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A 99 AÑOS DE LA CREACIÓN DE YPF ESTATAL, CONTINÚAN LA ENTREGA Y EL SAQUEO

La empresa estatal hidrocarburífera creada en 1922 fue pensada por la burguesía nacional como puntal del desarrollo industrial abarcando íntegramente el sector, de manera que iba desde la exploración pasando por la perforación, almacenamiento, transporte, refinación, destilación y comercialización del petróleo y gas entendiendo la energía como un bien social.

Así como destacamos su rol progresivo por su pelea contra los monopolios como la Standard Oil o la Shell marcamos sus límites: YPF siempre convivió con los monopolios. Nunca se estatizó toda la industria petrolera, gasífera, de refinerías, del transporte, estaciones de servicio y petroquímicas. La clase obrera fue ajena a las discusiones porque nunca existió el control obrero de la producción, ni se abolió el secreto comercial, ni la clase pudo tener la bolsa de trabajo o decidir un plan de medio ambiente para generar obras y puestos laborales.

Por eso fue una empresa estatal al servicio de los negocios de sectores burgueses nacionales, provinciales y locales donde la corrupción es la regla y no una excepción.

Así mismo esta YPF mosconiana (el General Enrique Mosconi fue su primer presidente) a la vez que batallaba contra los monopolios imponía en los yacimientos una fuerte persecución sindical y política con la figura de los apuntadores o expulsaba con la Marina de Guerra a punta de fusil a los activistas rojos.

 

De Menem a Los Kirchner: la entrega y destrucción de YPF

Llegado los 90 se impuso por parte del imperialismo una gran ofensiva profundizando la recolonización económica y política. La privatización de las empresas estatales siempre fue un bocado a devorar por parte del capital imperialista y los grupos económicos locales. Y el peronismo de la mano de Menem fue su gran ejecutor junto con el verso amplificado de los monopolios con la burguesía nacional, sus partidos y comunicadores. Todos repitieron hasta el hartazgo lo imperioso de ingresar al “Primer Mundo”, se pusieron al servicio de la desregulación del mercado, la privatización de las empresas estatales de petróleo y gas, la libre disponibilidad del crudo, la entrega de la plataforma marítima, la provincialización del recurso, la eliminación de retenciones a la exportación, la libre exportación, el saqueo liso y llano, las exenciones fiscales, los subsidios como el petróleo plus y el gas plus. Así como el subsidio al barril criollo y al barril exportado, dádivas para el bolsillo de las operadoras, con incentivos fiscales y cientos de concesiones más que fueron llevadas a cabo.

La profundización del saqueo y la entrega se coronó con la extensión de las concesiones que empezaron por los dos yacimientos gasíferos y petroleros más importantes como el de Loma de la Lata en Neuquén, a favor de Repsol, y Cerro Dragón en Chubut, a Pan American Energy (PAE), por el término de 40 años.

Luego continuó con todos los yacimientos, los acuerdos secretos y ocultos del kirchnerismo tanto de Enarsa con las multinacionales como con  Chevron en Vaca Muerta, con represión incluida, que convalidaron groseramente Macri y el Movimiento Popular Neuquino (MPN) junto con toda la burocracia sindical.

Llegamos así a la reciente reducción del porcentaje de retenciones a las petroleras del 12 % al 8 % del gobierno de Fernández y la reducción en hasta un 50 % del monto de regalías que el Gobernador de Chubut, Mariano Arcioni, ofreció a las mismas, en una “provincia quebrada” que no le paga el sueldo a las enfermeras y enfermeros, en medio de la pandemia.

Todas estas concesiones las fueron haciendo uno por uno los Gobiernos del peronista Carlos Menem, de la Alianza radical frepasista de Fernando de la Rúa, del peronista Eduardo Duhalde, de los peronistas Néstor Kirchner y Cristina Fernández , Mauricio Macri de la Alianza Cambiemos y hoy el Gobierno de Fernández en unidad con todos los gobernadores y legisladores provinciales y apoyadas por las burocracias sindicales de todos los gremios del sector. ¡Ha sido un espectacular negocio para los monopolios!

A los trabajadores y los pueblos no nos queda nada. Ni hospitales, ni educación, ni puestos de trabajo, ni vivienda. Hasta el agua dulce han saqueado, como ocurrió con lago Colhue Huapi en Chubut usado por los monopolios para la recuperación secundaria.

 

El ataque a los trabajadores

Todo este saqueo fue completado con el desafuero sindical, la represión, el encarcelamiento, como ocurrió con los compañeros Oñate, Vibares, Armoa, Acosta y nuestros camaradas Jorge Mansilla y Hugo Iglesias, la compañera Elsa Orozco y posteriormente Daniel Ruiz, así como la condena a cadena perpetua por luchar a los petroleros de Las Heras (Santa Cruz).

De esta manera  impusieron la  flexibilización laboral, el ataque al Convenio Colectivo de Trabajo (C.C.T.) con la adenda, lo que trajo aparejado el despido de más de 10.000 trabajadores en el sector en el lapso 2.015-2018 y el aumento de los accidentes y muertes en los yacimientos producto de la sobreexplotación y los diagramas extenuantes como ocurrió en Vaca Muerta .

Este cuadro agravado por la crisis actual pone en evidencia la irracionalidad de la producción en el capitalismo orientada por la ganancia, la voracidad con la que el capital destruye la naturaleza y explota a la clase trabajadora.

Por eso es imperioso dar vuelta todo lo actuado en estos últimos 30 años de privatización y desregulación (entrega) del petróleo y el gas.

No alcanza con estatizar

Al interior del Frente de Todos existe un debate sobre el destino de la empresa. Hay sectores kirchneristas que proponen una YPF 100% estatal como el mejor camino. El ministro Guzmán rechazó de plano esa posibilidad y aseguró que no se modificará la actual composición accionaria de la empresa que tiene un 49 % de capital privado. Por otra parte ya preparan una nueva Ley de Hidrocarburos a pedido de las multinacionales.

Al respecto debemos ser claros y contundentes. Para tocar a las petroleras no basta una declaración de intenciones: es necesario convocar a una movilización general de los trabajadores, junto a sectores populares y sociales. Por otra parte, como desarrollamos a lo largo de esta nota, no basta con la reestatización total de YPF, coexistiendo en competencia y desventaja con los pulpos internacionales de la energía. Hoy más que nunca, ante este panorama, la única salida es la nacionalización y expropiación de todas las operadoras sin indemnización y con control obrero de la producción, lo que va a lograrse con un gobierno obrero socialista, de los trabajadores y trabajadoras. Tenemos que orientar todas nuestras luchas hacia ese objetivo.