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¿Unidad ciudadana o unidad de los trabajadores?

Cristina Kirchner presento su lista para las elecciones con el nombre “Unidad Ciudadana”, y hace un tiempo atrás lanzó el “Frente Ciudadano”; por su parte, el presidente Mauricio Macri utiliza permanentemente el término “Ciudadano”, lo mismo hacen Massa, Stolbizer y Elisa Carrio.

En este artículo no pretendemos meternos en cuestiones de lenguaje, sino que trataremos de desnudar una gran mentira que se esconde en esa palabrita tan usada que es la “ciudadanía”.

¿Cuál es esa gran mentira? Que todos los hombres somos iguales, que gozamos de los mismos derechos y tenemos las mismas obligaciones. Lo que ocurre en la sociedad es justamente todo lo contrario, lo que caracteriza a la sociedad capitalista es la brutal desigualdad entre las personas.

La mentira de la igualdad

En 1789, en pleno desarrollo del capitalismo, la Revolución Francesa derrocó al Rey llevando al poder a la burguesía, es decir, a los patrones de la industria y el comercio, que pusieron en pie la Primer Republica en Francia. En ese año la “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano” introdujo un concepto de ciudadanía que abarcaba a todas las personas (de sexo masculino y la esclavitud recién se abolió en 1794) afirmando que los derechos del hombre son “naturales, inalienables y sagrados”, y que todos los hombres “nacen libres e iguales”.

Esa es la idea de ciudadanía que en esencia perdura hasta el día de hoy. Usted puede decir, bueno, pero está bien que sea así. Solo que esa igualdad y esa libertad en realidad no existieron nunca y no pueden existir en una sociedad que se basa en la explotación de la mayoría de las personas por un sector minoritario de propietarios.

En Argentina según la UCA, hay 13 millones de pobres y 2,7 millones de indigentes. Mientras que en el mundo el número asciende a 702 millones de pobres (70% de ellos son mujeres), lo que representa el 9,6% de la población mundial. A eso hay que agregarle que, según un informe de Oxfam de 2017, el 1.1% más rico de la población Mundial posee más riqueza que el resto del planeta. Esa es la igualdad y la libertad que se esconde bajo el bello nombre de “ciudadanía”.

Cuando Macri o Cristina hablan de “ciudadanía” nos meten en la misma bolsa a los trabajadores y a los patrones, para hacernos creer que si a los patrones les va bien a nosotros también, y que en esta sociedad todos tenemos las mismas oportunidades, y si no las sabemos aprovechar es por responsabilidad individual de cada uno.

Un trabajador nacido en una familia que no tiene ni la propiedad de su casa, que no tiene más que su cuerpo para ir a ofrecer a algún empresario para que lo use, si se esfuerza, si trabaja mucho y ahorra, puede llegar a ser rico algún día y si no lo hace es porque no supo aprovechar las oportunidades que le dio el Estado y el Gobierno. Esta es una gran mentira que nos enseñan en la escuela, en las universidades, y a través de la radio y la televisión.

La sociedad en la que vivimos no está organizada de acuerdo a la libertad y a la igualdad, está organizada en clases sociales. Y la sola existencia de clases sociales echa por tierra la mentira de la “ciudadanía”. El Estado, es decir, las leyes, el derecho, el parlamento, la justicia, la policía, el ejército, las escuelas y universidades, no están al servicio de construir la igualdad entre los hombres, sino al servicio de mantener la desigualdad, garantizando la propiedad privada de las fábricas, bancos, refinerías, pozos de petróleo, tierras y herramientas, en manos de un sector minoritario de la sociedad que vive del trabajo ajeno. El ejemplo de Pepsico es claro, la gendarmería y la infantería reprimieron a los trabajadores que reclamaban sus puestos de trabajo, para garantizarle el uso de su propiedad a los dueños de la multinacional.

Lo que primó no fue el derecho a trabajar, sino el derecho del empresario a hacer lo que quiera con los trabajadores y con su fábrica, y el Gobierno se ocupó de que sea así.

¿Es posible lograr la igualdad en el capitalismo?

Nosotros decimos rotundamente que no, pero ¿por qué no? Porque el capitalismo solo puede existir si existe la explotación de los trabajadores.

Pero ¿qué es la explotación? En principio podemos decir que no tiene que ver con cuánto gana un trabajador, sino con que la mayoría de su trabajo es apropiado, robado por un sector minoritario de empresarios parásitos que viven y se enriquecen con el trabajo ajeno.

Un trabajador de PepsiCo, por ejemplo, produce 3500 paquetes de papas fritas por día, y cada paquete mediano de papas vale $50, eso significa que en un día de trabajo el obrero produjo $175.000.Si consideramos un salario promedio de $20.000, eso significa que en un día de trabajo produjo lo suficiente para cubrir su salario durante 9 meses. Pero, a pesar de eso, tiene que trabajar todo el mes, todo el año y toda la vida. Los dueños de PepsiCo se hicieron millonarios por ese trabajo que no pagan, embolsándose 1.318 millones de dólares en el primer trimestre del año, pagándole a Indra Nooyi, presidenta ejecutiva de PepsiCo Inc, 29.8 millones de dólares en remuneración por su trabajo en 2016.

Cuando Macri, que es un empresario y Cristina, Massa y demás políticos que también son empresarios se refieren a nosotros como “ciudadanos”, lo que quieren hacer es esconder esta realidad, es ocultar la explotación y el sacrificio de millones de trabajadores que cargan en sus hombros la fabricación de toda la riqueza de la sociedad y con esa gran mentira pretenden que conciliemos con esos explotadores, que no peleemos contra ellos, que ayudemos a los empresarios nacionales e internacionales, que nos organicemos y confiemos en partidos políticos de ellos como el PRO, la UCR, el PJ, que los votemos y que entendamos que si son ricos es porque esos empresarios se han sacrificado mucho para tener lo que tienen y tenemos que respetar su derecho porque son los dueños de las cosas, cuando en realidad son ladrones que se roban el trabajo ajeno y sacrifican todos los días a los obreros en el altar de su ganancia.

Por eso, no puede haber “Unidad Ciudadana”, sino Unidad de los Trabajadores contra los patrones. A esa gran mentira de la unidad de todos los ciudadanos libres e iguales tenemos que oponerle la organización de los trabajadores contra la explotación, el camino para la libertad. Y la igualdad empieza organizándonos de manera independiente de todos esos partidos para enfrentar al gobierno de Macri, al gobierno de Temer en Brasil, al Gobierno de Trump en EEUU, al Gobierno de Maduro, al Gobierno de Merkel en Alemania y todos los gobiernos del mundo. Para que gobiernen los trabajadores como ocurrió en Rusia hace 100 años.

Construir una sociedad de mujeres y hombres realmente iguales y libres, que trabajen para construir una sociedad mejor, donde no haya pobreza, donde nadie pase frio ni hambre, donde no haya femicidios y nadie se muera de enfermedades evitables, donde las cosas sean de los que trabajan, de los que hacen las cosas según sus capacidades y las necesidades de la sociedad, una sociedad socialista, sin explotados ni explotadores, sin opresores ni oprimidos, donde las preocupaciones no sean como llegar a fin de mes y puedan plenamente desarrollar todas las capacidades humanas.