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ANTE LA MARCHA A PLAZA DE MAYO DEL 2/9 ¿QUÉ FUE REALMENTE EL 17 DE OCTUBRE?

En los últimos días, los partidarios de CFK agitaron la idea de hacer un nuevo “17 de octubre”, en referencia al hecho que significó el nacimiento del peronismo como fuerza política. Incluso varios de ellos se han referido a la marcha del viernes 2 de septiembre como “un nuevo 17”. Sin embargo, las diferencias entre aquel hecho histórico y lo que el peronismo kirchnerista quiere o puede llegar a organizar son más que notables.

 

17 de octubre de 1945…

La movilización que dio origen al “Día de la Lealtad”, se originó en las divisiones entre los ricos y poderosos nacionales, causada por el ascenso del imperialismo yanqui en perjuicio del tradicional dominio británico, en el marco de su decadencia y la 2da Guerra Mundial. 

El coronel Juan Domingo Perón era parte del sector capitalista que pretendía resistir el avance norteamericano para preservar algo de los privilegios que la clase dominante argentina había tenido bajo la hegemonía inglesa. Siendo un político astuto y perceptivo, vio la oportunidad de pactar con parte de la conducción burocrática de una clase obrera cada vez más poderosa, para atraer a su proyecto a los nuevos luchadores que desafiaban el liderazgo de socialistas y comunistas, expuestos por sus compromisos con los sectores proyanquis. 

Estos últimos, ante el crecimiento imparable de la figura de Perón, movilizaron contra él a la clase media, a los sectores más ricos, y a una parte pequeña de la clase obrera. Generaron una campaña orquestada desde la embajada yanqui que repercutía dentro del gobierno militar de la época, y que finalmente dio sus frutos cuando Perón fue encarcelado en la isla Martín García. 

Entonces, los partidarios de Perón apelaron a los trabajadores para liberarlo, desatando la movilización obrera de mayor impacto en la historia argentina: una movilización que llevó a las columnas obreras a ocupar la Plaza de Mayo. Desafiando abiertamente a la dictadura militar del General Edelmiro Farrell, y a las maquinaciones de la oligarquía y la embajada de EE. UU., las cuales entendieron que no podían derrotar al movimiento obrero, y terminaron cediendo. 

Esa movilización completó el ascenso político de Perón, dándole respaldo como para resistir por unos años al poderío estadounidense, dar importantes concesiones al pueblo trabajador, y -lo más grave de todo- domesticar al movimiento obrero atándolo a su proyecto patronal y capitalista, y por ende enemigo de la clase obrera, como se vería más adelante.

…y lo que puede hacer el kirchnerismo

El kirchnerismo no cuenta con ningún elemento como para realizar algo así. Por empezar, a pesar de la profunda crisis, el dominio yanqui sigue firme por ahora, y todos los sectores patronales y sus políticos le rinden obediencia. No por nada, un amigo de la embajada yanqui como Sergio Massa es nombrado Ministro de Economía. Luego, Cristina Fernández de Kirchner no es una figura rupturista en ascenso como lo era Perón en 1945, sino una dirigente que ya es parte más que conocida del orden político, que ya fue presidenta y desencantó a buena parte del pueblo trabajador al gobernar para los poderes económicos, y que hoy solo influencia a un núcleo concentrado de seguidores.

Pero las diferencias fundamentales residen en el contenido social del primer peronismo frente al del actual kirchnerismo y también en los contextos. Por un lado,  Perón fue lo que fue, porque supo ganar el apoyo de la clase obrera: el sector más importante de la sociedad, no por su número, sino por su capacidad de producir todo lo que la misma sociedad necesita para existir como tal, y que además, venía dando peleas cada vez más duras, ganando organización y experiencia con ellas. El núcleo de seguidores del kirchnerismo no cuenta con ninguna de esas características: en su centro no está el movimiento obrero, sino sectores de clase media, y los obreros que siguen fielmente al kirchnerismo (dejando de lado a los dirigentes sindicales y su gente) son una minoría dentro de la clase. Esa falta de cohesión social es un obstáculo a la hora de dar grandes luchas.

Además, Perón desde la Secretaría de Trabajo otorgó conquistas que la efervescente clase obrera reclamaba: por ejemplo: aumento de salarios, implantación del salario mínimo, vital y básico, incremento importante del número de jubilaciones, reglamentación del descanso, derogación de la una ley regresiva sobre las Agremiaciones Gremiales del ´43 que permitía al gobierno intervenir los sindicatos, etc.  Por eso los trabajadores respondieron masivamente al llamado a Paro General de la CGT el 17 de octubre y fueron a la Plaza de Mayo. En cambio, la marcha del 2 de setiembre se realiza en medio de ataques del Gobierno a los sectores obreros y populares.

Necesitamos otra alternativa movilizadora

La movilización del 17 de octubre de 1945 fue una jornada que tuvo como protagonista a las masas obreras dispuestas a todo, y alteró para siempre la historia política argentina. El 2 de septiembre, las masas en la calle fueron poco más que el decorado de un acuerdo entre el Gobierno y la oposición, un acuerdo que buscó remendar el orden político sacudido por el atentado, para meter el ajuste que quiere el FMI. En definitiva, fue otra demostración de la incapacidad del peronismo kichnerista, ya no para ponerle punto final a los males del capitalismo, sino siquiera para dar una pelea seria a “la derecha” y los capitales concentrados a los que cada tanto critica.

Aun así, realmente debemos generar la movilización de la clase obrera de la clase obrera cope los centros de poder para poner patas para arriba al orden patronal. Pero esta vez, no para ponerse a disposición de un líder que quiera emparchar el capitalismo colonial, sino para imponer una salida socialista y revolucionaria. Para eso, hace falta forjar un nuevo liderazgo obrero y popular que represente a quienes luchan, y barra a los dirigentes traidores de nuestras organizaciones.