Santa Cruz, parece ser el laboratorio de ensayo donde las multinacionales y el gobierno experimentan hasta dónde pueden llegar a ajustar el cinto al trabajador explotándolo en las peores condiciones posibles, con recortes salariales y avanzando sobre las conquistas.
Así lo demuestran los hechos: ante el despido de 80 trabajadores de la empresa Huinoil, la conducción del camporista Claudio Vidal intento descabezar a los dirigentes, delegados y activistas que, una vez agotados los tiempos legales, organizaron una legítima medida de fuerza. Este ataque lo hizo en complicidad con los organismos de gobierno como el Ministerio de Trabajo de la Nación y la Subsecretaria Provincial hacia dirigentes democráticos que resuelven las acciones en asamblea y son sostenidos por sus bases, constituyen además la oposición dentro del gremio y organizan la resistencia a la aplicación del ajuste.
La coalición del ajuste se compone de la patronal, el gobierno y el sindicato. La primera, nacional y multinacional (YPF) solicita al gobierno cuáles son las condiciones laborales sobre las que quieren avanzar. Para eso exige a la dirección del sindicato la aplicación de un convenio de crisis, un convenio de crisis que vienen pidiendo hace rato, sin éxito, pero que ahora ven posible aplicar aprovechando la sumisión de la conducción sindical.
Por su parte el gobierno, que dice combatir a las corporaciones, pone a disposición del pedido de la patronal el aparato represivo-judicial y de espionaje de Gendarmería y la Secretaría de Seguridad del represor y buchón Berni. Militarizaron la zona, algunos equipos de SAI han trabajado custodiados a punta de fusil, si, como en la dictadura. Han perseguido a los que luchan como en la toma de la planta de petróleo LH3 de la operadora china SINOPEC, por parte de los despedidos de Huinoil, donde denunciaron y pidieron la captura de cuatro trabajadores incluido el delegado. Mientras la agrupación gubernamental La Cámpora se ha apropiado de la caja del sindicato para la campaña electoral de Scioli y Alicia K.
Es lamentable el papel de la conducción sindical, que lejos de defender los intereses de sus representados, amenaza a los que quieren enfrentar el ajuste, colabora con la logística del aparato judicial-represivo, denunciando o mandando a los trabajadores que puede amedrentar, a denunciar falsamente a sus compañeros que luchan. Hace campañas de difamación de dirigentes, delegados y activistas combativos, los amenazan y los entregan para que los encarcelen o los procesen judicialmente. Su plan, lo han dicho, es expulsar a todos los delegados opositores y activistas.
La interna gremial que denuncia la conducción de petroleros, no es más que una maniobra para neutralizar la resistencia de los trabajadores al ajuste y a la vez aplicar el convenio de crisis que necesitan las operadoras para mantener su nivel de ganancias. Prefieren poner plata para campaña electoral y para la buena vida de un grupo de dirigentes ambiciosos que darle a cada trabajador condiciones laborales y salario digno.
La historia está llena de ejemplos de los métodos del capitalismo para ajustar a los trabajadores y también ejemplos de luchas exitosas de los trabajadores.
Una de esas lecciones es que la vanguardia luchadora de los trabajadores, no debe encarar las luchas solos y sin organización. Solo la solidaridad y la masividad de una demanda puede torcer la historia. Por eso, la tarea de los dirigentes debe ser convencer al resto de las bases de que solo la lucha garantiza defender lo conseguido e ir por un salario digno y que la pelea se pierde si dejamos hacer al Gobierno, los patrones y los malos dirigentes.
Esta lección también incluye el compromiso por parte de cada uno de los trabajadores que sufren este ataque a su dignidad, quitándose el miedo y el conformismo, somos más que ellos y la unión es la fuerza.
Van a ir hasta donde les dejemos que avancen. Por nosotros, los que vienen detrás nuestro y por los demás trabajadores del país.