Hoy, 26 de junio, se cumplen 15 años de la Masacre de Avellaneda. En junio de 2002, en medio del desalojo de una movilización en Puente Pueyrredón, la policía bonaerense asesinó a Maximiliano Kosteki y Darío Santillán.
Tan sólo meses después de la rebelión del 2001, en la que los trabajadores tiramos al gobierno de De La Rúa (y a 3 presidentes más durante una semana), el entonces gobierno de Eduardo Duhalde necesitaba “estabilizar” la situación. Esto quiere decir, que el pueblo no salga a las calles a pelear contra la miseria que nos imponen desde arriba. Que todo vuelva a la “normalidad”. Pero el remedio le resultó peor que la enfermedad y los hechos obligaron a Duhalde a adelantar las elecciones presidenciales.
Los responsables físicos del asesinato (los policías que dispararon y encubrieron el asesinato) han sido condenados, gracias a la movilización popular. Pero aún no ha sucedido lo mismo con los responsables políticos. El expresidente Eduardo Duhalde, el entonces Jefe de Gabinete Aníbal Fernandez, y quién era gobernador de la provincia, Felipe Solá, siguen impunes. Aníbal Fernandez, tuvo diferentes cargos durante los gobiernos kirchneristas y llegó a ser candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires. Duhalde hoy vive cómodo entre las sombras, saliendo a hacer declaraciones políticas, siendo una especie de “padrino” del PJ. Felipe Solá será candidato a diputado nacional en las elecciones de este año.
La lucha contra la impunidad, la lucha por justicia por Maxi y Darío, forma parte de la lucha de hoy contra el ajuste del gobierno, que también era la misma lucha que encarábamos allá por el 2002. Hoy el gobierno de Macri está tirando sobre nosotros un plan de hambre y miseria. Por eso tenemos que organizar la resistencia y pelear porque paguen los responsables.