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Joven, trabajadora y diversa

Muchas veces se piensan las opresiones como una sumatoria. Como si fuera una fórmula matemática en la que A + B = C. Es un poco más complejo que esto. Las mujeres jóvenes de la clase trabajadora que además sufrimos la opresión por lesbianas o transgénero, nos encontramos en un “espacio” en el que confluyen todos los prejuicios en contra nuestra. No se puede separar a modo de un estudio científico, la discriminación, el acoso, la humillación que enfrentamos cada vez que salimos a la calle. Estamos en un punto de concentración. Y como tal, pesan sobre nosotras, todos los mandatos sociales. Cada vez que alguno nos grita en la calle “vení que yo te hago una verdadera mujer”, cada vez que otra mujer nos acusa de machorras por cómo vamos vestidas y desliza “sutilmente” que ser lesbiana no significa que no me pueda arreglar “mejor”, cada vez que un familiar nos pregunta cómo vamos a tener hijos, cada vez que en la fábrica debo ocultar mi vida privada, cada vez que salgo a buscar trabajo y el nombre del DNI no coincide con mi aspecto externo, cada vez que entro a la escuela, y los mismos que me escriben “anormal” en el banco, son los que después me proponen cosas por mensaje.

En todas esas situaciones de nuestra vida cotidiana actúan las opresiones de manera interrelacionada. Se nos cobra muy cora salir de los moldes que la sociedad pretende imponernos. Las opresiones le sirven al sistema capitalista para explotarnos mejor. Nos dividen, nos separan, naturalizan a través de todos los medios a su disposición, la idea de que existen sujetos de primera, de segunda, de tercera y así sucesivamente. Las mujeres somos la mano de obra barata para el mundo asalariado, y la obra de mano sin costo alguno, para cubrir las obligaciones de trabajo doméstico. Travestis y transgénero somos la carne de cañón para ser prostituidos, y sostener así un entramado de abuso y violencia sin fin.

La única salida a este modelo de explotación que utiliza a la escuela, la televisión, a los diarios y revistas, a las redes sociales, para propagar estas ideologías y mantenernos sometidos, es ir contra el sistema. No hay medias tintas. No podemos acabar con la opresión dentro del sistema, pero lo que sí podemos hacer, es unirnos para luchar por nuestras reivindicaciones. Eso nos fortalecerá para pelear por un mundo socialista, al decir de la gran revolucionaria Rosa Luxemburgo: “en el que seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”.