Los trabajadores desocupados y sus organizaciones fueron claves en la resistencia a Menem. Los fogoneros de Cutral-Co y Plaza Huincul, pueblos petroleros desguazados por la privatización de YPF y Gas del estado dieron origen a los piqueteros duros en Mosconi, Tartagal, Las Heras, Truncado, Caleta Olivia y Comodoro, donde las multinacionales saqueaban nuestros recursos y la población se hundía en el hambre y la desocupación.
Un planteo de fondo: puestos genuinos en las industrias
Entre los desocupados de la región evolucionó una concepción: el objetivo final del movimiento era desaparecer, dejar de ser desocupados para ser obreros.
La lucha fue tenaz y muy dura, en ocasiones violenta, ya que los gobiernos pusieron todo el peso de la ley, recursos y fuerzas policiales y de gendarmería para custodiar yacimientos y puertos.
Aprendimos a ganar la simpatía de la población y de los trabajadores activos que sufrían un ataque feroz de sus patrones: con la amenaza de la desocupación bajaban salarios e imponían condiciones pésimas de seguridad laboral.
Tomando la experiencia de otros movimientos, transformamos los planes sociales en proyectos productivos para obras públicas, uniendo reclamos con trabajadores y jubilados como la tarifa social en luz y gas, brigadas que impedian las desconexiones de luz y reconectaban, y el apoyo de toda lucha. Cuando las medidas se hacían extremas un sector de la población estaba de nuestro lado.
Así, con métodos asamblearios y de acción directa combinados con esa política, se comenzó a paliar el hambre movilizando no solo al poder político sino a supermercados, empresas, puertos y yacimientos.
Y de ahí a la lucha por trabajo genuino, porque la plata (y por lo tanto el trabajo) estaba en las grandes petroleras y pesqueras. Los planes sociales y alimentos eran paliativos, una palanca para seguir luchando.
A partir de allí comenzamos a bloquear las instalaciones de plantas petroleras y pesqueras. Soportando días y noches de piquetes y tomas, represión, persecución y presos se iban logrando los primeros puestos de trabajo –llegamos a conseguir 1.600 financiados por las empresas- y con ello la unidad de desocupados y ocupados.
Esto generó un gran avance en la conciencia de la población. La lucha por trabajo genuino, por la recuperación de los recursos energéticos, y los métodos como la asamblea, el piquete, los sabotajes, fueron incorporados hasta hoy, cuando desde los petroleros, camioneros, taxistas, empleados de comercio, docentes y estudiantes dirimen sus conflictos con esos métodos, y muchas veces tomando petroleras y corte de acceso a empresas y yacimientos.
No logramos en ese momento (con pocas excepciones) que se adoptara este programa y forma de lucha a nivel nacional, pero esa fuerza y ejemplo pueden servir para las futuras luchas por trabajo.