Para la mayoría de las familias trabajadoras la preocupación de cada día es cómo subsistir con salarios por debajo del nivel de pobreza o planes sociales de indigencia, mientras los precios no paran de subir pulverizando los escasos ingresos. El COVID-19 sigue siendo la otra gran preocupación. Más de 94.000 muertos y más de 4 millones de contagiados se han convertido en la “nueva normalidad”, y casi no hay familia donde alguien no haya sufrido la enfermedad, o perdido algún ser querido. Pero aunque las elecciones están muy lejos de las prioridades del pueblo trabajador, para el Gobierno y la oposición patronal están al tope de la agenda. Todas las medidas y debates sobre la pandemia, el manejo de la crisis económica o la presencialidad en las escuelas están cruzadas por la campaña electoral y no se pueden entender sin esa clave. En ese sentido podemos decir que estamos transitando una coyuntura electoral.
Avanza la vacunación pero sigue la “fase empresarial”
Después del fracaso inicial del plan de vacunación y la irrupción de la “segunda ola”, que hizo casi colapsar las terapias intensivas y sistemas de salud de CABA, Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Mendoza y otras localidades, la noticia de las últimas semanas es el avance a mayor ritmo de la vacunación. El Gobierno anunció también la llegada de varios millones de vacunas además del comienzo de la producción de la Sputnik V en Argentina. Aún así está por verse cuánto se va a cumplir de los anuncios.
Mientras tanto siguen altas las cifras de contagio y de muertos y la mayoría de la población sigue esperando su vacuna. Por otro lado la variante Delta del virus está poniendo en jaque los avances de inmunización en muchos países que creían ya estar saliendo de la zona de riesgo, y se vislumbra como una nueva amenaza para nuestro país también. La Dra. Marta Cohen, especialista respetada, ha advertido que con sólo un 8 % vacunado con la segunda dosis somos muy vulnerables ante esa variante, con miles de personas con una sola dosis y la incertidumbre sobre cuando le aplicarían la complementaria, habiendo transcurrido el plazo de tres meses de eficiencia de la primera que el Gobierno difundió.
Pero no son razones sanitarias o humanitarias las que impulsan al Gobierno de Alberto o a Larreta y demás gobernadores e intendentes del Frente de Todos (FdT) o de Juntos por el Cambio (JxC) a acelerar los planes de vacunación. Estos son parte de la campaña electoral, sobre todo del FdT, y también son funcionales a los planes de las patronales que ven entorpecida la producción por los continuos brotes de la enfermedad.
Por otro lado, obedeciendo fielmente el mandato de los empresarios, todos coinciden en “abrir la actividad económica” con los matices que les imponen sus diferentes bases sociales.
El FdT, que se apoya más en un electorado obrero, de sectores pobres y clase media “progresista”, finge más preocupación por la salud y se vio obligado a tomar medidas espasmódicas y limitadas de restricción para evitar un colapso mayor. Una situación así podría hacer estallar la bronca que se viene incubando sordamente ante la miseria, el hambre y las penurias terribles que sufre cotidianamente el pueblo trabajador.
El macrismo por su parte se embandera con el “aperturismo” respondiendo demagógicamente a los sectores medios desesperados por la crisis y su caída en el nivel de vida que se radicalizan por derecha y reclaman por una “falta de libertades” y la reactivación a cualquier costo. Teme que un sector los vea demasiado “tibios” y se pase a variantes ultraliberales como la de los economistas José Luis Espert y Javier Milei.
Economía y elecciones
También las principales decisiones económicas del Gobierno están atravesadas por la lógica electoral. Esto se expresó en la renegociación de la deuda con el FMI. Guzmán y el equipo económico, con el aval inicial de Alberto, buscaban acelerar la firma de un acuerdo. Habían logrado hacer votar un presupuesto donde desaparecía el IFE, se recortaba la ayuda social y se reducían los subsidios a las patronales para garantizar los pagos de la deuda. El recrudecimiento de la pandemia y la presión de Cristina y el kirchnerismo obligaron a posponer el acuerdo para después de las elecciones y desembolsar algo de dinero no previsto (mucho menos que en 2020) para paliar la crisis. En ese marco se dio también el sainete del aumento de las tarifas que finalmente fue mucho menor del reclamado por Guzmán. En el medio un funcionario del ministerio ligado al kirchnerismo y echado por el ministro sigue en su puesto y Guzmán que había renunciado también.
Pero se trata de diferencias tácticas y no estratégicas. Esto se ve claro en el apoyo sin fisuras de todo el FdT al acuerdo con el Club de París, aunque eso significa el desembolso casi inmediato de U$ 430 millones en medio de la pandemia y el aumento de la pobreza. El kirchnerismo también quiere acordar con el Fondo, pero sabe que un acuerdo con el FMI rima con ajuste del Estado, rebaja salarial, reforma laboral y previsional. Avanzar con ese plan ahora sería dinamitar su campaña electoral y garantizar su propia derrota. Como dijo cínicamente Menem alguna vez, “si decía lo que iba a hacer no me habría votado nadie”.
Recuadro
Los indecisos, la juventud precarizada y la pelea por una nueva dirección
Mientras tanto, ante la proximidad del cierre de alianzas y candidaturas la interna de JxC está al rojo vivo. Ya parece un hecho que el PRO va en dos listas para las PASO en provincia de Buenos Aires y CABA por el enfrentamiento entre Larreta y Macri. También los radicales quieren terciar en la disputa con la candidatura bonaerense del neuropsiquiatra Manes y Lousteau en Capital.
La interna del FdT parece más ordenada y han pactado una tregua con negociaciones entre bastidores. Casi todas las encuestas los dan ganadores en Buenos Aires y a nivel nacional. Pero la aparición de la candidatura de Florencio Randazzo con el apoyo del lavagnismo y un perfil peronista de derecha como “tercera vía” los puede complicar.
Pero los datos que encendieron alarmas y explican las arremetidas de Cristina son el crecimiento importante de la imagen negativa del Gobierno y una caída significativa de apoyo en el voto joven menor de 30 años, que solía capitalizar el kirchnerismo. Otro dato que inquieta mucho a ambos lados de la “grieta” y a los analistas burgueses es el alrededor de 25% de indecisos, que coincide bastante con ese perfil joven y en un alto porcentaje es de hogares pobres.
Esa juventud que sufre los índices más altos de pobreza, desocupación y precarización laboral, se ve sin futuro, sin acceso a la educación y la salud ni perspectiva de mejoría. Son los que salieron a las calles y nutren las “primeras líneas” en Chile, Paraguay, Perú, Colombia o EEUU. Existe la posibilidad de que su rabia ante tantas falsas promesas de los partidos patronales se exprese en esta elección en un “voto bronca”. Pero también puede ser que se canalice por la positiva en un voto por una alternativa de independencia de clase que puede ser expresado por la izquierda, como se dejó ver en la buena elección que hizo la lista del FIT-U en Jujuy.
Más importante que eso, también está abierta la pelea por construir con esa juventud que ya viene siendo parte del activismo de las luchas obreras, de las puebladas y movilizaciones contra los femicidios, la represión policial y las peleas ambientales, una nueva dirección del movimiento obrero y popular. La que necesitamos con urgencia los y las trabajadores/as para acabar con los ajustes, la miseria, la entrega del país al imperialismo y pelear por un gobierno de los y las trabajadores/as.