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DEUDA Y FMI ¿ACORDAR CON EL IMPERIALISMO O LUCHAR PARA DERROTARLO?

El 17 de Octubre pasado una multitud militante acudió a la Plaza de Mayo, convocada por Hebe de Bonafini y las Madres de Plaza de Mayo, bajo las consignas: “No al pago de la deuda al FMI” y “Nosotrxs no debemos nada”. Lo mismo expresó La Cámpora, en un tema musical que dice “Esa deuda que dejaron no la vamos a pagar”. Alberto Fernández, durante el homenaje a Néstor Kirchner, a once años de su muerte, se diferenció: “No cerramos un acuerdo con el FMI porque no nos vamos a arrodillar”. El tema de la Deuda Externa, nunca resuelto a favor del pueblo trabajador, está de nuevo en primer plano.

El Presidente Fernández y su ministro Martín Guzmán promueven un entendimiento amigable con el FMI para refinanciar una deuda de U$D 44.000 millones contraída por el Gobierno de Mauricio Macri en 2018, de un préstamo acordado en origen por U$S 56.000 millones no efectivizado en su totalidad. Así lo plantearon también en las recientes Cumbre de Finanzas y Cumbre de Presidentes del G -20, pidiendo a la vez a los líderes mundiales, a los organismos internacionales de crédito y a los principales bancos del planeta, mayores plazos y menores tasas para pagar la Deuda Externa.

En tanto, Cristina Fernández y los sectores que lidera, buscan hacer presión sobre el FMI para obligar a un acuerdo que permita, según ellos, priorizar el gasto social y la recuperación económica luego de la pandemia. 

Las experiencias pasadas muestran que ningún pacto con los buitres fue para bienestar de los sectores populares. Cualquier acuerdo traerá consigo las amenazantes reformas laborales, jubilatorias, fiscales y cambiarias, que propondrán achicar los gastos del Estado para pagar a los usureros y que significarán mayores ajustes al pueblo trabajador. 

El futuro ya llegó

Alberto Fernández dijo también, en el acto recordatorio de Néstor Kirchner, que “vamos a negociar hasta que nuestro pueblo no vea en riesgo su futuro por pagar una deuda”.

La realidad cotidiana muestra que el presente ya está en peligro. Las ansiadas vacunas contra el COVID-19, finalmente llegaron, pero los limitados recursos económicos destinados a la pandemia, más las imposiciones de los laboratorios que las producen, nos costaron más de cien mil muertes. En los últimos cuatro años salarios y jubilaciones cayeron un 70% en relación con el dólar. El empleo tuvo una relativa recuperación respecto del bajón en 2020, pero la desocupación formal e informal sigue alta. La precarización del trabajo continúa, lo mismo que los avances sobre las conquistas laborales. Los precios suben sin freno, a pesar del congelamiento. El número de femicidios no cede. La mitad del país es pobre o muy pobre, falta el pan en muchísimas mesas, no se garantizan derechos elementales, como educación, salud y vivienda.

Mientras tanto, por ejemplo, el FMI destinó U$D 4.335 millones como Derechos Especiales de Giro (DEG) a Argentina para combatir la pandemia, pero el Gobierno los usará para pagar los vencimientos de Deuda hasta fin de año, por compromisos contraídos con el mismo Fondo.

Otro ejemplo: con los U$D 12.000 millones de Deuda que ya se pagaron desde que asumieron Alberto y Cristina se podrían haber construido, por caso, medio millón de viviendas, casi el doble de las 260.000 que prometió el Gobierno hasta el fin de su mandato en 2023, pudiendo crearse además, nuevos empleos que dieran trabajo a unos dos millones de desocupados/as.

 

La independencia es con pelea

En enero de 2006, Kirchner canceló en un solo pago toda la deuda con el FMI, por un total de U$S 9.500 millones. Lo justificó porque así Argentina ganaría “grados de libertad para la toma de decisiones” que le permitirían “marchar hacia el futuro sin imposiciones, con autonomía y tranquilidad, sin urgencias impuestas, ni presiones indebidas”.

En 2010, durante el festejo del Bicentenario de la Revolución de Mayo, Cristina, Lula, Chávez, Evo, Correa, celebraron haber conquistado una supuesta Segunda Independencia Latinoamericana.

Sabemos que hay compañeros y compañeras que, aunque estén hoy desencantados con el Frente de Todos (FdT), recuerdan esos acontecimientos con simpatía y lo mismo sienten ante cualquier expresión antiimperialista. 

Pero nada fue como se prometió entonces. En tiempos de Cristina, quedamos en manos de los Tribunales de Nueva York  y del odiado Juez Griesa, cuando la primera mandataria declaró que Argentina era “pagadora serial”. Después, con Macri presidente, “volvió” el FMI. Y acá estamos: ni libres, ni desendeudados, lo mismo que el resto de nuestro continente.

Si Alberto Fernández quisiera de veras no arrodillarse ante el FMI, si Cristina y los sectores del FdT que la siguen, realmente tuvieran la meta de no pagar la estafa de la Deuda, aunque tan solo sea la generada por Macri, deberían involucrar a la dirigencia de la CGT, de las CTAs, de los movimientos sociales, del movimiento de mujeres, y apuntar más allá de la militancia kirchnerista, a la movilización de toda la clase trabajadora y sectores populares. Es preciso sacar conclusiones de por qué no se jugaron antes para derrotar a Macri y a su plan y de por qué tampoco se lo proponen ahora.

Para priorizar las necesidades obreras y populares, para no pagar la Deuda fraudulenta que no contrajo el pueblo trabajador, para lograr una verdadera Segunda y Definitiva Independencia del imperialismo hay una salida. Se necesita hacer una nueva revolución obrera y socialista,  y sostenerla con una enorme pelea a lo largo y ancho del continente como hicieron San Martín, Belgrano, Bolívar, Juana Azurduy. Las obreras y los obreros, quienes producen toda la riqueza, tienen que acaudillar este proceso.

Debemos comenzar a debatirlo ya en las fábricas, escuelas, hospitales, oficinas y barrios, organizar comités y acciones de repudio al FMI y por el No Pago de la Deuda, imponerlo o incluso saltear a las conducciones políticas y gremiales, porque después de las elecciones, Argentina marcha hacia un acuerdo que empeorará nuestras vidas. En este sentido es que adherimos a la jornada nacional de lucha contra la deuda que se realizará el 4/11, organizada por la Autoconvocatoria contra el pago de la deuda. Toda esta pelea significará hacer esfuerzos extra y hasta sacrificios, pero ellos no serán para seguir cargando las cadenas sino para romperlas en bien de ésta y de las futuras generaciones.