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41 AÑOS DE LA GUERRA DE MALVINAS: RECUPERAR LAS ISLAS

 

 

Otro aniversario de la guerra nos encuentra con el FMI digitando la economía, empresas extranjeras avanzando sobre nuestros recursos, y estancieros ingleses quedándose con porciones de territorio; y con los usurpadores en las islas reforzando la presencia militar que respalda este saqueo, al tiempo que depredan los recursos del mar. Mientras tanto, para el pueblo trabajador este avance sobre la soberanía se traduce en hambre, contaminación y represión. Es necesario terminar con este vaciamiento echando a los imperialistas de las Malvinas y de todo el país. Pero eso solo pueden hacerlo la clase obrera y el pueblo con su lucha.

Hace 41 años, la dictadura genocida hizo una jugada desesperada por zafar de la creciente furia popular; lanzando una operación militar que recuperó las Islas Malvinas, Sandwich y Georgias; usurpadas por el imperialismo inglés. Y así, se metieron en un desafío al orden mundial imperialista al que había defendido cometiendo toda clase de crímenes.

El pueblo trabajador apoyó con todas sus fuerzas a la causa; pero al mismo tiempo rechazando a la dictadura. Millones de personas, pueblos enteros hicieron lo mismo en otros países; viendo la oportunidad de vengarse de siglos de agresiones imperialistas. Sin embargo, la clase dominante argentina quería evitar por todos los medios un nuevo Vietnam; y la dictadura, con la ayuda de peronistas, radicales y la iglesia, organizó la derrota traicionando y dejando librados a su suerte tanto a los miles de soldados- en su mayoría colimbas- que resistieron heroicamente la superioridad militar británica, la falta de recursos y el sadismo cobarde sus jefes, como a las amplias masas que se movilizaron en apoyo al bando argentino.

Una clase dominante, dominada por las potencias

La dictadura pagó el precio máximo por eso: Galtieri tuvo que huir de la Rosada ante la amenaza creciente de un levantamiento popular, y la junta de comandantes se disolvió; nombrando a Bignone para pactar la impunidad. No les pudo haber salido peor.

Pero en lugar de castigar semejante traición, los gobiernos posteriores a 1983 decidieron “pasar de página”, optando por humillarse frente a las potencias mundiales. Así, los gobiernos sucesivos aceptaron no solo permitir el saqueo por la vía de aceptar la deuda externa tomada por la dictadura o alentar las privatizaciones; sino que además, renunciaron a incrementar las capacidades militares de defensa de la soberanía, mientras el Reino Unido reforzaba su presencia militar en las islas.

Y como si esto no bastara, los sectores de poder se esforzaron en imponer una especie culpa colectiva, motorizada por idea de que fue un crimen desafiar militarmente al orden mundial. Esta idea implicó, entre otras cosas, la estigmatización de los excombatientes; tachados de “víctimas” de una locura política, para negarles el carácter de héroes que lucharon por una causa justa y traicionada. Una política que incluso fue tomada por sectores que se dicen “progresistas”- o incluso “de izquierda”- que trataron de poner un signo igual entre los bandos, y centrarse en denunciar a la dictadura; pasando por alto que Inglaterra es una potencia imperialista dada a invadir países, que Argentina es una nación pobre del tercer mundo, y que desde su ocupación colonial en las islas, la OTAN proyecta su poderío sobre nuestro continente.

En realidad, no se puede esperar otra postura de una clase dominante como la de este país; que nació y creció al ritmo de entregar el país a los caprichos del mercado mundial. Una clase dominante sometida absolutamente a los capitales extranjeros; y que generación tras generación va incrementando el yugo colonial que los trabajadores y el pueblo pagamos con nuestro sufrimiento. Y aunque el impacto producido por las grandes luchas de 2001 en el orden patronal haya obligado a sus políticos a abandonar la faceta más extrema de esta política (conocida como “desmalvinización”), los sectores de poder siguen razonando como siempre

¡Fuera ingleses de Malvinas! ¡Fuera imperialistas de Argentina y nuestro continente!

Pero el pueblo trabajador nunca olvidó. No solo porque fueron sus hijos e hijas los que dejaron la sangre en Malvinas, sino porque todos los días enfrenta al imperialismo para defender su salario, sus condiciones de trabajo y su propia tierra.

Y al pueblo trabajador, con la clase obrera al frente, le corresponde continuar la lucha hasta terminar echar al imperialismo y sus subordinados, no solo de Malvinas sino de todo el país; logrando de una vez y para siempre ponerle fin al colonialismo en nuestro territorio, y alcanzando una independencia definitiva.

Para eso, hace falta forjar una nueva dirigencia política y sindical para los trabajadores y el pueblo; una dirigencia que no tenga compromisos con los patrones y la leyes, y esté a la altura del heroísmo de las masas. El PSTU está entregado a la tarea de construir ese nuevo liderazgo, y convoca a los mejores luchadores y luchadoras a que se sumen a esa tarea