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MAIA APARECIÓ, PERO ¿ESTÁ A SALVO?

Maia fue encontrada con vida y sana. Las primeras planas de noticias ya la olvidaron. ¿Cuál es la vida que esta sociedad le devolverá? ¿Cuántos dramas como el  de esta nena de 7 años con su mamá hay?

A les amigues, vecines y organizaciones que cortaron la autopista y se movilizaron, que obligaron a Larreta, Kicillof y Alberto Fernández a activar los mecanismos de búsqueda y a desplegar sus fuerzas de seguridad, a todo el país que siguió en vilo la noticia, les volvió el alma al cuerpo.   

La vivienda de Maia y de su mamá era una lona atada de un árbol y del alambrado de la autopista Dellepiane. Para lavarse las manos, como exigen los cuidados sanitarios por el COVID -19, usar un inodoro o darse una ducha, apelaban a la solidaridad de algún vecine. 

Ahora, el destino de la niña y de su mamá está en manos de instituciones del mismo Estado que las abandonó durante años. Hay voces que señalan la responsabilidad de esa mamá en el secuestro. Exigen a una madre pobre, sin una educación sólida, enferma por una adicción, víctima de una brutal indiferencia estatal, que resuelva sin medios lo que el Estado no garantiza: la propia atención y la de su hija.

La pandemia empeoró una situación ya grave

Un informe de UNICEF de 2020 alertó que los hogares con niñes y jefatura femenina son los más golpeados por el COVID -19 y sus consecuencias (Clarín, 11/09/2020). Se menciona como factores una mayor desocupación femenina, inserciones laborales más precarias y percibir menor salario por iguales tareas que sus pares varones. 

Según el mismo informe el aislamiento por la pandemia aumentó de 74% a 78% la carga de las tareas domésticas y de cuidado, lo que dificulta la posibilidad de formación o de obtener empleos de tiempo completo.

Los datos del INDEC para el segundo semestre de 2020 indican que de los 11 millones de niñes entre 0 y 14 años, hay un 57,7% de pobres (porcentaje superior al 42,2% de pobreza del total de la población). Son 6 millones de niñes, de los cuales cerca de 2 millones, son indigentes. Solo en CABA, de acuerdo con el Segundo Censo Popular realizado en 2019, vivían en la calle 7251 personas, de ellas, 871 son niñes y adolescentes y 40 son embarazadas.

Despidos, desalojos, familias endeudadas, aumento de la violencia machista: mujeres con sus hijes debieron dejar sus precarias viviendas, sufrir hacinamiento, la calle y hasta represión cuando intentaron tomar terrenos.

La “fábrica de pobres” es el capitalismo

 El Gobierno y las organizaciones que le son afines, la CGT, las CTAs, la colectiva Ni una Menos y las direcciones mayoritarias del movimiento de mujeres y en gran medida las organizaciones sociales, acusan a los cuatro años de gestión macrista. Dicen que ese período fue “una fábrica de pobres”. 

El Gobierno de Juntos por el Cambio (macristas y radicales) hipotecó el país a los buitres y atacó a les sectores populares, todo lo que pudo. 

Pero desde la Dictadura genocida hasta acá, los gobiernos peronistas ocuparon 26, de un total de 38 años en los que alternaron con radicales o macristas. 

Una casi continua lucha obrera, popular y de las mujeres, logró, es cierto,  algunas importantes leyes, como el Matrimonio Igualitario, la Ley de Violencia, o el Aborto Legal. Pero fuera de las bonitas palabras de los textos legales, tenemos todo tipo de violencias sociales en aumento: pobreza y marginalidad, violencia machista, adicciones, prostitución, trata de personas. 

Para nosotres, del PSTU, los gobiernos peronistas, macristas o radicales, no resolverán esos problemas porque todos ellos son defensores del capitalismo. Será “neoliberal” para Macri y los peronistas de derecha, o “humano” para Alberto Fernández y los kirchneristas, pero capitalismo al fin. Este sistema es la verdadera «fábrica de pobres”, una aparente democracia donde mandan las grandes empresas nacionales e internacionales, que necesitan que haya muches explotades, oprimides y miserables, para mantener sus ganancias. 

Necesitamos medidas de fondo

La realidad es que en la mesa obrera la escasez gana terreno. Según el Ministro de Economía, Martín Guzmán, “hay que mantener las cuentas en orden” y el equilibrio fiscal. O sea: la prioridad es cumplir con el FMI y los demás acreedores de la deuda.

Por eso se empantanan planes como el lanzado en junio de 2020 para combatir la violencia machista, frenar femicidios y crímenes de odio: faltan recursos y presupuesto. 

Por eso es que las grandes estrategias del Gobierno son solo paliativos: la Asignación Universal por Hijo ($3.200 por mes), la Tarjeta Alimentar (entre $6000 y $9000 mensuales), el plan Potenciar Trabajo, que sustituyó al IFE, la mitad de un salario mínimo; promoción de comedores, merenderos, etc. 

Los paliativos mantienen la miseria y la violencia. Para combatir realmente la pobreza necesitamos dejar de pagar la Deuda usurera y poner en marcha un programa obrero de emergencia: un plan de obras públicas para construir viviendas, escuelas y hospitales y empezar a resolver el drama de la desocupación, que las empresas entreguen alimentos y medicamentos gratuitos, controlar el comercio exterior y reflotar las Juntas Nacionales de Granos y de Carnes, invertir en presupuesto para erradicar la violencia machista, en vacunas para todes, incluyendo en la prioridad a los más vulnerables, los que más circulan para ganarse el pan del día. Entre otras medidas. 

Tomar ese camino implica imponerlo a la dirigencia peronista actual, que por su carácter pro patronal y populista, no lo llevará hasta el final. Tenemos que construir una alternativa política propia sin patrones, independizarnos de los buitres y del imperialismo, terminar con la explotación y las opresiones, destruir este sistema perverso. Necesitamos hacer una revolución que ponga a les trabajadores en el Gobierno y comience a construir otra sociedad, una sociedad socialista. Te invitamos a luchar junto con el PSTU, a debatir cómo hacer esas grandes tareas y por dónde comenzar.