: escasez, hambre, enfermedad y muerte. Fue en el Día Internacional de la Mujer del año 1917, cuando una huelga de las obreras textiles de Petrogrado dio inició al estallido de Febrero, que continuaría en la Revolución de Octubre, bajo la dirección de los obreros y obreras educados/as por el Partido Bolchevique de Lenin y Trotsky.

Camino a la emancipación

El joven Estado Obrero, la República de los Sóviets (consejos de obreros, soldados y campesinos), con los bolcheviques al mando, no esperó un minuto para resolver los problemas más urgentes de las mujeres y de toda la clase trabajadora, a pesar de enfrentar una durísima realidad.

Por primera vez un país estableció que el salario femenino sería igual al masculino por el mismo trabajo. Había mujeres en todos los sectores productivos: minería, construcción, puertos, entre otros. La mujer empezó a formar parte tanto de la producción industrial como de la producción intelectual.

También hubo delegadas en los Sóviets y mujeres-soldados en el Ejército Rojo que derrotó los ataques de los enemigos nacionales e internacionales de la Revolución.

Se abolieron todas las leyes que reproducían la situación de desigualdad con el hombre, como las referentes al divorcio, a los hijos y la pensión alimenticia. Ya en 1917 se decretó el derecho al divorcio, cosa que en nuestro país sucedió recién en 1987. En 1918, en la Unión Soviética, entra en vigor un nuevo Código Civil que suprimió todos los derechos de los maridos sobre las mujeres, para garantizar una absoluta paridad entre ellos, y se creó la primera Constitución  que dio a la mujer el derecho de votar y ser elegida para cargos.

En 1920 se conquistó por primera vez en el mundo el derecho al aborto, legal, seguro gratuito en los hospitales del Estado, y quien llegara a cobrar por realizarlos era penado por la ley.

Se despenalizaron la homosexualidad y la prostitución. La prostitución era considerada como “un crimen a los vínculos de camaradería y solidaridad”, pero no había penas legales por ese crimen, sino políticas para atacar sus causas.  

Para que la igualdad fuera de hecho y no se quedara sólo en el plano legal, hacía falta aún liberar a la mujer del peso abrumador de las tareas domésticas y de cuidado. Se comenzaron a crear instituciones como comedores, casas cunas, lavanderías, entre otras; en todos los lugares donde fuera posible para poder así emancipar a la mujer por medio de la socialización de esas tareas.

Así la República de los Trabajadores, logró de un solo golpe, destruir todas las líneas jurídicas de inferioridad y, también, marchar hacia una igualdad más completa. En muy poco tiempo hizo más por la emancipación de la mujer de lo que el más avanzado de los países capitalistas de todos los tiempos.

Por distintas razones, unos años más tarde, Stalin y la burocratización del Estado Obrero hicieron retroceder ese proceso. Las mujeres y la clase trabajadora fueron perdiendo sus mayores conquistas. Hasta que, a fines del siglo pasado, se restauró el capitalismo.

Sin embargo, esa lamentable vuelta atrás no impide que admiremos los enormes progresos de la Revolución de Octubre y continúen siendo una fuente de inspiración.

Revolución para la liberación: ¿es posible volver a hacerlo?

La historia nos muestra que sólo un gobierno de trabajadores en camino al socialismo fue capaz de brindar las herramientas necesarias para la liberación de la mujer y dar paso a erradicar la explotación y las opresiones existentes.

Conocerla, descubrir lo que los obreros y obreras fueron capaces de realizar, es un estímulo para no dejarnos vencer, para que la clase trabajadora, lgbts, pueblos originarios y afrodescendientes, sepamos que es posible luchar e ir mucho más allá de las migajas que nos ofrece este sistema.

Empecemos ya a organizarnos desde cada fábrica, escuela, universidad o barrio, a preparar nuestra propia revolución, obrera y socialista, la que nos libre de toda explotación y opresión. Seamos capaces de repetirlo y extenderlo a todo el mundo.