Los resultados electorales del último domingo fueron tomados con sorpresa dentro y fuera de Chile. Muchos activistas, jóvenes, trabajadores y trabajadoras se preguntan: ¿cómo es posible que después del estallido social del 18 de octubre, después de un Plebiscito donde más de 78% de las personas votaron por cambiar la constitución, un candidato de extrema derecha sea el más votado en las elecciones presidenciales?
Tomado de: https://www.vozdelostrabajadores.cl/
La respuesta a esa pregunta no es sencilla, pero podemos empezar por algunos datos electorales, que nos pueden ayudar a entender qué pasó.
Los primeros derrotados de las elecciones fueron los partidos que gobernaron el país en los últimos 30 años. Las candidaturas de la derecha y la ex Concertación obtuvieron el cuarto y quinto lugares en estas elecciones. En la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2017 esas dos coaliciones tuvieron 3.9 millones de votos. En las elecciones actuales, la votación de Yasna Provoste y Sebastián Sichel sumadas fue de 1.7 millón. O sea, ambos bloques perdieron más 2 millones de votos.
Por otro lado, irrumpen con fuerza dos “nuevos” bloques políticos: el Frente Social Cristiano, representado en la figura de José Antonio Kast, y Apruebo Dignidad (Frente Amplio, Partido Comunista y otros) representado por Boric. El tercer más votado, Parisi, del Partido de la Gente, hizo una campaña inédita, totalmente virtual, desde Estados Unidos, debido a no poder ingresar al país a causa de estar perseguido por la justicia por no pago de pensiones alimenticias.
José Antonio Kast tuvo poco más de 1.9 millón de votos (27,9%), 500 mil votos menos que Piñera en 2017 y 300 mil votos más que el “Rechazo” en el último Plebiscito. Evidentemente, muchos del “Rechazo” también votaron por Sichel, que tuvo casi 900 mil votos, y probablemente por Parisi. La “derecha” en 2017 (Piñera y Kast) tuvo 2.9 millones de votos en primera vuelta. En las elecciones actuales, Kast y Sichel tuvieron 2.8 millones. Sin dudas el voto a la derecha hoy es más político que en 2017, donde muchos trabajadores votaron por Piñera porque prometía más empleos.
El voto en Kast expresa una mayor polarización social, una reubicación del voto “conservador”. Kast logró expresar el temor que tienen sectores de la sociedad contra el “comunismo”, la “delincuencia”, “el terrorismo mapuche” y el “ataque a las tradiciones”. La votación de Kast también tuvo un importante carácter regional. El candidato ganó en la mayoría de las regiones del sur, a excepción de Punta Arenas. En la capital, Kast perdió ante Boric en casi todas las comunas, salvo las 5 comunas más ricas (Lo Barnechea, Vitacura, Las Condes, La Reina y Providencia). En algunas de las comunas más combativas y populares, como Puente Alto o Maipú, Kast perdió por amplio margen (Puente Alto: 51.800 por Boric y 26.500 por Kast; Maipú: Boric 76.000, Kast 42.000).1
La victoria parcial de Kast también expresa la hegemonía de un proyecto político en la derecha (que va ganando cada vez mayor apoyo de los grandes empresarios): ir cerrando completamente el espacio para reformas (económicas y democráticas) y apostar en el desgaste y desmoralización de la Convención Constitucional para vencer el Plebiscito de salida en 2022.
Por otro lado, Boric no logra un gran resultado electoral. Su votación fue un poco superior a la votación de las primarias de su coalición (pasó de 1.7 millones a 1.8 millones). También aquí hay que hacer un paréntesis, ya que en las primarias seguramente Boric tuvo votos de los tradicionales votantes de la ex Concertación e incluso de la derecha para vencer al ex candidato del PC, Daniel Jadue.
Uno de los elementos que explica la baja votación de Boric es que este no es un candidato que representa a la mayoría del enorme movimiento social que explotó el 18 de octubre de 2019. Es más, Boric se puso contra él en varios momentos, por ejemplo cuando votó a favor de la Ley Antibarracadas e impulsó el Acuerdo por la Paz, que garantizó la impunidad a Piñera y a los responsables por la guerra al pueblo. Boric tampoco es un candidato con raigambre popular ni obrera y no ha sido una de las figuras del proceso revolucionario. Esto hizo que muchos activistas, pobladores/as, trabajadores/as y jóvenes no fuesen a votar o votaran por otras candidaturas (como la de Parisi, que tuvo una expresiva votación, principalmente en el norte del país y en la clase obrera). Parisi logró capitalizar una parte importante del descontento con la política tradicional y también con el modelo económico.
Por último y no menos importante, la mayoría de la población no fue a votar. La participación electoral fue de un 46,7%, una votación que no supera con mucha diferencia las tradicionales elecciones presidenciales. Como ya habíamos previsto en otra declaración, no hubo un gran entusiasmo por las actuales elecciones. La baja participación afecta principalmente a las comunas populares y rurales. En las comunas burguesas la participación superó el 50% o 60%.
El primer paso para entender los resultados electorales es comprender que las elecciones no son un espejo de la realidad. Son la realidad distorsionada. El peso del poder económico, de los medios de comunicación (que están en manos de las familias más poderosas del país) y las reglas del sistema electoral generan una baja participación de la población y muchas distorsiones en la representación de la “voluntad popular”. El sistema democrático burgués es hecho a medida de los poderosos.
El próximo Congreso Nacional
La prueba de esa “falsa” representación popular es el Congreso. ¿Cómo es posible entender que las mismas fuerzas políticas que han gobernado el país en los últimos 30 años son mayoría en el Nuevo Congreso? Aquí queda aún más evidente la distorsión del “sistema democrático”, que privilegia los candidatos de partidos políticos tradicionales, no da espacio para independientes y donde se expresa un enorme peso de los candidatos con alto financiamiento y presencia mediática. También la crisis de la Lista del Pueblo, con los escándalos de Diego Ancalao y Pelao Vade, contribuyó a la falta de una alternativa que expresara de forma más directa el movimiento de masas.
La composición del próximo Congreso (Senado y Cámara) es nefasta para el pueblo y la clase trabajadora. No podemos tener ninguna confianza en ese Congreso. La única posibilidad de conquistar cambios o reformas está en la presión y movilización de las y los trabajadores en las calles, como ya quedó demostrado con los retiros de las AFPs y la conquista del Proceso Constituyente. El gran resultado de las elecciones para el Congreso es la entrada de Fabiola Campillai, activista en situación de discapacidad por la represión estatal, que tuvo la impresionante cifra de 402 mil votos, ganando la primera mayoría en la capital y superando resultados de listas completas de partidos políticos.
¿Cómo interpretar los resultados? Revolución y contrarrevolución en Chile
Desde el 18 de octubre de 2019 hemos planteado que en Chile se abrió un proceso revolucionario. Eso porque las masas trabajadoras y la juventud tomaron las calles de todo el país cuestionando todo: las instituciones, la desigualdad, la falta de derechos, el abuso empresarial, la destrucción de la naturaleza, o sea, el conjunto del modelo económico, social y político. Ese movimiento quedó inmortalizado en la consigna “No son 30 pesos, son 30 años”. Ese enorme movimiento también fue acompañado por la violencia de masas, principalmente la autodefensa contra las Fuerzas Policiales. Las masas avalaron la violencia contra el represor aparato estatal. Todos los acontecimientos del país empezaron a girar alrededor de la acción de las masas en las calles. Por eso decimos que se abrió una revolución en Chile.
Sin embargo, en una revolución no existe solo el campo revolucionario. Ninguna revolución es un proceso ininterrumpido de acciones de masas que van arrancando conquistas y conquistas. Eso porque los enemigos del pueblo también se reorganizan, hacen propaganda, reproducen mentiras, reprimen, negocian con los partidos políticos, etc.
Desde el 15 de noviembre de 2019 (la negociación que dio origen del Proceso Constituyente) las principales fuerzas políticas del país (de la derecha a la izquierda, incluidos el FA y el PC) se pusieron de acuerdo para intentar canalizar el actual proceso revolucionario a la vía de los acuerdos, de las negociaciones, de los cambios graduales, sin poner en riesgo el conjunto de la institucionalidad y el modelo económico. Por eso, mantuvieron el gobierno de Piñera y establecieron límites muy estrechos a la actual Convención Constitucional (no poder cambiar los Tratados de Libre Comercio, tener que aprobar las normas constitucionales por ⅔ de los constituyentes, etc.)
Lo que se expresó en las elecciones del último domingo fue un primer fracaso de los que apostaron por esa vía de la negociación. Por un lado, el candidato que defiende cerrar el proceso revolucionario a través de la fuerza fue el más votado. Logró canalizar todo el temor del sector más conservador y privilegiado de la sociedad, derrotando al sector más “centrista” de la derecha. Por otro, el candidato de los acuerdos y negociaciones (que reproduce la misma lógica de los últimos 30 años), Boric, fue castigado, ya que no logró movilizar el voto popular, de la inmensa juventud, los pobladores, (pobladores) y la clase obrera. El pacto del 15 de noviembre entra en su primera importante crisis y el futuro está abierto.
Hasta ahora no ha surgido ninguna fuerza popular y obrera que pueda presentar un proyecto alternativo que lleve a fondo el cuestionamiento al capitalismo neoliberal chileno. Existe una enorme crisis de dirección en el movimiento que se inició el 18 de octubre. También la rápida y profunda crisis de la Lista del Pueblo contribuyó a la falta de una alternativa electoral que la clase trabajadora pudiera identificar como suya. Por esos elementos es que la burguesía logra reorganizarse, a partir de su sector más reaccionario, y las fuerzas que defienden el pacto del 15 de noviembre no logran satisfacer las necesidades populares y ahora están siendo castigadas, aunque todavía es posible que Boric gane en la segunda vuelta.
Los proyectos enfrentados
Kast y Boric representan proyectos distintos.No son la misma cosa, aunque en el fondo ambos defienden el sistema capitalista. Kast defiende profundizar todo lo que existe hoy. Según él y sus apoyadores, todo está bien y los millones que salimos a las calles estamos equivocados o somos delincuentes. No sabemos reconocer las maravillas del Chile “desarrollado” y “moderno” que existe hoy. El señor Kast no tiene idea de lo que vivimos los trabajadores, porque es parte de la elite de este país y no tiene ninguno de los problemas que sufrimos los trabajadores: los sueldos miserables, las largas jornadas laborales, el hacinamiento y un largo etc.
Kast quiere profundizar el capitalismo neoliberal chileno. Mantener el sistema de AFPs y el saqueo de las pensiones de las y los trabajadores. Quiere mantener la precarización laboral del actual Código Laboral, elaborado por su maestro José Piñera e implementado por la dictadura. Propone profundizar el “extractivismo”, o sea, la producción de productos primarios y poco industrializados para exportación. Ya sabemos todas las consecuencias de ese modelo: enorme destrucción medioambiental, sequía en regiones enteras, contaminación de las comunidades, empleo precario, imposibilidad de desarrollo científico y tecnológico y un largo etc. Y todo eso para que los grandes empresarios nacionales y extranjeros sigan enriqueciéndose, saqueando los productos de nuestro trabajo, nuestra tierra y mar. En relación a la principal riqueza del país, el cobre, Kast va aún más lejos y propone privatizar lo poco que todavía queda en manos del Estado, la empresa estatal Codelco. Su propuesta de privatización de Codelco va en el sentido contrario de lo que necesita el país. Mientras la mayoría del pueblo exige más derechos en la Nueva Constitución, Kast quiere acabar de entregar la riqueza que podría permitir financiar vivienda, salud y educación.
Además de eso, sus propuestas relacionadas a las mujeres y a la población LGBTI son un enorme retroceso en relación a los pocos derechos en que se han avanzado. Propone acabar con el derecho al aborto en 3 causales, obligando las mujeres a tener hijos incluso en las peores condiciones. Quiere retroceder en los derechos de la población LGBTI y profundizar la discriminación contra la diversidad sexual.
Y por último, quiere acabar con toda la posibilidad de cambios que se abrió con la Convención Constitucional. Su respuesta a las demandas populares es: empeorar la vida del pueblo y si alguien se queja, poner la policía y los militares para reprimir. Como buen heredero de Pinochet, quiere perseguir a los activistas sociales y meterlos en la cárcel, profundizando la persecución estatal que ya existe hoy contra los mapuche, la juventud y la clase trabajadora que se organiza.
Por eso, llamamos a la clase trabajadora y la juventud a no votar por Kast y además a combatir a esa candidatura. Es fundamental que enfrentemos las propuestas reaccionarias de Kast y el gran empresariado con movilizaciones y también con el voto contra Kast en segunda vuelta.
Aunque Kast tenga un proyecto autoritario y nefasto para la mayoría de la población, nosotros no opinamos que Kast represente hoy un movimiento fascista. El concepto de “fascismo” está muy banalizado entre el activismo y en general es utilizado como sinónimo de autoritarismo. Sin embargo, autoritarismo y fascismo son cosas distintas. El fascismo fue un movimiento muy reaccionario, financiado por el gran capital y que se sostenía en sectores movilizados y militarizados del lúmpen y la pequeña burguesía empobrecida, que utilizaban métodos de guerra civil para acabar con las organizaciones populares y obreras. Eso generó el aplastamiento del movimiento popular y obrero en la Italia de Mussolini y en la Alemania nazista. Partidos o movimientos cercanos a Kast pueden tener embriones de fascismo, pero esos elementos todavía están por desarrollarse. Hoy incluso Kast intenta hacer un movimiento hacia el centro, moderando parte de su discurso para disputar el voto de sectores “democráticos” de la sociedad. Esto no significa que Kast no sea muy peligroso y que su gobierno no vaya a ser más represor que el gobierno de Piñera. Sin embargo, debemos entender quién es el enemigo para poder enfrentarlo.
Y aquí entra otra discusión: ¿cómo enfrentamos a Kast? ¿Es suficiente votar por Boric y que nos quedemos tranquilos?
En la segunda vuelta, planteamos que debemos votar por Boric para que Kast no llegue a la presidencia. Sin embargo, no debemos tener ninguna confianza en el proyecto de Boric y Apruebo Dignidad, porque su estrategia conduce a la derrota del enorme movimiento iniciado en octubre de 2019.
Boric tiene un programa de reformas con varios puntos progresivos que vienen del movimiento social y popular: el fin de las AFPs, el aumento de las pensiones, la reducción de la jornada laboral, el derecho al aborto, etc. Sin embargo, el mayor problema de Boric es la estrategia de su bloque. Boric, el Frente Amplio y el Partido Comunista plantean que es posible conquistar reformas para la clase trabajadora negociando con el gran empresariado y respetando la institucionalidad actual, que está totalmente al servicio de los dueños del país (Congreso, Justicia, etc.). Quieren hacernos creer que es posible transformar Chile, resolver el conflicto mapuche, los problemas de empleo y medioambientales a través de reformas negociadas con el gran empresariado. Kast critica a Boric y al PC por ser comunistas. Nada más distante de la realidad. Boric y el Partido Comunista son reformistas y sus propuestas están totalmente dentro de los marcos del capitalismo: cobrar más impuestos a los ricos para financiar derechos sociales.
Esa estrategia ya fracasó con la ex Concertación y va a fracasar nuevamente. ¿Cómo Boric pretende aprobar sus reformas en el actual Congreso? ¿Cómo el Frente Amplio plantea escribir una Constitución que cambie profundamente el país si tendrá que negociar con la derecha y la ex Concertación para llegar a los ⅔ de los votos? ¿Cómo se plantea cambiar el modelo extractivista respetando los Tratados de Libre Comercio que no permiten ningún mínimo grado de soberanía nacional?
El giro a la derecha de Boric es cada vez más evidente. En los últimos días Boric hizo discursos típicos de candidatos de derecha, diciendo que pondrá la mano dura contra el narcotráfico y poniendo en cuestión la liberación de los presos políticos. Además de eso, incorporó a su comandos figuras de peso de la ex Concertación. Todo eso para agradar el gran empresariado y demostrar que puede garantizar la “gobernabilidad”.
Entonces, ¿por qué llamamos a votar por Boric?
Porque creemos que la victoria de Kast significaría una victoria del gran empresariado y nos pondría en un peor escenario para las futuras luchas de la clase trabajadora y el pueblo. Una victoria de Boric podría generar un mayor movimiento social que presione el gobierno para que cumpla sus promesas y para arrancar más conquistas para la clase trabajadora, a pesar de la estrategia del PC y FA.
Es necesario construir un nuevo proyecto para la clase trabajadora y los pueblos
En las elecciones actuales no hay un candidato que represente los intereses inmediatos e históricos de la clase trabajadora. Los pueblos de Chile, la juventud y la clase obrera deben construir un proyecto de cambio radical del sistema capitalista neoliberal, que plantee una estrategia para derrotar al gran empresariado y poner las riquezas del país al servicio de la enorme mayoría de la población y la recuperación de la naturaleza. Chile puede ser un ejemplo para todo el mundo en la liberación del sistema capitalista.
Los pueblos que viven en Chile y Wallmapu deben elaborar un programa que pase por la recuperación de las principales riquezas del país, para que todo eso sea administrado por la clase trabajadora y los pueblos organizados. Esto pasa por nacionalizar todas las grandes empresas estratégicas del país, que hoy son las que garantizan las ganancias a un puñado de grandes empresarios. Es necesario nacionalizar la gran minería del cobre, litio, las grandes empresas forestales, las AFPs y la Banca. Todo eso debe ser puesto al servicio de la clase trabajadora y el pueblo para que se pueda planificar la economía de acuerdo a las necesidades de los pueblos y la recuperación de la naturaleza. Es necesario acabar con el saqueo extractivista de nuestro país, frenar la explotación irracional de los bienes minerales, los bosques, los mares. Debemos frenar los grandes proyectos extractivistas y diversificar la economía en armonía con la naturaleza, de la cual somos parte.
Es por eso que con nuestra compañera María Rivera y diversas organizaciones sindicales y sociales presentaremos un proyecto para que la Nueva Constitución nacionalice el cobre, el litio y el agua como un primer paso en la recuperación de todas la riqueza del país. (poner link) Sabemos que la mayoría de los partidos políticos en la Constituyente no defienden ese proyecto, ya que están al servicio de las grandes transnacionales. Por eso, creemos que es necesario generar un gran movimiento obrero y popular para que los constituyentes y el Estado respeten la voluntad del pueblo.
Para enfrentar a Kast (o incluso a Boric) es necesario que la clase trabajadora retome el camino de la organización y movilización. Es necesario reconstruir las asambleas territoriales, recuperar los sindicatos para las manos de las y los trabajadores, fortalecer las organizaciones de mujeres, diversidad sexual y juventud. Ir a votar el 19 de diciembre es parte de esa lucha, pero no es la parte más central.
Desde el Movimiento Internacional de Trabajadores estamos al servicio de organizar la clase trabajadora y la juventud para pelear contra Kast y contra todos los gobiernos capitalistas. Esas luchas deben tener un objetivo final la construcción de una sociedad libre de explotación, desigualdad y opresión. Invitamos a todas y todos los luchadores sociales a conocer el MIT y aportar en esta construcción.