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MUJERES TRABAJADORAS: PASOS ADELANTE EN LA AUTOORGANIZACIÓN

 

Muchos sectores de trabajadoras han tenido que dar un paso adelante y tomar medidas junto a otras compañeras en defensa de su vida y la de sus familias. Obreras de la alimenticia La Nirva, docentes, trabajadoras de la salud, son ejemplos de autoorganización en pandemia.

Las necesidades son urgentes

Desde las distintas páginas de Avanzada Socialista, hemos reflejado en varios aspectos la situación de las mujeres en pandemia: femicidios en aumento, mayores cargas de tareas domésticas y de cuidados, la violencia estatal contra las ocupaciones de tierras para quienes no tienen una vivienda, la desocupación creciente, los bajísimos salarios para quienes están ocupadas y la brecha salarial que sigue acrecentándose.

Pero hay sectores que exponen su vida permanentemente ante la creciente ola de contagios de COVID-19, sin vacunas, sin insumos ni protocolos que alcancen para evitar enfermarse: son las mujeres que ocupan puestos en la salud, las docentes, las obreras de fábricas que no han parado ni un minuto de trabajar en plena pandemia. 

Las trabajadoras de la salud, junto a sus compañeros varones, no tuvieron respiro. Han estado firmes combatiendo en la primera línea de batalla contra la pandemia: turnos interminables, poco descanso, salarios miserables, falta de elementos, y muchas veces persecución sindical cuando decidieron levantar su voz y contar la realidad de sus lugares de trabajo

Las obreras de La Nirva deben trabajar incansablemente en la fábrica abandonada por sus patrones para sacar adelante la producción y poder mantener a sus familias. Las compañeras de Mondelez no frenaron sus tareas ni un día en pandemia, y tuvieron que salir a denunciar que en la fábrica se ponía en riesgo la vida de les trabajadores. 

El gremio docente está compuesto mayoritariamente por mujeres, muchas sostén de sus hogares. Este año, el Gobierno obligó al personal docente y auxiliar a volver a las escuelas, exponiéndolos a contagios, los cuales subieron rápidamente desde el comienzo de clases.  Soportan los malos salarios, los protocolos fallidos, escuelas que se caen a pedazos igual que antes de la pandemia, la multiplicidad de tareas que implica la presencialidad y la virtualidad en paralelo. Todo por el mismo salario miserable y sin vacunas para defenderse de una pandemia que ha cobrado víctimas y se ha llevado vidas.

 

¡Paso a las mujeres trabajadoras!

Pero ante esa cruel realidad, muchas se han decidido a dar pelea. Y ahí están las docentes de Ensenada, que salieron a enfrentar la política criminal de la presencialidad, e hicieron punta para conseguir el tremendo triunfo que significó que el Gobierno de Fernández tuviera que reconocer que la presencialidad nos mata en las escuelas, en los transportes públicos repletos y en los barrios. Mariana Romero, de la Directiva de Suteba Ensenada, nos contaba en nuestro programa “Ahora es cuando” que son las mujeres las que hicieron punta en esta pelea, porque son quienes mayoritariamente deben hacerse cargo del cuidado de sus familias, de sus propios hijes en edad escolar, de sus ancianes que están en mayor riesgo que cualquier otro grupo. Se organizaron por abajo, desde cada escuela, y empujaron en sus asambleas el rechazo a la presencialidad, obligando a su sindicato a ponerse al frente de esta lucha, que después se extendió a la Provincia de Buenos Aires. 

De la misma manera, las obreras de La Nirva tomaron las riendas de la fábrica y la pusieron a producir, sin patrón y solo dependiendo de sus propias fuerzas y su conocimiento como trabajadoras de años. Hubo que organizarse también para eso, empujadas por la convicción de  que podrían hacerlo. Y lo hicieron.

Y ni hablar de las trabajadoras de la salud. En Neuquén, donde son parte fundamental de los  dieciocho piquetes que recorren la provincia hace quince días, en reclamo de mejoras salariales y contra la política sanitaria del Gobierno Provincial. Las redes se inundaron de fotos de ellas trabajando con sus carteles: “Hoy te vacuna una piquetera”, orgullosas del rol que están jugando, aunque seguramente nunca pensaron en ocupar ese lugar. 

Sin dudas, no debería hacer falta salir a cortar una ruta si las demandas urgentes fueran atendidas, o si no se tratara al personal de salud como si fuera “descartable”. También ellas, en asambleas autoconvocadas, han mostrado su capacidad de organizarse y ser parte fundamental de un conflicto que lleva más de cincuenta días y que el Gobierno se niega a resolver. 

Las trabajadoras del Hospital Larcade en San Miguel (Buenos Aires) también han tomado la lucha por el hospital público en sus manos y desde su Comisión de Género, son la primera línea de combate no solo contra la pandemia sino también contra el vaciamiento de la salud pública.

En todos estos conflictos hay otro común denominador: las direcciones de las centrales sindicales y de la mayoría de los sindicatos miran para otro lado, eligiendo ponerse del lado de los gobiernos que ajustan, reprimen y ponen la vida de la clase trabajadora en riesgo. Salvo excepciones, no han llamado a medidas de apoyo a ninguna lucha en todo este tiempo. ¿A quiénes defienden entonces? 

La única salida es organizarse contra este sistema de muerte

Los problemas que nos atraviesan ponen al rojo vivo que no hay salida para les trabajadores dentro del sistema capitalista, al que no importan nuestras vidas en riesgo, siempre que los grandes laboratorios, empresas y bancos puedan seguir acumulando millones. Hoy en medio de una pandemia, pero también todo el tiempo, porque cada vez puede responder menos a nuestras necesidades

Las mujeres trabajadoras, al frente de cada lucha y codo a codo con sus compañeros, nos muestran que el camino para enfrentarlo es la autoorganización por abajo. Otra cuestión esencial es que las peleas estén rodeadas de la solidaridad de otros sectores, pero es indispensable coordinarlas todas, para fortalecerlas y poder triunfar. 

Tenemos que seguir dando pasos en la organización por abajo y coordinación con otros trabajadores hasta confluir en una gran pelea, una revolución que ponga en el gobierno a les trabajadores y el pueblo pobre, con un programa propio y soluciones de fondo. Es la única manera de poder vivir dignamente.