Un sector de compañeros dejó las filas del PSTU para formar otra organización. Esa ruptura se dio después de meses de un debate interno, ampliamente democrático, en que aparecieron diferencias políticas, de programa y de teoría. La diferencia más importante fue en relación a qué posición tomar frente a la caída del gobierno de colaboración de clases de Dilma, formado por el PT y sus aliados burgueses.
El sector que ahora rompe con el PSTU se colocó contra la política del partido que se expresó en la consigna “¡Fuera Dilma, Aécio, Temer, Cunha, fuera todos ellos!”
En la opinión de los compañeros, el PSTU debería adoptar como consigna principal “No al impeachment” y, en ese contexto, afirmar nuestra oposición a Dilma y Temer. Defendían que nuestro partido participase de actos del Frente Pueblo Sin Miedo para llamarlos a la formación de un tercer campo que tuviese como eje el “No al impeachment”.
La mayoría del partido rechazó esta posición por considerar que el “No al impeachment” y la participación en actos del Frente Pueblo Sin Miedo significaba, en la práctica, la misma postura política de la campaña contra el supuesto golpe, deflagrada por el PT para intentar mantener a Dilma en el gobierno.
El Frente Pueblo Sin Miedo, encabezado por el MTST y el PSOL, fue simplemente el ala izquierda de la campaña por el “Que se quede Dilma”.
La posición de los compañeros no lleva en consideración que el gobierno Dilma, del PT, al traicionar miserablemente a los trabajadores y atacar sus derechos, despertó entre ellos un odio más que merecido. Los trabajadores querían que el gobierno saliese, y ese sentimiento era correcto y justo. El gobierno Dilma no era “progresivo” frente a una alternativa burguesa cualquiera, como Temer, por ejemplo. Para los trabajadores eran iguales. Por lo tanto, no hay que defender a uno contra el otro y sí luchar contra los dos. ¡Fuera Dilma, Temer, Cunha y Aécio! ¡Fuera todos ellos!
Por otro lado, en nuestra opinión, los compañeros dan una importancia a las elecciones burguesas mayor de lo que ellas deberían tener para los revolucionarios. Defienden que precisamos establecer, sistemáticamente, alianzas y frentes con partidos como el PSOL, que es una organización reformista, porque presentarnos solos sería aislarnos. Esa evaluación se apoya en una visión de que vivimos mundialmente un largo período en que no estará planteada la posibilidad de revoluciones socialistas, sino apenas de revoluciones democráticas y que, por lo tanto, es imprescindible elegir diputados y participar del parlamento.
La mayoría del partido no concuerda con esta visión. El proyecto del PSOL es radicalizar la democracia. El proyecto del PSTU es hacer la revolución socialista. Son cosas completamente diferentes. No hay cómo presentar y construir en el movimiento una alternativa revolucionaria junto con una reformista. Ellas se oponen. Frente único y unidad de acción hacemos con todos, pero para la lucha de nuestra clase. Para construir una alternativa revolucionaria es preciso presentarla con nitidez a los trabajadores.
La experiencia del PT está ahí para iluminar esta discusión. El PT nunca fue un partido revolucionario. Era clasista y, por eso, progresivo. Pero cuando decidió buscar alianzas con otros partidos porque quería ganar las elecciones de cualquier forma, se transformó en otra cosa, en eso que estamos viendo hoy, aquí.
Los compañeros no quisieron esperar el congreso del partido porque ya no estaban dispuestos a seguir defendiendo la política de la mayoría de nuestra organización.
El PSTU lamenta que hayan decidido romper, pues su salida debilita, sin duda, la lucha por un partido revolucionario en nuestro país. Ese retroceso es un hecho. Pero la lucha de la clase obrera por su liberación está repleta de obstáculos y reveses. Es en ellos que se forja nuestra firme determinación de construir el partido revolucionario.
Sin duda cometemos muchos errores, pero tenemos el orgullo de poder mostrar una trayectoria coherente y una bandera sin manchas de oportunismo y de colaboración de clases. Es en esa trayectoria que continuaremos.
Los jóvenes que hace 40 años construyeron la Liga Operaria, después la Convergencia Socialista y hoy el PSTU, tenían, desde el principio, el proyecto político de construir un partido que luchase para que la clase obrera haga una revolución, tome el poder, acabe con la explotación capitalista, con toda la opresión y construya el socialismo. Un partido internacionalista, ligado desde su fundación de una internacional revolucionaria, la Liga Internacional de los Trabajadores – Cuarta Internacional (LIT-CI). Dispuesto a hacer toda unidad de acción o frentes para luchar por los intereses de los trabajadores, contra el capital y también contra toda opresión machista, racista u LGBTfóbica, pero que nunca pierda de vista ese objetivo mayor.
A los compañeros que acompañaron nuestra trayectoria en estos años y ayudaron a construir el PSTU, pero principalmente a los millares de obreros y jóvenes que despuntaron a la lucha en estos últimos años dirigimos este llamado: ¡es hora de intensificar esfuerzos en la construcción de esta herramienta revolucionaria! ¡Tomen esta bandera en sus manos!
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