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¿La mano dura es una respuesta al delito?

Ni “sensación” ni invento mediático: la inseguridad es uno de los problemas más graves que sufre el pueblo trabajador, evidencia de la descomposición socialcausada por el vaciamiento que el capital nacional y extranjero comete sobre nuestro país. Así, los laburantes no solo lidiamos con la explotación, la inflación, los impuestazos, la represión, los servicios deficientes y demás; sino que encima sufrimos el accionar de los criminales, entre los que hay que destacar a los femicidas, y a las bandas narco que empiezan a hacerse fuertes en los barrios más pobres.

Ante esta realidad, la respuesta popular no se hace esperar. Las marchas por justicia para las víctimas del delito, exigiendo a las autoridades que garanticen la vida de la población se multiplican, convocando a miles de personas. E incluso, las víctimas comienzan a defenderse, individual o colectivamente, y los casos de “legítima defensa” y linchamientos se van sumando, ocupando lugar en las noticias.
Y por la falta de respuestas políticas las posturas reaccionarias se cuelan con su discurso de “mano dura” y fortalecimiento de la represión. De hecho, la patronal hace del tema de la inseguridad una vía para justificar más patrulleros y gendarmería en las calles, luego de la victoria del Argentinazo de 2001. Lo hace para poder aplastar a los sectores que se movilizan, comienzan los pedidos de identificación en los colectivos cuando venimos de trabajar, el maltrato de la policía y la complicidad en los barrios, despejando zonas para los “amigos” que trabajan para ellos, para los sindicatos o funcionarios que manejan los negocios narcos, de trata o robos.
Frente a este panorama que nos afecta a nosotros, a nuestros compañeros y familiares; los revolucionarios debemos proponer una salida obrera y socialista a la inseguridad.

Las muertes obreras no pueden justificarse

Por el peso de la Iglesia y su ideología de la caridad (es decir, al sentimiento de culpa de los ricos) se tiende desde sectores “progres” a ver a los delincuentes como las víctimas, relativizando los hechos de sangre y borrando las diferencias de clase de los damnificados; equiparando el robo a un banco con el robo a un laburante en la parada del colectivo.
Y es cierto que la miseria creciente, la pobreza cada vez más grande alrededor de las grandes ciudades, es el lugar donde la “industria del delito” consigue su “mano de obra”, siendo muchas veces la única forma de conseguir ingresos. Pero tenemos que ser categóricos: el que derrama sangre obrera, es un enemigo de la clase obrera. El hambre y la miseria no justifican el asesinato de gente igual de pobre: tales crímenes solo “tercerizan la represión”, llevando el terror a los barrios obreros y populares, haciendo que la gente tenga miedo, y paralizando las luchas populares.

La represión no es solución

Para algunos, la inseguridad es consecuencia de las “leyes blandas”; por lo que buscan darle más poder a las fuerzas armadas y de seguridad, para aplastar a los delincuentes. Es la famosa “mano dura”: armar hasta los dientes a la policía, blindarla ante el control civil y darle un marco legal que justifique sus atropellos (torturas, gatillo fácil, etc.)todos sabemos que el patrullero en el barrio no está para defendernos sino para cuidar a los transas amigos y despejar a los competidores. Usan a los jóvenes que “trabajan” para ellos y cuando se niegan sucede lo de Luciano Arruga.
Esto no solo no es útil para combatir el delito, sino que termina alentándolo: le da más poder a las cúpulas policiales mafiosas e impide que los agentes honestos puedan denunciar la corrupción que los rodea; la protección política, evita que la policía rinda cuentas por sus crímenes. Esto es porque el verdadero objetivo de la “mano dura” no es combatir al delito: lo que se busca simplemente es justificar la represión de las luchas obreras y populares. México y Brasil son grandes ejemplos de todo esto.

Los trabajadores tenemos que empezar a defendernos

Cada vez hay más hechos de “legítima defensa”. Y no se trata de empresarios o gente con dinero suficiente como para pagar armas, balas y polígono; ellos tienen seguridad privada y policías que trabajan para cuidarlos, sino de cada vez más laburantes de barrios populares.Lejos de la indignación que esto despierta en sectores presuntamente “progresistas” nosotros defendemos el derecho de los trabajadores a defender su vida. Para nosotros, organizar la autodefensa es la primera solución a la inseguridad.
Pero hacemos una diferencia clave del concepto de legítima defensa, individualista y hecho a la medida de la defensa de las propiedades de empresarios y gente adinerada; y la contraponemos con la legítima defensa que necesitamos los trabajadores: defender entre todos, nuestras propias vidas; ante el abandono del Estado a manos de violentos con o sin uniforme. Tenemos que organizarnos en los barrios con nuestros vecinos, desde la comunicación, logística y cuidado de nosotros mismos, no solo de los delitos comunes de robo sino también contra el maltrato machista y la violencia domestica que sufren mujeres y niños. Asi, los barrios organizados, no serían un blanco fácil para los delincuentes.
Así como en la lucha contra la patronal y sus políticos, la clave pasa por organizarnos bien y pelear unidos; para defendernos de “los rastreros” debemos actuar de la misma manera. Tal como nos organizamos para exigir justicia por las víctimas del delito, hay que organizarse en cada barrio y lugar de trabajo para debatir los problemas y soluciones a la inseguridad, viajando juntos, creando grupos de seguridad y autodefensa, exigiendo transporte en cada empresa, la movilización permanente como respuesta al delito organizado, exigiendo a las centrales sindicales que se pongan a la cabeza de estos reclamos, tomando la defensa de los puestos de trabajo y por la concreción de un plan obrero integro que tome estos temas y la construcción de obras públicas, escuelas, hospitales, calles, para combatir la desocupación, principal responsable de la exclusión y la marginalidad.


Imponer una solución obrera a la inseguridad

El eje de esta organización tiene que ser el buscar armarnos para defendernos. Hay que pelear por el derecho de cada organización obrera de armar a sus miembros y organizarlos democráticamente para la autodefensa colectiva; de dar instrucción tanto en el uso y mantenimiento de las armas como para actuar en caso de siniestros, emergencias, etc. Hay que reactivar bajo control obrero y propiedad estatal la industria de armamentos, para poder armar al pueblo trabajador.
Hay que pelear por desmantelar el aparato represivo, desmilitarizar a la policía, si no nos defendemos nosotros no lo hace nadie. Pelear por la sindicalización de los agentes para romper con la disciplina verticalista, liquidando el delito organizado desde el Estado. Hay que encarcelar y confiscar las propiedades de todos los empresarios, políticos y policías corruptos, torturadores y de gatillo fácil. Y hacer lo mismo con la justicia, imponiendo tribunales y jurados populares.
Hay que acabar con el negocio del narco y los desarmaderos, legalizando y estatizando la producción y venta de drogas; y estatizando bajo control obrero la fabricación de las autopartes, obligando a la industria automotriz a entregar el “scrap“ y los descartes.
Y por sobre todas las cosas, hay que pelear por una salida socialista a la crisis y el saqueo que sufre nuestro país, y que da origen a la industria del delito: romper con los usureros del FMI y con el pago de la deuda externa para cortar el vaciamiento del Estado; estatizar bajo control obrero toda empresa que cierre o despida y repartir las horas de trabajo entre todos los trabajadores de entre 18 y 65 años, sin achicar salarios; estatizar la producción y exportación de alimentos; reestatizar las empresas de servicios bajo control de trabajadores y usuarios; nacionalizar la banca, etc. Hasta que no haya un gobierno de los trabajadores y el pueblo que garantice pleno empleo y el desarrollo de las artes y las ciencias para beneficio de los laburantes y estudiantes seguiremos con la “inseguridad”.. Esa es la salida de fondo por la que luchamos desde el PSTU.