Los gobiernos de la UE, desde Cameron hasta Tsipras, desde Merkel hasta Rajoy están actuando con los refugiados de las guerras de Oriente como unos verdaderos criminales de guerra, condenando a cientos de miles de personas a la miseria y la muerte, alimentando el racismo y la xenofobia de la extrema derecha. Actos como este son los que demuestran a las claras el verdadero contenido de una institución, a quien sirve y para que sirve.
La Unión Europea, con este acto de guerra contra los pueblos, solo puede tener un final, su disolución: no sirve para otra cosa que para rescatar bancos y grandes empresas, por lo que los pueblos de Europa no podemos esperar absolutamente nada de ella. El atentado de Bruselas demuestra que incluso es incapaz de garantizar la seguridad europea y de controlar las fuerzas que ellos mismos, con sus politicas imperialistas, han desatado.
Con la Unión Europea se hunden en el fango todas las fuerzas políticas y sociales que no se desmarquen con rotundidad de ella; y ha llegado la hora de que los trabajadores y las trabajadoras de Europa, sus pueblos, nos alcemos contra estos gobiernos que son capaces de enviar a miles de personas a campos de concentración y a la muerte.
No tiene ningun sentido que sigamos respondiendo de manera aislada frente a las agresiones que la UE perpetra. El acuerdo con Turquia fue adoptado por TODOS los gobiernos sin excepción, y no podemos pensar que la clase trabajadora aislada por naciones y estados sea capaz de derrotar lo que es un frente homogeneo y unido, el de los gobiernos de la UE; por ello, es más necesario que nunca reforzar los lazos de solidaridad entre todos y todas.
Frente al hundimiento de la UE, arrastrándose por el fango de la violencia contra seres humanos indefensos, considerados apatridas, la clase trabajadora no puede aparacer ni tan siquiera mirando para otro lado, tiene que levantar sus banderas y su lema: la clase obrera no tiene patria, su bandera es la roja. Por los Estados Unidos Socialistas de Europa, tierra de asilo, donde todos aquellos que sufren y luchan contra la opresion tengan refugio sin condiciones.
Para lograrlo, tenemos que avanzar en coordinar las acciones de lucha y solidaridad, como ya se comenzó a hacer con diversas acciones de movilización; pero hay que ir más allá, invocando el derecho a la rebelión contra los gobiernos opresores, hay que desobedecer las leyes injustas, derribando fronteras en los hechos, abriendo las puertas de las instituciones y ayuntamientos a las personas refugiadas.