Dirigentes políticos, analistas, encuestadores, periodistas, consultores, todos fueron sorprendidos por los resultados de las elecciones presidenciales que actuaron como un tsunami sobre la estructura política del país. Nadie previó el cuasi empate entre Macri y Scioli, la derrota del PJ en la provincia de Buenos Aires y en Jujuy, perdiendo dos distritos históricamente gobernados por el peronismo. Los papeles se le quemaron a todos, y los debates se abrieron inmediatamente: ¿Hay un giro a la derecha en el país?, ¿Qué va a pasar con el PJ, el principal partido político?; ¿hay verdaderamente dos modelos en pugna en el ballotage?, ¿Por qué hay que votar en blanco en la segunda vuelta?
La ruptura con el gobierno se expresó en las urnas
Los que se expresó en las elecciones presidenciales del 2015 fue un rotundo rechazo al gobierno de Cristina Kirchner y su gestión. El 65 % de la población votó contra el gobierno a las diferentes listas opositoras, dejando atónita a la administración K que pensaba que ganaba sin sobresaltos, dado que 3 meses antes en la PASO había tenido un triunfo cómodo. El plan del gobierno era ganar en primera vuelta sacando una irreversible ventaja de 10 puntos al segundo candidato. Medios de comunicación, periodistas, analistas, dirigentes plantearon esto como la perspectiva más probable, y todo indicaba que iba a ser así, incluso a las 19 hs, una hora después de cerradas las urnas, los principales medios de comunicación anunciaban el triunfo de Scioli, el candidato del gobierno, y se preparaban los festejos del oficialismo en todo el país.
Pero algo salió mal. Los medios de comunicación dejaron de recibir noticias. El Correo Argentino, manejado por La Cámpora, retuvo los datos de las urnas hasta las 21 hs., cuando los primeros escrutinios reflejaban una realidad que ya no se podía ocultar. Un aluvión de votos a la oposición liquidaba toda posibilidad para el gobierno de ganar en primera vuelta y puso la perspectiva electoral ante un ballotage, lejos de los planes del gobierno que ganó ajustadamente por 2 puntos (36,8 % FpV, contra 34,3 % del Cambiemos). Para el kirchnerismo, el sólo hecho de tener que ir a un ballotage contra Mauricio Macri era de por sí una derrota, agravada aún por la escasa diferencia de votos entre ambos candidatos.
Las masas expresaron el rechazo al hambre, la pobreza, la miseria, los bajos salarios, la precarización y mayor dependencia del imperialismo que sufre nuestro país tras 10 años de gestión K, y utilizaron el “voto útil“ para castigarla. Millones se pronunciaron expresando su rechazo a los funcionarios millonarios del Frente para la Victoria, su aparato clientelar corrupto, la burocracia sindical, los matones, las mafias, y la impunidad de los nuevos ricos del gobierno, los millonarios que viven en Puerto Madero y se pasean impunemente como el vicepresidente Amado Boudou.
Un golpe histórico para el PJ
El tsunami electoral de octubre impactó sobre al régimen político del país en conjunto, sobre todo en el principal partido burgués de la Argentina: el Peronismo. El PJ es la estructura política más importante: un enorme aparato político, una gigantesca maquinaria con millones de votos cautivos mediante una formidable estructura clientelar de planes sociales y subsidios manejados por punteros políticos, intendentes y gobernadores. Esa poderosa maquinaria, controlada por las grandes empresas, banqueros, burócratas sindicales, funcionarios financiados generosamente por multinacionales y jefes del capitalismo local, sufrió un enorme golpe, que sacude todo el régimen político del país.
La derrota es enorme y tiene ribetes históricos. A pesar de haber ganado con la fórmula presidencial, tras 24 años el PJ perdió la gobernación de la provincia de Buenos Aires, que económica, social y políticamente es la más importante del país con casi el 40% del padrón electoral. La derrota de la “morsa” Aníbal Fernández, Jefe de Gabinete de Cristina y candidato a Gobernador de la provincia, vinculado a mafias y denunciado por tener vinculaciones con el narcotráfico provocó un fenómeno pocas veces visto: una oleada de corte de boleta contra el delfín cristinista, tomando a la candidatura de María Eugenia Vidal de “Cambiemos” como la herramienta para manifestar su repudio.
Y quizás más importante que esto es la derrota del PJ en la mitad de los municipios de la provincia, donde se concentra el poder territorial del aparato bonaerense, donde fueron desplazados dirigentes históricos del conurbano como Hugo Curto de Tres de Febrero y el “Barba” Gutiérrez en Quilmes por personajes ignotos en la política, perdiendo también en La Plata, la capital de la provincia. Vale aclarar que ambos personajes son además destacados dirigentes de la UOM y responsables de duras derrotas obreras, dándole por añadidura un golpe a la propia burocracia que conduce el gremio de los metalúrgicos.
Y a su vez, la candidatura de Scioli perdió todos los principales distritos electorales del país: fue derrotado en Santa Fe, Mendoza, Córdoba, y la Ciudad de Buenos Aires, en éstos dos últimos por paliza, además de perder bastiones históricos como Jujuy o Entre Ríos.
Notas complementarias: