LA REFORMA LABORAL QUE PREPARAN

La piden empresarios y políticos

 

Desde los días en que Mauricio Macri ocupaba el sillón presidencial, se viene hablando de modernizar los convenios y las relaciones laborales. Que son obsoletos, que son una traba para contratar gente. Por supuesto, como es de esperar, estas modificaciones significan peores condiciones para los trabajadores. Lo obsoleto que señalan son muchas conquistas que hemos ganado a lo largo de los años que significan mayores costos a los empresarios.

El propio macrismo avanzó en algunas de estas modificaciones, no con una ley, como hubiese querido. Las movilizaciones de diciembre de 2017 contra la Reforma Previsional trabaron cualquier posibilidad de ley de Reforma Laboral. Pero sí se acordaron cambios en algunos convenios, como el de los petroleros, gracias a la traición de los dirigentes sindicales que firmaron estos acuerdos.

 

Ataques bajo la alfombra de la pandemia

 

Sin embargo, el mayor avance en una reforma más integral, fue durante el Gobierno actual, el de los Fernández. Y se hizo tapado por una de las máximas tragedias de los últimos años: la pandemia.

Tras un mes aproximadamente, en el que una parte importante de la industria estuvo parada por la cuarentena, paulatinamente fueron habilitando diferentes industrias a trabajar bajo protocolos, para garantizar la distancia social y así evitar que se propagaran los contagios.

Demás está decir lo que pasó: las medidas preventivas muchas veces no eran respetadas por las empresas, tampoco el aislamiento de los contactos estrechos ni la entrega de elementos de protección. La circulación creció y los contagios también.

Pero eso no fue lo único grave que sucedió. A partir de estos protocolos, las empresas avanzaron sobre las condiciones laborales con la excusa de la pandemia. Tareas realizadas por tres trabajadores eran ahora realizadas por dos. Se modificó la jornada laboral, se recortaron descansos. Los sindicatos negociaron reducciones salariales con la excusa de la crisis desatada por la inactividad. Ni hablar del impacto del teletrabajo. Esas son algunas de las tantas modificaciones que se implementaron bajo la alfombra durante este Gobierno.

Ahora avanza el proyecto, decreto mediante, para transformar los planes sociales en trabajo, con el Estado pagando una parte del salario de los trabajadores como ayuda social por 12 meses. O sea, traducido, mano de obra más barata para las empresas privadas.

 

La Reforma macrista sigue asomando

 

Esas modificaciones realizadas de hecho no son suficientes para la rapiña empresaria. Aunque igual siguen avanzando por ese camino, por ejemplo, la modificación de convenio con la complicidad de la burocracia sindical en la automotriz Toyota, para reacomodar la jornada laboral en los fines de semana. 

Paralelamente el sector empresario continúa exigiendo a gritos una Reforma Laboral. El vocero ahora es Marcos Galperín, CEO de Mercado Libre, quién hace pocas semanas volvió a instalar el debate en la red Twitter. A éste se le sumaron Mauricio Macri y María Eugenia Vidal. Piden “modernizar” las leyes laborales y que los empresarios tengan más facilidades para contratar. Así, dicen, se reduciría la informalidad y aumentaría el empleo digno. Hoy las patronales argumentan que no contratan porque no pueden despedir si necesitan, pero eso es falso. De hecho despiden constantemente selectivamente (especialmente a los activistas o compañeros con enfermedades laborales) con la complicidad de la burocracia y fuerzan a aceptar arreglos miserables para no ir a juicios que pueden durar años. Sin ir más lejos están los ejemplos recientes de Cerro Moro, Bedtime (ver páginas 8 y 9) .

¿Qué es lo que están planteando en concreto? Uno de los pedidos más grandes tiene que ver con la libertad para poder despedir trabajadores a diestra y siniestra. Para esto, proponen eliminar la indemnización por despido y reemplazarla por un seguro de desempleo. En algunos gremios, como en la construcción, esto ya existe, y no ha mejorado el empleo formal en ese sector.

Cuando hablan de “modernizar” su vista está puesta en las aplicaciones como Uber, Pedidos Ya, etc. En las que la relación de trabajo es disfrazada, poniendo al trabajador como si fuera un “autónomo” asociado a la empresa. De esta forma se desconocen todos los derechos laborales, la jornada laboral, la sindicalización, la obra social. Ese es el objetivo final.

 

Nada bueno vendrá de estos planes

 

El desempleo y la informalidad son problemas reales que nos aquejan a los trabajadores, pero los cambios que proponen no resolverán estos problemas. De fondo lo que quieren es igualar las condiciones del empleo formal al informal, o de modo más sencillo, legalizar el trabajo informal. Liquidar la estabilidad laboral, reducir los salarios y terminar con la posibilidad de la organización sindical de los trabajadores.

Frente a esta situación cabe preguntarse: ¿realmente están perdiendo plata? Con la industria mostrando resultados positivos, cuesta creer del todo este argumento. Que muestren sus libros contables. Ahí veremos cuánto es realmente lo que los trabajadores le cuestan a las empresas. Ahí veremos la cantidad de plata que se llevan mientras lloran por no poder despedir trabajadores, a quienes en la inmensa mayoría de los casos les pagan por debajo de la línea de pobreza.

Para terminar con la informalidad laboral y el desempleo hay que liquidar todas las mediaciones como las agencias y las tercerizadas, que solamente son curros para ahorrarle monedas a los empresarios en cargas sociales, impuestos y conflictos. Que pase todo el personal a planta permanente, que no se use la trampa del monotributo, y que las horas de trabajo sean repartidas, sin reducir los salarios entre quienes estén en condiciones de trabajar. 

Nada bueno para los trabajadores vendrá de los pedidos del empresariado: queda en nuestras manos tomar estos problemas para defender y mejorar nuestras condiciones laborales.