A 205 años de la declaración de Independencia Nacional, en una emergencia como en la que estamos, en la que la voracidad del capitalismo imperialista viene por todo, la independencia y la soberanía son una necesidad para defender nuestras vidas. Ante esto, ver cómo estamos parados en nuestro país es fundamental. El actual Gobierno centró su campaña electoral en la necesidad de una Argentina de Pie, pero: ¿vamos en ese camino o en el camino del saqueo y la entrega?
La Deuda, siempre la Deuda
Hace décadas que la Deuda Pública es un problema de primer orden en nuestra economía (ver página 6) y el de la mayoría de los países de América Latina. La Deuda Externa, ilegítima, fraudulenta e impagable, es una forma de mantener contra las cuerdas las economías de los países dependientes (semicoloniales) e ir moldeándolas acorde a sus necesidades. Con exigencias que imponen para dar nuevos créditos (se van para pagar intereses en un círculo infinito) o refinanciar los pagos ( generando más intereses).
Hoy, más allá de los discursos, la Deuda, contra la que movilizaron durante el Gobierno de Macri sectores que hoy son parte del Gobierno, sigue siendo la prioridad. Ya son U$S 7.000 millones pagados desde que Fernández asumió, este año U$S 1.250 millones por el préstamo del FMI y el 9 de Julio se pagarán otros 155 millones por el canje “festejado” en el 2020. La ironía de que el pago sea el Día de la Independencia es una muestra cruda de nuestra realidad actual.
¿No se podrían destinar esos 155 millones a combatir el hambre y la pobreza que sufren el 60% de los niños y niñas de nuestro país? ¿Cuántos subsidios iguales a la canasta familiar se podrían otorgar? ¿Cuántos puestos de trabajo para realizar obras públicas en los barrios obreros?
Las reformas
Como mencionamos antes, la Deuda viene además con imposiciones. Los políticos tradicionales dicen que hay que cumplirlas para hacer al país más “atractivo para las inversiones”.
Alemania es uno de los posibles inversores, pide “reformas económicas y estabilidad”, y el FMI plantea reformas estructurales para avanzar con la renegociación. Todos los caminos conducen a Roma: las patronales ya encontraron atajos hacia la Reforma Laboral, realizando cambios por sector , ante el visto bueno del Gobierno y los sindicatos.
La Unión Industrial Argentina (UIA) empezó a exigir un cambio en el régimen de indemnizaciones (perjudicial para los trabajadores, obvio) y la Reforma Laboral volvió a ser nombrada como un objetivo por políticos del arco opositor, como Alfredo Cornejo, pero también del oficialismo, como el dirigente del Movimiento Evita, “Chino” Navarro.
El Gobierno intenta patear lo indeseable para después de las elecciones, pero la intensificación de los ataques patronales, es un preanuncio de lo que pretenderán después.
Los recursos naturales
Argentina, y América Latina en general, es un territorio rico en recursos que cada vez más están al servicio del saqueo imperialista.
Un ejemplo claro es el del petróleo (ver página 9). La megaminería a cielo abierto, también habla por sí: en función de la ganancia de las multinacionales, en toda América Latina, se contaminan los ríos y las napas de aguas y se destruyen los ecosistemas de alrededor. El beneficio, discutible, para el pueblo trabajador es la creación de puestos de trabajo ¿Pero en qué cantidad y costo? ¿Por cuánto tiempo? ¿No podrían crearse de otra forma?
Seguiríamos con ejemplos como la sojización, extranjerización de la tierra y muchos más. Lamentablemente no hay señales de que Gobierno se proponga revertir el curso de décadas de entrega y desastre ambiental. Al contrario, los gobernadores aliados, impulsan ese tipo de proyectos en sus provincias, como por ejemplo Mariano Arcioni en Chubut, y los que frenaron fue por la movilización popular.
La contradicción
El Gobierno del Frente de Todos (FdT), a diferencia del anterior, se dice defensor de la soberanía e independencia nacional y de los sectores populares. En eso centró su campaña electoral en 2019. En los hechos impulsó un «Pacto Social», con la complicidad de las centrales sindicales y direcciones del movimientos de masas (CGT, CTAs, referentes del movimiento de mujeres, entre otros) en el cual el único que perdió fue el pueblo trabajador: cada vez vivimos peor, y los capitalistas, con pandemia y todo, pusieron el grito en el cielo cada vez que se planteó que resignaran algo de sus ganancias.
Es por esta contradicción que Fernández, cerca de las elecciones, genera algunas medidas que parecen apuntar a las promesas electorales, pero ninguna de fondo. Entre ellas: el aporte solidario de los ricos (que ni siquiera es un impuesto), el acuerdo por la carne (que no alcanza a la mayoría de las carnicerías) o los inexistentes “precios cuidados”.
Otro ejemplo es mantener el control estatal de la Hidrovía del Paraná hasta el 2022, que generó el enojo de todo el sector agroexportador y calmó el frente interno del FdeT. Sin embargo, de soberanía queda poco, con los puertos y el dragado del río privatizados y es probable que en un año se vuelva a licitar a una empresa privada. Si realmente quieren avanzar en la soberanía: ¿por qué no se estatizan los puertos y el dragado? Obvio muchos sectores empresarios se molestarían, ¿pero no podría enfrentárselos con el pueblo movilizado?
Segunda Independencia o recolonización
En la mayoría de las peleas cotidianas del pueblo trabajador, en el fondo está el mismo enemigo, el capitalismo imperialista que arrasa con todo: nuestras fuentes de trabajo, nuestros salarios, las condiciones laborales, nuestros recursos naturales, nuestros ríos, nuestras vidas. Aquí y en toda América Latina, y con formas distintas, los Gobiernos aplican los planes imperialistas.
Hoy quieren maquillar al imperialismo: “Juan Domingo” Biden le dicen al nuevo presidente yanqui para generar simpatía dentro del peronismo. Ya pasó antes con Obama, el primer presidente negro en los EE.UU. Pero, ya lo vivimos, cambian las caras y las formas, mientras los planes de recolonización se mantienen. Está en nosotros frenarlos.
El pueblo colombiano hoy está al frente de la resistencia contra los planes imperialistas aplicados por el Gobierno de Duque. El proceso chileno sigue abierto, aunque ahora canalizado por la Asamblea Constituyente. Y ya van años que América Latina es recorrida por estallidos en distintos países: Haití, Perú, Paraguay, Ecuador. Brasil comienza a despertarse.
Los Gobiernos “progresistas” reivindican en sus discursos la unidad latinoamericana, nombrando a Bolívar y San Martín. A la par, negocian sus planes con el imperialismo. No es eso lo que nos hace falta.
La verdadera unidad está en los trabajadores
Es la unidad del pueblo trabajador de los distintos países que enfrenta un mismo enemigo y que puede levantar un programa y una lucha comunes: no pagar la Deuda Externa y dejar de seguir las órdenes del FMI, vacunas para todos y todas, nacionalización y estatización bajo control obrero de todos los recursos naturales, derrotar las reformas tributarias, laborales y previsionales, terminar con la pobreza que creció en 22 millones el último año en nuestro continente, erradicar la violencia machista.
Los partidos patronales, aunque hablen a veces de liberación, terminan gobernando para la dependencia. Las direcciones sindicales y del movimiento de masas actuales que garantizan la Paz Social y permiten que el sometimiento avance, no lucharán por ese programa obrero y popular.
Necesitamos una nueva dirección de los trabajadores y trabajadoras, que somos quienes perdemos con el imperialismo. Tendrá que surgir de las peleas en curso, de su fortalecimiento y coordinación continental, hasta llevar adelante una nueva revolución para conquistar la Segunda y Definitiva Independencia. Los y las patriotas a principios del siglo XIX lo hicieron la primera vez (ver página 10). Es hora de que el pueblo siga ese ejemplo, tome en sus manos la tarea, organice la autodefensa, expulse al imperialismo y conforme un gobierno de los trabajadores, en función de las necesidades de la población y no de la ganancia capitalista, en camino a una sociedad socialista.