Como en casi toda elección presidencial desde 2015, los defensores del peronismo kirchnerista salen a pedir el voto, argumentando ser los únicos que pueden parar a una “derecha” monstruosa que levantaría la cabeza si ellos pierden las elecciones. Pero la realidad, es que ellos son la causa de que tal “derecha” avance, e incluso exista.
No negamos que existan compañeros y compañeras peronistas honestos y luchadores, que militen en ese partido creyendo que es la mejor herramienta para mejorar la vida del pueblo trabajador. Algunos tienen recuerdos de las grandes luchas dadas por la clase obrera cuando era mayoritariamente peronista, otros de los primeros años de bienestar relativo con la ola kirchnerista en el peronismo. Y muchos, de manera saludable, simplemente se identifican con el peronismo por odiar al “gorilaje”, a la oligarquía y a los represores.
Todos estos compañeros y compañeras están junto al pueblo trabajador, forman parte de él, suelen llevarse decepciones con el peronismo. Porque es cierto que el peronismo y su ala kirchnerista no solo dirigen las organizaciones obreras y populares, tienen un discurso con contenido social, e incluso han dado concesiones significativas (aunque cada vez más pequeñas). El problema es que ese sector político es uno de los principales sostenes del orden capitalista bajo el que vivimos.
Un orden patronal, sometido colonialmente al imperialismo y sus instituciones como el FMI, y enfocado en el saqueo y la explotación de nuestra clase trabajadora y nuestro país. Un orden decadente, que deja cada vez menos margen para concesiones y mejoras, las cuales no solo son cada vez menores, sino que deben ser conquistadas con luchas cada vez más duras.
Lo peor de todo es que siempre ha sido así: el peronismo no tuvo una etapa gloriosa, sino circunstancias favorables que le permitieron otorgar ciertos derechos.
Una historia de amagues y rendiciones
El peronismo tiene un recorrido de grandes luchas obreras y populares que, por falta de una dirección a la altura de las circunstancias, terminan siendo neutralizadas por gobiernos patronales que estabilizan la situación concediendo ciertas reivindicaciones, aprovechan situaciones favorables (ocasionalmente acompañadas por un buen clima de negocios internacional). Pero al no ser capaces de superar el eterno declive del capitalismo colonial argentino, entran en decadencia, empiezan a quitar todo aquello que concedieron a los trabajadores y al pueblo, y permiten que “la derecha” levante cabeza.
Finalmente, impiden que la clase obrera y el pueblo se organicen para enfrentar a esa “derecha” que vuelve a tomar venganza contra el pueblo trabajador, terminan cediéndole el poder, y al tiempo vuelven a comenzar las grandes luchas obreras y populares, iniciando de nuevo el ciclo. Como, por ejemplo, hicieron frente al golpe del 55.
A lo largo de estas casi ocho décadas, con ciertos matices como los Gobiernos de Frondizi y Alfonsín (que en cierto modo tomó el lugar del peronismo), este ciclo se ha repetido una y otra vez: una rueda que nos hunde en la miseria cada vez más profundamente, generación tras generación.
Romper el círculo de traiciones y vaciamiento
En este balotaje, los pocos que seguimos reivindicando el voto en blanco, recibimos una y otra vez el llamado de peronistas ortodoxos y kirchneristas a votar por el agente yanqui Sergio Massa. Nosotros, al contrario, queremos llamarlos a la reflexión a ellos.
Incapaces de superar el capitalismo, sus dirigentes los metieron en una nueva trampa histórica, que en cualquier opción llevará al gobierno a los buitres de la Deuda Pública externa e interna, a los apóstoles de la represión y el ajuste. Ya sea a través de los berrinches ultraderechistas de Milei, o del “gobierno de unidad nacional” de Massa, el camino que les ofrecen los conduce allí.
Nosotros los invitamos a cambiar la historia. A sacudir los cimientos de este orden que solo nos trae miseria y dolor, y a hacer que esas luchas obreras y populares que siempre vuelven, triunfen de una vez por todas y derroquen al orden patronal y colonial.
El primer paso para eso es rechazar la farsa del balotaje, votando en blanco, impugnando o no yendo a votar este 19/11: cuanto más seamos los que tomemos este camino, menos legitimidad tendrá el Gobierno que surja. El paso siguiente es discutir un programa político que supere las concesiones de Juan Domingo Perón en los ’40: un programa para que sea la clase trabajadora la que gobierne, y construya una Argentina Socialista, en la perspectiva de una revolución internacional. Un programa que sirva para construir una herramienta que barra a la dirigencia peronista de nuestras organizaciones, y conduzca a la victoria a la clase obrera y al pueblo.