Ante la crisis y la catástrofe a la que el Gobierno y el FMI nos llevan, crece la convicción de que hay que lograr la renuncia de Macri y una salida obrera a la crisis. Pero, ¿cuál es esa salida?
La situación es insostenible. Está claro que no podemos reclamar nada a Macri, porque está decidido a apretar hasta ahorcarnos. El veto al freno a las tarifas, y el acuerdo antiobrero y antinacional que preparan con el FMI son muestra de sobra.
La CGT debate un nuevo paro, pero son culpables de esta situación. Siguieron negociando con un Gobierno que no deja de atacarnos. Después del paro del 6 de abril del 2017 se negaron a continuar con un plan de lucha, y siguen buscando la bendición del Papa, Cristina, Massa u otro dirigente que no sufre lo que sufrimos los trabajadores. Nada podemos esperar de los dirigentes traidores.
Moyano, la Corriente Federal y las CTAs son parte de esto, pero se ubican como “combativos”, y presentan programas que, dicen, serían la solución para los trabajadores. Son los 21 puntos del 21F, o los 27 puntos de la Corriente Federal.
Es correcto que los trabajadores y nuestras organizaciones tengamos nuestro propio programa. Es parte de la tradición obrera. Y, en nuestra opinión, lo único que puede salvar a nuestro país. Pero este programa no ha sido votado en las bases, ni debatido en asambleas y congresos. El “programa” que nos ofrecen es la vuelta a recetas agotadas.
Es necesario que se de una amplia discusión en todo el movimiento obrero sobre la salida que necesitamos.
¿Sirven esos programas?
Nosotros proponemos como única salida de fondo para el país, un programa socialista de cambio completo de las condiciones económicas y sociales.
No le pedimos a Moyano, Palazzo o Yasky que compartan nuestro programa. Solo exigimos que no les mientan a los trabajadores.
Sus “programas”, reivindican los de La Falda, Huerta Grande y los 26 puntos de la CGT de 1986. Sin embargo, proponen un proyecto lavado, que es opuesto a esos antecedentes.
Proponen impedir despidos por ley, pero no hacen nada para imponerlo. Proponen control estatal de recursos estratégicos y servicios públicos, plan energético y de transportes, pero sin volver a estatizarlos, es imposible, como cualquiera sabe.
Proponen control del tipo de cambio y freno a la fuga de capitales, pero sin la estatización de la banca y monopolio del comercio exterior. Imposible.
Proponen acabar con el hambre, sin expropiar los grandes latifundios, empresas formadoras de precios, ni grandes cadenas de supermercados. Absurdo.
Proponen “desendeudar” al país sin declarar la moratoria de los pagos de la deuda externa. Y leyes “antimonopólicas”, así como “protección de la industria nacional”, mientras se comprometen a mantener la “seguridad jurídica” a las inversiones extranjeras. No hay manera.
Proponen educación y salud para todos, manteniendo la educación y la salud privada. Prometen “tierra, techo y trabajo” para todos, sin decir de dónde sacarán los recursos.
Nada dicen de acabar con la precariedad laboral, la flexibilidad, ni el trabajo por agencia. Y defienden a las Pymes –empresas que están despidiendo o no pagando a sus trabajadores-.
Aunque denuncian correctamente que Macri gobierna para los sectores más concentrados del capital, la salida que proponen no los enfrenta. Nada que ver con La Falda, Huerta Grande o los 26 puntos.
La Falda decía: “Control estatal del comercio exterior sobre las bases de la forma de un monopolio estatal” y “liquidación de los monopolios extranjeros de importación y exportación”. “Política energética nacional; para ello se hace indispensable la nacionalización de las fuentes naturales de energía y su explotación (…)”.
Huerta Grande, proponía: “1) Nacionalizar todos los bancos y establecer un sistema bancario estatal y centralizado; 2) Implantar el control estatal sobre el comercio exterior; 3) Nacionalizar los sectores claves de la economía: siderurgia, electricidad, petróleo y frigoríficas; 4) Prohibir toda exportación directa o indirecta de capitales; 5) Desconocer los compromisos financieros del país, firmados a espaldas del pueblo; 6) Prohibir toda importación competitiva con nuestra producción; 7) Expropiar a la oligarquía terrateniente sin ningún tipo de compensación; 8)Implantar el control obrero sobre la producción (…)”.
Los 26 puntos de la CGT de 1986: “1) Establecer una moratoria para el pago de los servicios de la pretendida deuda externa, en razón de la necesidad vital de aplicar los recursos nacionales a la inmediata reactivación de la economía nacional; (…) 3) No contraer nuevas obligaciones (…)”.
Sobre los ritmos y la lucha
Por otra parte, el programa de la Corriente Federal, publicado el 16-8-2016 -¡hace más de dos años!- decía claramente “ESTO NO VA MAS”. Pero ¿qué hicieron Palazzo, Moyano y Yasky para frenar eso? Nada. Fueron parte de los esfuerzos de sostener la gobernabilidad. En nombre de “no repetir un 2001”, se han atado las manos. Solo nos llaman a votar a otro en el 2019. ¿Qué tiene eso que ver con el 17 de octubre, en que los trabajadores rompieron la “legalidad” para imponer sus reclamos?
Reiteramos, es preciso un debate de fondo sobre la salida que proponemos los trabajadores. En ese camino, iremos formando la nueva dirección que los trabajadores necesitamos.