Curiosamente el 8M, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, se conoció la noticia de que Christine Lagarde, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), visitaría nuestro país en el marco de la primera reunión de Ministros de Finanzas y Presidentes de Bancos Centrales del G- 20 que se realizará los días 19 y 20 de marzo.
Según el diario Cronista Comercial, Christine Lagarde, tiene en mente una agenda propia al margen de las reuniones preparatorias del G-20, agenda que piensa discutir con el Presidente Macri, el Ministro de Hacienda Dujovne y el presidente del Banco Central Sturzenegger.
No sabemos a ciencia cierta de qué tratarán esas conversaciones. Pero no es tan difícil preverlo. Con el gobierno de Cambiemos aumentó la sumisión al imperialismo. Por ejemplo, volvieron las revisiones anuales del FMI a la economía argentina. En noviembre pasado el diario La Nación dio a conocer el informede 2017 del organismo liderado por Lagarde, donde se elogia la gestión de Macri, un gobierno que las trabajadoras, los trabajadores y el pueblo repudian cada vez más en las protestas, en las calles y hasta en las canchas de fútbol.
En ese informe, el FMI elogió el regreso a los mercados internacionales de capital y el reordenamiento tarifario (entre otras cosas) pero pidió profundizar el ajuste fiscal, poner en marcha la reforma laboral, acelerar el conjunto de las reformas previstas y cumplir las metas de reducción de la inflación. O sea, el FMI festeja que el país entregue todas sus riquezas a las multinacionales y a los buitres de la deuda externa, y para que eso pueda continuar, propone redoblar los recortes y despidos en el Estado y apretar a las trabajadores y trabajadores con tarifazos, salarios a la baja y quita de conquistas laborales.
Lagarde viene a velar por el rumbo del Plan Macri. Lo mismo que en el informe, lo felicitó calurosamente, en persona. No puede esperarse otra cosa de quien declaró, por ejemplo, que “los ancianos viven demasiado y es un riesgo para la economía global, hay que hacer algo ya”, sin disimular su agresividad en el empeño derebajar las jubilaciones y pensiones y de extender la edad jubilatoria.
Tenemos que difundir para qué viene Christine Lagardea la Argentina y rechazar enérgicamente su presencia y la de los popes del G-20, hacer sentadas, ruidazos, afichadas, y todas las iniciativas que surjan en los lugares de trabajo y estudio y en los barrios obreros y populares. La Asamblea de #Ni Una Menos que se declaró contra el capitalismo en el Documento leído en Plaza de Mayo el pasado 8M y de la que son parte importantes dirigentes de la Corriente Federal de la CGT, de las CTA y de las federaciones estudiantiles, tiene que exigir acciones callejeras de repudio a esta visita de parte de las centrales obreras y las organizaciones estudiantiles, un repudio aun mayor que el que expresa el “MMLYQTP”.
Christine Lagarde y las “damas de hierro” no son nuestras hermanas
La presencia de una de las más poderosas mujeres del mundo pone en cuestión los conceptos de “empoderamiento” y “sororidad” ¿Su condición femenina será una influencia para disminuir el machismo en la sociedad y garantizar mayor bienestar para las trabajadoras?
En la década del ’70ganó fuerza la teoría del “empoderamiento”. Dice que para que las mujeres venzan la opresión, la clave es que asuman más puestos o cargos, “empoderar” a cada vez más mujeres. Es decir, más mujeres en el poder, independientemente de los intereses que ellas representen, garantizarían mejores condiciones de vida.
Por su parte recientemente cobró difusión el concepto de “sororidad”, del vocablo latino “sor” (hermana) y que se refiere a una alianza tácita entre “todas las mujeres”, ricas o pobres, derivada de la opresión de la mujer en la sociedad y que igualaría sus necesidades y objetivos.
Nos parece importante que las mujeres rompan con la sumisión y la opresión y peleen participar en todos los ámbitos, especialmente, sindicales y políticos. Pero no compartimos la teoría del “empoderamiento”, ni el concepto de “sororidad”.
La cuestión ya es práctica. Hay muchas mujeres ocupando puestos de poder en el mundo, la propia Christine Lagarde, Ángela Merkel y TheresaMay, al frente de los imperialismos alemán y británico respectivamente, Gina Haspel designada por Trump recientemente como jefa de la temible CIA (Agencia de Inteligencia Norteamericana) y otras.
¿Podemos identificarnos con esas “damas de hierro” que elaboran los planes para hundir a las trabajadoras y trabajadores europeas/os, norteamericanas/as y mantener en la miseria a los demás pueblos, incluso a los de nuestro continente? ¿Podemoscompartir objetivos con mujeres integrantes de gobiernos que ostentan el machismo, la xenofobia o el racismo como banderas, que defienden que las Malvinas permanezcan en manos de los ingleses?
Las mujeres trabajadoras y pobres tenemos una vida muy diferente a la suya; están en la otra vereda, no viajan en colectivos y trenes repletos, no soportan trabajos rudos ni hacen malabares para estirar el sueldo hasta fin de mes. No tenemos ninguna “sororidad” con ellas, como tampoco la tenemos con Michetti, Bullrich o Carrió.Dilma o Cristina,que a muchas compañeras les parecerán más cercanas, tampoco inclinaron la balanza para nuestro lado, a pesar de más de 10 años de gobierno del PT o del kirchnerismo.
Porque todas ellas, encabezadas por las “damas de hierro”, no ejercen un poder femenino en abstracto sino el poder del capital,de los que exprimen a los trabajadores y trabajadoras, en particular ahora, para su“sálvese quien pueda” ante la actual crisis económica mundial.
Desde el PSTU, como socialistas y revolucionarios, sostenemos que el “poder” no es una disputa de mujeres versus hombres (de género) sino de clase, de obreras y obreros, contra sus explotadores, sean éstos hombres o mujeres.
El poder de las trabajadoras no estará en esperar las elecciones de 2019, en confiar en la paridad de género en el Parlamento, en depositar su suerte y su futuro en gobiernos aliados con empresarios (aunque éstos estén encabezados por mujeres o tengan muchas mujeres en los cargos principales), porque esas instituciones y gobiernosdefenderán intereses opuestos a los de las/ trabajadores/as.
El poder de las trabajadoras estará en ocupar la primera fila en la lucha junto con los trabajadores hombres (sus hermanos de clase), organizados colectivamente, para obtener aborto legal, protección a la maternidad, guarderías, jardines maternales, presupuesto para combatir la violencia machista,para defender todas las conquistas amenazadas, para frenar el Plan de los Ceos, para que se vaya Macri y para imponer un plan económico al servicio de la clase trabajadora.