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¡Las mujeres no somos objetos!

Cuando hablamos de cosificación de la mujer nos referimos a considerar a una persona un objeto, una mujer deja de ser un ser humano, con todo lo que eso implica, y pasa a ser un objeto para el uso y disfrute de otro. Recordemos que los objetos, no son conscientes, no sienten, no sufren, y menos aún, deciden. Por tanto cuando hablamos de cosificación estamos hablando de deshumanizar, en este caso a la mujer por el género al que pertenece.
Existen muchos ejemplos donde como mujer somos consideradas de esa manera. Cuando nos utilizan de adorno en comerciales de bebidas alcohólicas o de autos, como un atractivo de diversión más, en programas de televisión, etc. Cuando no se nos atribuye nada, más allá que un cuerpo útil para el disfrute ajeno. Además de estos ejemplos tan difundidos y cotidianos también nos cosifican en nuestras relaciones amorosas, en relaciones laborales y es muy cansador. Vemos que es común que en las relaciones la mujer sea una pertenencia, sobre la que se decide cuándo sale, con quién (si es mujer su pareja “debe” ser un hombre) , qué es lo que hace en la casa, qué cocina, qué se pone, cuándo debe tener un hijo.

Cuántas veces nos tildan de “fáciles, trolas o putas”, por usar polleras cortas, por querer mostrar nuestro cuerpo. En el caso del “tetazo”, justamente hablamos de que la teta se cosifica para que otro la disfrute en la pantalla del televisor, en una publicidad o novela. Pero es “inmoral” cuando deseamos despojarnos libremente y tomar sol en una playa pública o amamantar en la calle mientras hacemos trámites.
Este problema, es un reflejo de la gran opresión que sufrimos por ser mujeres. Y quienes más nos vemos afectadas por ello somos las jóvenes. Que nos convertimos en objeto para el Estado, los patrones y la Iglesia, para las redes de trata, para los violadores, para los femicidas, para los que nos violan o asesinan como castigo a nuestra orientación sexual y somos víctimas constantes del acoso callejero.
En el caso de las extranjeras esto se exacerba. Muchas veces quienes venimos de otros países sufrimos opresión por dos, ya que pareciera que por nuestra condición somos ”más fáciles”.
Es preciso combatir estos prejuicios y comenzar a humanizar a las mujeres, en especial a las trabajadoras y a las jóvenes, por ello es necesario salir a la calle este 8 M contra la cosificación de nuestros cuerpos y contra toda opresión a la mujer.