LA CARRERA POR LA «NUEVA NORMALIDAD»

Los casos de COVID-19 en todo el mundo ya cuentan cerca de 70 millones. De ese total, casi un cuarto corresponde a los Estados Unidos. El recientemente electo presidente,  Joe Biden ya declaró que no cerrará el país con una cuarentena, para cuidar la economía.

Europa se encuentra atravesando la segunda ola de contagios. Y la única preocupación de los gobiernos parece ser que la gente no se junte a pasar las fiestas. El gobierno español ha llegado al punto de imponer un toque de queda, como si el virus, solamente se contagiase de noche, o como si los lugares de trabajo no fueran focos de contagio.

Con la excepción de Rio Negro y Santa Cruz, en buena parte de la Argentina la situación parece “normalizada”. Pero una segunda ola no está descartada. Mucho menos viendo el aumento de los contagios en países vecinos como en Chile.

La cuestión de la vacuna

El desarrollo de la vacuna es la mejor muestra de la hipocresía con la que se manejan los empresarios, los banqueros y los gobiernos de todo el mundo que los secundan. Por un lado, si bien universidades como Oxford intervienen en la investigación y desarrollo, son los laboratorios como Pfeizer o AstraZeneca quienes la patentan. Así una vacuna que salvaría millones de vidas en el mundo se convierte en objeto de lucro para las manos de unos pocos.

Además ¿no debilita el desarrollo de una vacuna el hecho de que cada grupo de especialistas trabaje independientemente y bajo estricto secreto comercial?

Hay que señalar también que, por otro lado, el apuro del capitalismo por mantener abierta la economía, le da una importancia monumental. Es por eso que están inmersos en una carrera por comprar la mayor cantidad de vacunas y comenzar ya mismo un plan de vacunación.

Esto se expresó en la última cumbre del G20, donde la pandemia fue tema central. Y donde la propia ONU solicitó que se garantizara la compra de vacunas para los países más pobres.

La salud de los trabajadores sigue en riesgo

Aún con vacuna, no está garantizado que la pandemia esté por terminar. Más teniendo en cuenta los acotados tiempos de desarrollo.

Una cosa es segura. Los empresarios y gobiernos están abocados a no parar la producción a cualquier costo. Pero ningún protocolo ni tampoco ninguna vacuna puede garantizar al 100% que no nos contagiemos.

Por eso, ahora más que nunca los trabajadores debemos organizarnos en cada lugar de trabajo, en cada barrio, en cada región y en todo el mundo para cuidar nuestra salud.

Solamente si se garantizan testeos masivos periódicos, si controlamos las condiciones laborales y si terminamos con el lucro de la industria farmacéutica, podremos ponerle punto final a esta pandemia.