Empieza la cuenta regresiva para la votación en el Senado por el Proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo. En las escuelas, las casas y los trabajos, mujeres y hombres están debatiendo qué pasará. La disyuntiva entre aborto legal, seguro y gratuito y aborto clandestino es la que divide aguas. Se percibe en el aire que estamos arrancando una conquista importantísima y la Iglesia, principal dirigente del sector mal llamado “Pro Vida” ha lanzado una contraofensiva para retener a sus fieles bajo el paño de la hipocresía. Por eso es preciso continuar luchando por la definitiva separación de la Iglesia del Estado.
Son más de 500 mil los abortos por año en nuestro país. Las ricas, lo efectúan en clínicas de alta complejidad en las que compran con dinero el silencio y la seguridad de continuar con vida. Las trabajadoras y las pobres, muchas veces confundidas por la culpa que mete la Iglesia, son las que caen en manos de las matronas en los barrios. Las que piden ayuda a amigos, vecinos, familia para juntar peso a peso lo suficiente para comprar misoprostol, si es que consiguen. O recurren a yuyos u otros instrumentos para practicarse un aborto “casero”. Cientos de ellas mueren anualmente. Por eso, perpetuar el aborto clandestino, es femicidio estatal.
Un debate impuesto con la lucha
Al proyecto de ley, la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, lo presenta hace años al congreso. E inclusive en los años de gobierno kirchnerista se presentó cinco veces y se negaron una y otra vez a debatirlo por orden de la propia Cristina. Sin embargo, la pelea de las mujeres se combinó con un 2017 de luchas y resistencia creciente. Con jornadas como las del 14 y el 18 de diciembre. Y el Gobierno de Macri, para mostrarse democrático y calmar las aguas, abrió el debate. Por eso decimos que logramos imponerlo.
No nos engañan. Macri, Bullrich, Vidal, Michetti, como ella misma señaló, están en contra de que las mujeres decidan el momento de la maternidad. Se vieron acorralados por la situación económica. Y por la respuesta que ante esa situación que ellos provocaron, tuvieron los trabajadores y el pueblo. El 13 de junio fuimos más de un millón. Y venimos de meses de movilizaciones, paro de mujeres, y diferentes luchas. Por eso arrancamos la media sanción.
La resistencia continúa
Los trabajadores continúan defendiéndose de los ataques del Gobierno. Los docentes siguen sin rendirse. Acaban de embretar a los dirigentes de los gremios para que no levanten las medidas de fuerza. En los barrios los vecinos comienzan a organizarse en contra de los tarifazos de luz y gas y como en San Vicente, prenden fuego las oficinas de las empresas que durante décadas se llevaron la plata en pala. Los trabajadores del Astillero Río Santiago se organizan contra el vaciamiento y defienden sus puestos de trabajo uniéndose al resto de la comunidad.
Fue impresionante la bronca que generó el decreto de Macri para poner en las calles a los militares. Y aunque los dirigentes intentaron desviar la bronca, el pueblo salió a decir que no olvidamos, no perdonamos y no nos reconciliamos. Y continuamos buscando justicia por Rafael Nahuel y Santiago Maldonado. Es preciso unificar las luchas el mismo 8A. Imponer esta conquista nos dejará en mejores condiciones para todas las peleas que se vienen.
Redoblar la lucha y radicalizar las medidas
Imponer el aborto legal es una batalla. Y debemos darla con todas nuestras armas. En los medios se dice que ganaría el No, que le harían reformas al Proyecto para seguir un ping pong parlamentario. Algo que no es de interés para las trabajadoras que seguimos muriendo, viviendo maternidades forzadas, sin poder acceder a anticonceptivos y educación sexual. El destino de los trabajadores no puede estar en manos de quienes votaron la reforma previsional. De quienes deciden entregarnos en bandeja a los especuladores del FMI y el G20. No tenemos ninguna confianza en el Congreso. Somos nosotras quienes definimos nuestro destino. ¡Que ni se les ocurra a los senadores votar en contra porque vamos a seguir en las calles y redoblar las medidas hasta conseguirlo! Y si lo vuelven a mandar a diputados seremos millones para no dar ni un paso atrás. Que no se confunda nadie. Acá llegamos donde llegamos peleando y no s nos para nadie, pase lo que pase en la votación.
Impongamos el aborto en las calles
Los burócratas de la CGT tuvieron que retractarse de sus dichos ante el nivel de bronca que generó en los laburos. Pero algo es cierto. Si los hospitales, y nuestras obras sociales continúan en el estado en que están, la ley solo será letra muerta. Tenemos que exigir que se deje de pagar la Deuda y se ponga esa plata en salud, educación y contra la violencia machista. Impuestos a las grandes fortunas, y estatización bajo control de sus trabajadores de los laboratorios para garantizar anticonceptivos y aborto seguro.
Este 8 de agosto las calles tienen que ser nuestras. Los estudiantes ya están organizando tomas, pernoctazos, faltazos, debates en las aulas, entre otras medidas. Debemos tomar ese ejemplo. En los lugares de trabajo y en los barrios debemos organizar el debate. Juntarnos para ir a la plaza de los dos Congresos ese miércoles. Colgar carteles, pañuelos y pancartas en las plazas. Que todo el mundo se entere qué es lo que el pueblo quiere.
Hagamos asambleas en los lugares de trabajo, en las escuelas, terciarios y universidades. Que las centrales nos garanticen paro y movilización para estar el 8 arrinconando al Senado. Debemos ser millones. Para que no haya más maternidad forzada ni muertes por abortos clandestinos. Para poder elegir el momento de ser madres: educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal seguro y gratuito para no morir.