Con una inmensa movilización a lo largo y a lo ancho del país, el Paro General del 24 de Enero demostró que los trabajadores tenemos la fuerza y la voluntad de hacerle frente al plan de Javier Milei. Los primeros efectos no tardaron en llegar: la Justicia suspendió el aumento de tarifas y varios artículos del DNU, los referentes a la Reforma Laboral, a la Ley de Tierras y a la desregulación de los aumentos en las prepagas, aunque por ahora éstas en casos individuales.
Un paro que pudo ser más
Aunque la movilización fue enorme tanto en Buenos Aires como en distintas ciudades del país, el acatamiento al paro fue desigual en muchos sectores. Esto se debe en primer lugar a que los dirigentes de la CGT y las CTAs no se jugaron del todo a parar. Algunos sectores con mucho peso en la economía como la Federación Petrolera, adhirieron al paro, pero no pararon. Tampoco ayudó el horario. El paro debía ser desde primera hora, garantizando con piquetes la medida. Cuando más de la mitad de los trabajadores del país están en la informalidad, resulta aún más indispensable garantizar las medidas.
Las direcciones sindicales tampoco se jugaron a hacer aún más masiva la convocatoria. Algunas llegaron al punto de cambiar su cita para la movilización de un día para el otro, provocando confusión. Mismo en la concentración, desde el palco se llamaba a “salir de la calle” para no hacerle el juego a la derecha. La calle continuó cortada igual, pese a todas las amenazas de Bullrich.
Una política para traicionar
Los dirigentes llamaron a este paro y movilización con una trampa: confiar en que al ajuste de Milei lo derrotaremos en el terreno de las instituciones, el Parlamento y la Justicia. Así por ejemplo convocaron con la consigna de “apoyar a los diputados para que no voten la Ley Ómnibus ni el DNU”, o presentando amparos judiciales contra las medidas del Gobierno.
Por medio de la movilización podemos empujar a la Justicia a fallar en favor de nuestras reivindicaciones, pero no podemos confiar en que sea el camino para derrotar a Milei y a su séquito. Sobre todo siendo que la misma Justicia es la que persigue a nuestros compañeros, como después de la movilización contra la Reforma Previsional de Macri.
Tampoco podemos tener expectativas en el Parlamento. Más cuando sabemos que los votos para la ley están. Al cierre de esta edición se sigue debatiendo la ley en la Cámara de Diputados y el circo de los dictámenes continúa: nadie sabe que está votando, mientras la Policía Federal y Gendarmería reprimen fuera del Congreso. Esto muestra al Parlamento como lo que es, una cueva de bandidos, de la que no puede salir nada bueno para el pueblo trabajador.
Prepararnos para una pelea larga e intensa
Aún así no pase la Ley Ómnibus ni el DNU, mientras no derrotemos al Gobierno, el plan seguirá adelante. Mientras tanto, los precios siguen aumentando y los salarios no dan para más, mientras continúan los ataques en forma de despidos, centralmente hacia los trabajadores estatales, y comenzando con los privados.
Debemos contestar de manera contundente: necesitamos preparar una lucha como la que dimos el 18 de diciembre de 2017, pero mejor preparada. Es la única manera de no solamente frenar el deterioro de nuestro salario y garantizar el pan, sino también de tirar abajo todos los ataques de este Gobierno ultra ajustador. Esto se vuelve aún más importante si la Ley se vota y el DNU queda vigente.
Hay que ir a buscar a las compañeras y compañeros que hoy están con dudas, convencerlos. Hacer asambleas en todos los lugares, y preparar una respuesta unificada. Hace falta un plan de lucha, con medidas contundentes que toquen las ganancias capitalistas. No podemos confiar ni en la Justicia ni en el Congreso, hay que derrotarlos en las calles.
Argentina necesita una Revolución
Pero nos engañamos si creemos que esto se resuelve solamente luchando. La crisis que vivimos es responsabilidad de todo este sistema capitalista.
Mientras los empresarios se llenan los bolsillos, los trabajadores cada vez somos más atacados. Aunque los diferentes gobiernos liberales, peronistas, radicales, varían la intensidad del ataque, todos siguen sosteniendo este sistema al final del día.
Es hora de cambiar las cosas. Tenemos que construir una alternativa revolucionaria, un gobierno de los trabajadores. Que expropie las principales empresas y los recursos naturales y los ponga al servicio del pueblo trabajador.
Lo que necesitamos es una Revolución Obrera y Socialista. Es la única alternativa a los planes de miseria que nos siguen imponiendo.
Internacionalismo el 24 de enero
El paro del 24E contó con el apoyo internacional de grandes movilizaciones en todo el mundo. Nuestro partido mundial, la LIT-CI, fue parte de esas movilizaciones y llamó a la solidaridad con el pueblo argentino.
En la movilización al Congreso, estuvo presente Altino Prazeres, dirigente del Metro de San Pablo, despedido por luchar contra las privatizaciones. Y también es militante del PSTU, en Brasil.
Esto demuestra, una vez más, que los trabajadores no tenemos fronteras, que nuestra lucha es internacional. Debemos redoblar esa solidaridad con los pueblos del mundo, de cara a las peleas que se vienen.