Una nueva trampa en marcha

Hace cuatro años Cristina aprovechó el 54% de los votos para justificar la aplicación del plan de ajuste apoyándose en el “mandato de la voluntad popular.” Y acusando de “golpista” y/o “destituyente” a cualquiera que se opusiera a dicho plan.

Hoy, apoyándose en el alto porcentaje de votación y la polarización alcanzada con el balotagge, se intenta legitimar esta trampa nuevamente apelando a argumentos similares.

Camuflado de plan “desarrollista”, se intenta hacer pasar un plan de ajuste al servicio de los bancos y las multinacionales. También hay claros indicios de que van a profundizar la persecución y represión a los luchadores.

Para tales fines, ya empiezan las campañas mediáticas señalando la “pesada herencia económica recibida por el nuevo gobierno”, la necesidad de “darle tiempo y dejarlo gobernar sin poner palos en la rueda”. Ya se escucharán a los analistas de siempre repetir hasta el cansancio que “así funciona el sistema democrático, si no estamos de acuerdo con algo, hay que esperar nuevamente a la hora de votar para cambiarlo”.

No hay que dejarse engañar. Es todo una gran trampa. En esta democracia para ricos todo es un fraude. Mientras ellos acuerdan en el ajuste y se pasan de la oposición al oficialismo como si nada, somos los trabajadores los que pagamos los platos rotos.

Por eso, el enfrentamiento al ajuste se va a definir en las calles, en las fábricas, en los lugares de trabajo y estudio.

Y para ello, no podemos perder tiempo ni tener la más mínima expectativa en el nuevo gobierno. Debemos organizarnos desde ahora mismo, coordinando e impulsando la más amplia unidad para luchar a través de una verdadera democracia, la que se ejerce en los piquetes y asambleas obreras.

Ese es el camino a recorrer en este nuevo período que se inicia. Y en ese sentido, si bien la polarización evitó una votación relevante (alrededor del 2,5% si consideramos la suma de los votos blancos y anulados) la campaña desarrollada contra los dos candidatos del balotagge fue colocando esta perspectiva y preparando el terreno para enfrentar esta nueva versión del “pacto del ajuste”.


¿Quién es el responsable del triunfo del macrismo?

Ante la derrota, desde las organizaciones afines al gobierno se empezó a dar todo tipo de explicaciones. Más allá de los pases de factura internos, todos coinciden en plantear que lo que expresa el triunfo de Macri es un giro a la derecha de la mayoría de la sociedad. Con gran soberbia se dice “que el pueblo no entiende lo que está en juego”, y que eligió supuestamente suicidarse por el camino del ajuste. Esos mismos que antes se autodenominaban como los representantes “nacionales y populares” que se apoyaban en la sabiduría popular ahora lo culpan por “su” derrota. Incluso, acusaron a la izquierda y los que hicimos campaña por el voto en blanco de “hacerle el juego a la derecha”.

Tal como dijimos en su momento, nada más alejado de la realidad. “En primer lugar, confunde a los trabajadores al colocar al kirchnerismo, a Scioli y al FPV como una variante más de izquierda o progresiva. El pago de la deuda, la entrega de los recursos naturales, la inflación que licua los salarios, el deterioro de la salud y educación pública, la pobreza, los despidos y suspensiones, la precarización laboral, la persecución a los luchadores, Berni, Granados y la represión, no tienen nada que ver con algún aspecto progresivo y representan el programa de “derecha” en el gobierno más allá de los discursos. El voto contra el gobierno expresa fundamentalmente el rechazo a las consecuencias concretas de este plan, no a los discursos.”

Por otro lado, “desde hace años “Néstor”, “Cristina” y “Mauricio” vienen trabajando en esta falsa polarización, intentando volver a la vieja alternancia entre dos partidos, como la que había antes del 2001. Más allá de los arrebatos desesperados, fue el propio kirchnerismo quien fortaleció al PRO como la alternativa electoral para sacarlo del poder.” Y ahora, todos los empresarios apuestan a todas sus fichas para estabilizar esta nueva alternativa por fuera del FPV que permita ir generando una posibilidad de recambio gubernamental por dentro del propio régimen.