Envalentonado con el triunfo en las elecciones legislativas, Macri no perdió un minuto para relanzar su plan de guerra contra los trabajadores. Entre las varias medidas anunciadas, el presidente utilizó gran parte del discurso para embestir contra los trabajadores estatales, esta vez planteando un supuesto combate contra el “Estado como aguantadero de la política y los gremios”. Y en nombre de una modernización contra el déficit fiscal que genera el “enorme gasto público” donde “todos” debemos ceder un poco para “ordenar las cuentas públicas”.
Para cualquier trabajador surge la siguiente pregunta: ¿Cómo es posible que si la educación, salud y administración pública están colapsadas, sin insumos ni personal suficiente para responder a las necesidades cada vez más profundas de la población, la salida sea despedir y achicar los servicios que el propio Estado brinda?
La respuesta es simple. Porque el Estado que ellos y los pulpos imperialistas necesitan no es al servicio de las necesidades sociales sino de los negocios que ellos quieren hacer.
No hay nada nuevo bajo el sol. Los trabajadores ya escuchamos ese versito en boca de Menem y de la Rúa en su momento. Así fueron desguazando el Estado para pasar a manos privadas grandes negocios.
Solo basta recordar cómo fue en los 90´, cuando con gran apoyo mediático (como ahora) sus amigos Lewis y Caputo se quedaron con las empresas eléctricas por ejemplo. Y así también la propia familia de Macri se quedó con el Correo, estafando al Estado porque nunca pagó el cannon correspondiente. Así que si el presidente quiere “ordenar las cuentas” que comience por pagar los 70.000 millones que le debe al Estado en vez de intentar condonarse la deuda.
También cuesta entender ¿cómo es posible que alguien que hizo su fortuna a través de sus contratos corruptos con el Estado sea tan caradura de echarles la culpa de la crisis a los que trabajamos en los servicios estatales? ¿No se acuerda Macri que parte de los problemas que tenemos todos los argentinos es la deuda que la empresa de su familia le cargó al Estado por decreto de la dictadura genocida? En ese momento no le importó multiplicar el “gasto público” que hoy nos adjudica y tampoco parece importarle que durante 2016 endeudara al país por 50.000 millones de dólares a tasas usurarias a pesar de que millones de habitantes “no tengan cloacas, rutas, agua potable, escuelas en condiciones”.
Asimismo, ¿cómo habla de estafa y de “Estado aguantadero” quien fue el creador del cargo «Directora de Despacho y Mesa de Entradas de la Dirección General de Administración de la Secretaría Ejecutiva del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales» que ocupa la millonaria hermana de la reina de Holanda, Inés Zorreguieta? ¿Cómo habla de corrupción quien creó el cargo de «Dirección Nacional de Movilidad en Bicicleta», que ocupa una amiga de su ministro Dietrich?
¿Cómo se atreve a hablar así el creador de una lista de cargos insólitos para sus amigos que promedian los 140 mil pesos mensuales sin mediar ningún concurso mientras el sueldo básico es de $7.500/8.000 pesos y el 80% de los trabajadores no cubren la canasta familiar?
A no dejarse confundir. El déficit no lo provoca el Estado ni los trabajadores que lo sostienen, sino la deuda usuraria y los negocios de los banqueros y empresarios. No hay nada que esperar. Es tiempo de unir a los trabajadores para enfrentarlos.