Cientos de miles salimos a la calle y desbordamos las ciudades en el aniversario del 3J, dijimos contundentemente que queremos el aborto legal en Argentina y que no queremos sufrir más la violencia machista. Los pañuelos, las pancartas y las canciones exigían nuestro derecho a decidir el momento de la maternidad, las jóvenes se lo escribieron en el cuerpo o pintaron las paredes y calles para que no haya dudas que somos muchas y muchos los que defendemos ese derecho.
El debate está instalado hace rato y hay quienes dicen estar a favor de las “dos vidas”, es decir que hasta los sectores que militan contra el aborto, tuvieron que reconocer que la vida de las mujeres está en riesgo. Ya no es posible tapar el sol con la mano, y la realización de 500.000 abortos anuales en nuestro país son muestra de que se practica y en la ilegalidad.
Las que sufrimos la ilegalidad del aborto somos las trabajadoras y pobres, somos las que morimos por caer en manos de quienes lucran con nuestra necesidad. Las mujeres marginadas, las niñas violadas, las jóvenes con trabajos inestables, las obreras o las que son sostén de hogar sufren esto, pero sólo son mencionadas como estadísticas para argumentar en el debate. Los que se llaman “pro vida” nada hacen para mejorar la vida de estas mujeres, y hasta piden mano dura cuando ellas salen a ser parte de algún reclamo popular.
Las organizaciones feministas que dirigen la campaña por el aborto, tomando las inmensas movilizaciones por los derechos de las mujeres, quieren apropiarse el reclamo y aunque dicen querer que las pobres dejen de morir, hacen muy poco por incorporarlas a la lucha y dejarlas ser protagonistas de la pelea que las tiene como principales víctimas. Es momento que las trabajadoras pasen al frente, que sean ellas las que organicen la lucha, que puedan dirigir la pelea para que quienes más sufren puedan dejar de hacerlo.
Muchas obreras tienen dudas, otras temen traicionar su fe religiosa si admiten estar a favor de la legalización, por eso mismo el debate en la clase trabajadora es necesario. Si en verdad queremos lograr el aborto, no podemos sólo confiar en el lobby parlamentario de las agrupaciones feministas, ni en la voluntad que ahora expresa un sector del kirchnerismo luego de años de negativa por parte de Cristina. Para imponer verdaderamente el aborto legal, hay que organizar jornadas de lucha como las de diciembre, sin medias tintas por parte de las direcciones. Sólo la lucha de toda la clase obrera en la calle podrá lograr el aborto legal, libre seguro y gratuito en el hospital.
Las CGT Y CTA no pueden seguir dejándonos solas como hicieron el 8M o sacándose fotos testimoniales con el pañuelo verde. No pueden seguir escondiendo el debate en los lugares de trabajo, si están a favor del aborto como dicen que organicen ya mismo una campaña de debate en todos los laburos. Si dicen que es un derecho decidir sobre nuestro cuerpo entonces que dejen de dar vueltas y realicen ya el paro general que tanto necesitan los trabajadores también por el aborto legal y todas nuestras demandas. Si las que mueren son trabajadoras y pobres, es tarea de la clase obrera luchar en primer lugar para que eso termine, enfrentando el ajuste y echando a Macri y al FMI.