“Queremos cambiar la cultura del corte. No vamos a permitir la extorsión” declaró la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich, como si los trabajadores y el pueblo desarmados reclamando en la calle “extorsionaran” a empresarios y políticos con custodia armada, al pedir que se les garanticen los derechos más básicos.
“Si no se van a los cinco o diez minutos, los sacamos” dijo desafiante la ministra cuando anunciaba la medida. Todos los gobernadores, desde Alicia Kirchner hasta María Eugenia Vidal, salieron presurosos a respaldar la medida.
Pero apenas unas horas después, los trabajadores salimos a la calle y demostramos cuál es el camino para pararles la mano al gobierno y las patronales. Convocados en forma unitaria por las dos CTA y la izquierda, incluso con la participación de algunas organizaciones ligadas al kirchnerismo, fuimos miles de compañeros en todas las manifestaciones y piquetes a lo largo y lo ancho del país rechazando esta medida represiva. Mientras Bullrich estaba en Estados Unidos entrenándose junto a las fuerzas de seguridad norteamericanas, nosotros acá impedimos en las calles que se aplique el protocolo en su primera prueba.
Sin embargo, no hay que confundirse. La jornada del 24 fue un paso importante pero hay que seguirla hasta derrotar el protocolo definitivamente. Las CTAs deben darle continuidad al camino de la unidad iniciado organizando un plan de lucha, y los dirigentes de la CGT deben abandonar el pacto vergonzoso que tienen con Macri y sumarse a la organización de la resistencia para enterrar definitivamente esta escalda represiva.
Licencia para reprimir
No contentos con el arsenal represivo que les dejó el kirchnerismo (ley antiterrorista, Proyecto X de la gendarmería, condena a cadena perpetua a los petroleros de Las Heras, etc.), el gobierno de Macri promulgó, con apoyo de todos los gobiernos provinciales, un “Protocolo de Manifestaciones Públicas” para “regular” -léase impedir- las protestas callejeras.
De este modo, la represión es la única función pública que parece fortalecerse, en medio de un ajuste brutal que se traduce en un achicamiento notorio del Estado a través de miles de despidos. Y este protocolo se ampara en la “defensa de las libertades ciudadanas”, para contraponer el derecho a la “libre circulación” al derecho a defender en la calle nuestros intereses.
Pero la realidad es otra. Lo que el gobierno quiere es reventar las luchas antes de que las luchas los revienten a ellos y derroten su nuevo plan de gobierno: no han pasado tres meses de gobierno y ya abundan las protestas contra los despidos, las manifestaciones barriales por los cortes de luz y de servicios varios, y ya tuvimos el primer paro nacional de los estatales convocando miles de compañeros en la Plaza de Mayo y en varias provincias del país.
Ante este panorama, previendo que los trabajadores y el pueblo no nos vamos a quedar calmados creyendo en “la revolución de la alegría” mientras vemos como nos hunden en la miseria, es que el gobierno lanza este protocolo: apuestan a hacer pasar con represión el ajuste que les ordenan los capitales nacionales y extranjeros, porque es de la única manera en que este plan puede cerrar.
Y a su vez, forma parte de un plan represivo que incluye el fortalecimiento de las fuerzas de seguridad, el aumento de las zonas liberadas, el encarcelamiento y la persecución a los luchadores sociales, como demuestra el caso de Milagros Salas, más allá de las diferencias que mantenemos con esta dirigente.
Hay que organizarse para dar respuesta
Los trabajadores de este país sabemos lo que es un ajuste y las privaciones y sufrimientos que acarrea. Pero también aprendimos que con nuestra propia lucha podemos derrotar a esos gobiernos ajustadores: esa es la gran lección del 2001, esa es la “cultura del corte” que Bullrich quiere cambiar. Y hoy necesitamos revivir esas lecciones más que nunca.
Organizándonos desde cada lugar de trabajo, estudio o barrio para evitar que el gobierno nos tire con todo. Tenemos que llevar la solidaridad a todos los que luchan, y más aún a los que fueron o están siendo reprimidos. Apoyándonos y masificando los reclamos, estrechando lazos con el conjunto de la población que padece las mismas injusticias, impidiendo que la propaganda oficial nos divida entre trabajadores y terminemos peleando pobres contra pobres por las migajas que nos dejan mientras los empresarios y los poderosos se lo llevan todo.
Porque ellos vienen por más despidos, más tarifazos, más inflación, y debemos enfrentarlo. Y para ello, debemos ser conscientes y organizarnos para defendernos de la represión. De esa manera, le demostraremos a Macri, a Bullrich y a sus aliados, que estamos preparados, que nadie va a sacar nuestra lucha de las calles, que no vamos a dejar pasar el ajuste y la represión sin pelear.