Suspensiones y despidos encubiertos con retiros voluntarios o finalización de contratos. Telegramas de despido en las constructoras por los anuncios del Presidente electo, Javier Milei, de paralizar la obra pública. La inflación que no para se comió los aumentos de salario conseguidos. El trabajo precarizado e informal se instala cada día más y afecta sobre todo a mujeres y jóvenes.
A todo esto, hace rato que no llegamos a fin de mes. El Gobierno de los Fernández nos hundió más de lo que ya lo había hecho el de Mauricio Macri. Es que todos ellos se arrodillaron ante las órdenes del FMI y al servicio de las empresas para que no pierdan un peso y obtengan mayores ganancias.
¿Y las conducciones sindicales?
No organizaron ni paros ni movilizaciones contra los ataques a nuestros derechos, nuestros trabajos, nuestras conquistas, a los sueldos que no alcanzan, nada frente a los femicidios que siguen creciendo, nada en “la pandemia” cuando acordaron con las patronales y el Gobierno que debíamos trabajar, exponiéndonos a la enfermedad y la muerte. Cuando sí lo hicieron, fue porque por abajo había mucha bronca a punto de explotar y hacer peligrar sus sillones como fue el paro y la gran movilización de obreros y obreras de UOM, garantizado porque se organizaron en las fábricas, incluso para ir juntos y participar en la marcha.
Milei tiene política para sumar a estas conducciones traidoras. El dirigente de la UOCRA (Construcción) Gerardo Martínez avaló un sistema en el gremio, que consiste en que cada trabajador no recibe indemnización sino mensualidades que se depositan en una cuenta por cese laboral como seguro de desempleo, y esto es lo que quiere aplicar Milei en todos los trabajos. Otros gremios como SMATA, ATE, etc., hablan de “estar alertas”. Facundo Moyano dice “no poner palos en la rueda” y su hermano Pablo ahora plantea la eterna frase hecha: “no vamos a dar un paso atrás en la defensa de los trabajadores”. Habría que avisarle que ya dieron muchos pasos atrás.
Romper las ataduras con la patronal y el Estado
Es evidente que para estar preparados necesitamos nuevos dirigentes en los Sindicatos, en las Comisiones Internas, y en todas las organizaciones obreras y populares. Pero con eso no alcanza.
Los Sindicatos (y también las Comisiones Internas) están atados al Estado a través de la Ley de Asociaciones Profesionales. Esto condiciona la manera en la que actúan, la forma en la que nos organizamos. Mediante esta Ley, el Estado puede determinar, por ejemplo, cuál Sindicato es válido y cuál no, cuál huelga es legal y cuál no. Los estatutos de los Sindicatos siguen esta misma lógica.
Las cuotas sindicales, de donde sale la plata para que funcionen las organizaciones, son cobradas por la patronal. Lo mismo sucede con los aportes a las obras sociales. No nos olvidemos, por ejemplo, que Macri, al igual que otros gobernantes, utilizó los fondos que había retenido el Estado de estos aportes para negociar con los dirigentes de la CGT cuando era Presidente.
Es fundamental que surjan nuevos/as dirigentes. Que desafíen a los/as burócratas de turno. Que formen listas y disputen las Comisiones Internas, los cuerpos de Delegados, los Sindicatos.
Por eso, no alcanza con recuperar los Sindicatos, hay que revolucionarlos. Y eso empieza por tirar abajo la Ley de Asociaciones Profesionales. Solamente aceptamos una ley que diga que los trabajadores podemos organizarnos de la manera que queramos, y punto. La cuota sindical debe ser recaudada por los mismos dirigentes en los lugares de trabajo. Que den la cara y rindan cuentas ante su propia base. ¡A ver si los dirigentes traidores se animan a asomar la cabeza y pedir a los trabajadores sus aportes mientras dejan pasar todos los planes de ajuste!
Por nuevas formas de organización
Pero mientras nuestras organizaciones tradicionales estén atadas a los Gobiernos y las patronales, debemos buscar qué alternativas tenemos para preparar y dirigir nuestras luchas.
Tenemos que partir de las asambleas de base, que son las instancias más democráticas que tenemos a nuestro alcance. Debemos exigir que se realicen, y allí donde haya negativa de los dirigentes, y podamos, tenemos que imponerlas. Pero a partir de ahí hay que buscar cómo organizar a quienes se pongan a la cabeza, a los mejores luchadores y luchadoras, para garantizar todo lo que sea necesario para la victoria.
Comités que organicen por ejemplo la difusión de los conflictos, la autodefensa de la fábrica, la organización junto con los/as desocupados/as. Todas las tareas que requiera la lucha en el momento, o la que esté en preparación. Lo mismo a nivel de las zonas o regiones.
La historia de nuestro país tiene innumerables ejemplos como es el de las coordinadoras ( por ejemplo las coordinadoras interfabriles clasistas de la década del ‘70), que, por fuera de los marcos de los sindicatos y las organizaciones tradicionales, agrupaban a diferentes sectores movilizados.
A veces, en el marco de una lucha determinada, estas formas de organización se dan de forma natural, otras veces esto no pasa. Pero es muy importante que empecemos a debatir cómo prepararlas, aún cuando no haya conflictos, para ganar tiempo valioso. De esto dependerá la suerte de muchas de las futuras batallas