Viajo en la línea E hacia Bolívar a la hora pico. Al subir, la marea humana me empujó adentro, donde como yo, el montón aplastado estira el cuello para poder respirar. Imposible distinguir si el tipo que está atrás me está apoyando o no, me pego contra el vagón, por prevención, mientras sujeto fuerte la mochila por temor a los robos. Al llegar a Independencia los crujidos y chirridos del tren me taladran los oídos. Recuerdo que hace pocos días en la Línea C se produjo un descarrilamiento y una foto recibida por whatsapp donde se veía una columna, que se derrumbó, sostenida “provisoriamente” por un cortafierros; recuerdo los accidentes frecuentes que no trascienden porque no cobran vidas. Me ronda el fantasma del Sarmiento y de la tragedia de Once.
Recuerdo las palabras de mediados de año, del titular de SBASE Julio Piccardo, cuando el aumento del boleto de $4,50 a $7,50 fue suspendido por un amparo judicial. Dijo que eso haría peligrar la “calidad y seguridad” del servicio. Me río por no llorar.
El amparo legal se esfumó y el tarifazo pasó. La directiva de AGTSyP se declaró en contra. Pero no organizaron a los trabajadores y usuarios para intentar frenarlo. Desde el 31 de octubre el pasaje cuesta $7,50. El gobierno y Metrovías ya anunciaron que el boleto va a $10 en 2017.
El grupo Roggio, dueño de la empresa, sigue recibiendo jugosos subsidios: $1600 millones en 2015, que representan un aumento interanual de 60% y no se sabe cuántos milloncitos en 2016.
Tampoco se conoce en qué invirtieron toda la plata que se llevaron desde la época en que gobernaba el kirchnerismo, ni el estado contable de la empresa. Mientras tanto, desde que se efectuó el traspaso a la ciudad en 2012, en condiciones acordadas entre Macri y Cristina, la tarifa aumentó más del 500%. ¡Qué paritaria ventajosa la de Roggio!
Hablando de paritarias me acordé del bono de fin de año. UTA está discutiendo el pago de dos bonos de $3000 cada uno, en diciembre y en enero, a cuenta de futuros aumentos.
El problema es que ese bono, sustituiría el cumplimiento de la paritaria de mayo, que contemplaba rever el tema salario y por cláusula gatillo, un 15% de aumento retroactivo a todas las categorías. ¡Es un robo descarado y además se lleva puesta la negociación paritaria!Pienso en que el sueldo cada vez alcanza menos. Hace poco, Pinedo, el senador del PRO, defendió el “dietazo”: “Gano $83.000 y con una inflación del 35% es difícil”. Mientras que compañeras del subte, víctimas de violencia machista, no tienen derecho a que el estado les ponga un abogado gratis, ¡por tener un “sueldo alto” de $16.000!
Me indigno. El bono de fin de año no puede anular lo firmado en paritarias, debemos exigir que nos paguen lo acordado en mayo. Hay que parar los próximos aumentos de boleto, hay que pedir la apertura de los libros contables de Metrovías; hay que decir basta a la violencia contra las trabajadoras.
Tenemos que conversar sobre el #NiUnaMenos del próximo 25 de Noviembre, pedir permisos gremiales a AGTSyP (que convocó para el 19 de Octubre) para que podamos participar más compañeras y compañeros.
Debemos hablar con los delegados en todas las líneas, hacer petitorios, reuniones por turno, exigir asambleas conjuntas, estemos en AGTSyP o UTA, para ver qué medidas podemos tomar para obtener lo que es nuestro, para seguir reclamando el paro nacional.
Tenemos que exigirle a los sindicatos y a los delegados que se pongan las pilas, incluidos los compañeros de la izquierda que están enfocados en su acto electoral de Atlanta, porque necesitamos organizarnos con urgencia por los problemas que tenemos los trabajadores, acá en el subte, como en todo el país.