Los días anteriores al 29D, la ansiedad ya empezó a hacer efecto, y la incertidumbre de no saber si esta vez nos iba a alcanzar la fuerza no nos dejaba dormir. Los preparativos para movilizarse ese día estaban en marcha. Esta vez, las mujeres argentinas no queríamos volver a casa con las manos vacías o con promesas de que, si no era ahora, luego íbamos a poder. No quisimos repetir el 2018. Fuimos por todo, y así conseguimos un triunfazo histórico, que nos llena de fuerza para seguir dando la pelea por todo lo que falta, que es muchísimo, pero este puntapié nos da mayor impulso para seguir ganando.
Un triunfo para toda Latinoamérica
La legalización del aborto en Argentina, luego de una larga pelea y de miles movilizades en las calles durante años, no solo tiene gran importancia en nuestro país, sino también en el conjunto de Latinoamérica y el mundo entero. Sin ir más lejos, ya se empieza a discutir la despenalización del aborto en Chile[1], y seguramente esto mismo empezará a expandirse en muchos otros países del continente. La misma necesidad recorre los sectores populares de todo el continente, donde solo existen pocos países donde hoy el aborto es legal: Cuba, Puerto Rico, Guayana, Guayana Francesa, Uruguay y dos estados de México (Distrito Federal y Oaxaca), a los cuales ahora se suma Argentina.
Una ley aprobada con demasiadas trabas
Como venimos afirmando, la legalización del aborto en Argentina es un triunfazo de las mujeres y de los sectores populares que lucharon por conquistar en las calles este derecho democrático para las personas gestantes, en particular para los sectores que, siendo ilegal, no podían tener los recursos económicos para realizarse un aborto y no morir o sufrir consecuencias gravísimas para su salud, en el intento. Además, se trata de un importantísimo paso adelante en la lucha por elegir ser madre y en qué momento o no serlo.
Por eso lo logrado es una palanca para seguir luchando contra las limitaciones que la propia ley aprobada impone.
La objeción de conciencia individual deberá ser combatida con fuerza por todas las organizaciones y sectores populares. Las presiones de las iglesias en cada lugar, e incluso de sindicatos y sus obras sociales que se han declarado a favor de “las dos vidas” son y serán muy fuertes en muchos lugares, y presionarán para que muches profesionales de la salud tengan temor de plantarse y llevar adelante un aborto.
Sin ir más lejos, esta semana en una clínica privada de San Juan, ya todes sus profesionales se declararon objetores de conciencia, lo cual implica que nadie en ese lugar tiene la obligación de cumplir con la ley y practicar un aborto a quien lo necesite. No podemos olvidar que el aprobado Plan de los 1000 Días tuvo como lugar de aplicación primero a esta provincia, con el claro objetivo de “convencer” a las mujeres y personas gestantes pobres de continuar sus embarazos a pesar de cualquier circunstancia, a cambio de una pobre ayuda estatal, y dejando librada a la buena suerte a la madre y su hije, apenas pasados los 2 años de vida del misme.
Si muchos establecimientos sanitarios hacen lo mismo, ¿dónde queda la validez de dicha ley? En los hechos, la objeción de conciencia institucional se impone y habrá pocos lugares donde realizar dicha práctica. Tendremos que organizarnos y movernos para derrotar esta traba, que en la práctica tira para atrás lo conquistado.
De igual manera, los sectores antiderechos ya han presentado recursos de inconstitucionalidad que han tenido eco en la justicia, que sabemos es machista y de clase, siempre contra nosotres les laburantes. Y se agarran de algo cierto: la Constitución nacional establece que la vida se inicia al momento de la concepción. A esto se suma el Código Civil sostenido por el kirchnerismo en 2014, que plantea que la vida existe desde la concepción y eso no se ha modificado, aun cuando es contrario a la nueva ley que ahora se ha aprobado. Por eso, una tarea fundamental es eliminar todos los artículos, tanto de la Constitución Nacional como de cualquier Código Civil, Penal y Comercial que sea contrario a esta ley votada y que pueda servir de traba para la implementación del aborto legal en toda la Argentina.
Por otra parte, la ministra de Mujeres, Elizabeth Gómez Alcorta, ya ha empezado una rueda de declaraciones donde afirma que la aplicación de la ley será lenta, pero no solo por el tiempo que lleve su reglamentación y promulgación, sino porque no en todas las provincias y sus hospitales se cuenta con los recursos necesarios para poder implementarlas. Ni siquiera hay recursos suficientes para paliar la pandemia del Covid, pero el presupuesto del 2021 se aprobó atado a los requerimientos del pago de la Deuda Externa y del FMI, en lugar de priorizar carencias básicas de nuestro país en materia de salud (y trabajo, educación, vivienda, etc.).
Pero el Estado argentino sigue subsidiando con millones tanto la religión católica y sus instituciones educativas, mientras tanto nos dicen que no hay más dinero para las necesidades del pueblo trabajador. Es necesario ya mismo la separación de la Iglesia y el Estado, y que ese dinero vaya a la educación y salud de los sectores populares.
Todas estas cuestiones serán trabas para una implementación efectiva y segura de la nueva ley, y por eso una de las tareas más importantes próximamente será pasarlas por encima para llegar a que todas las mujeres pobres y personas gestantes de los sectores populares puedan acceder realmente al aborto legal.
Otro paso atrás de las direcciones
Tanto el día de la votación en Diputados como en Senadores, fue la propia Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito quien ofició de vocera del proyecto de ley del gobierno. Desde el escenario montado en plena Plaza Congreso, y desde cada pantalla gigante que habían colocado para seguir el debate dentro del recinto, pudimos ver a la Campaña abandonar todo tipo de crítica a las limitaciones de un proyecto que no era el propio.
Si bien desde el PSTU no defendimos nunca ni tomamos como propio el Proyecto de la Campaña porque también tenía serias limitaciones, consideramos que en varios aspectos era mejor que el que se terminó votando. Pero nada hicieron para intentar corregir estas cuestiones, ni siquiera levantar la voz. Más bien lo contrario, fueron agitadores del “gran triunfo que se venía de la mano del gobierno de Alberto”.
De la misma manera, la colectiva feminista “Ni una Menos” levantó la idea de que este triunfo sin Alberto y su ministerio de Mujeres no hubiera sido posible. Años de levantar banderas peleando por la legalidad del aborto fueron olvidados, años de movilizaciones masivas desmerecidos en función de decirle a todo el mundo que siguieran confiando en este gobierno.
Sobre esto queremos ser clares. La legalización es un triunfo de la movilización y organización del movimiento de mujeres y el conjunto de las luchas en curso. Esto fue fruto de las tomas de colegios en 2018, de las campañas en los lugares de trabajo, de los pañuelazos, las movilizaciones, las jornadas bajo la lluvia y el frío bancando los trapos.
Ante la profundización de la crisis económica, la pandemia, los reclamos y tironeos incluso dentro del frente gobernante que se produjeron durante 2020, obligaron al gobierno a impulsar y montarse sobre la movilización para intentar arrogarse este triunfo. Como toda conquista, la arrancamos, ya que nadie nos regaló nada en toda nuestra historia. Se trata además de una conquista que no pone en jaque el presupuesto, por lo que la decisión política del ejecutivo podía llevarla adelante sin demasiado costo, solo cuestionamientos disidentes dentro del mismo frente que pudieron sortearse al “convencer a los indecisos” con distintas concesiones.
Unir y coordinar las luchas para ganar
El balance de esta lucha nos debe servir para sacar lecciones para seguir. Si se trata de un triunfo de los sectores populares y la clase, es porque a pesar de las direcciones hubo un movimiento que se puso en la mira este objetivo. Durante años y larga lucha.
Desde el PSTU y Lucha Mujer propusimos esa tarea al movimiento y la llevamos adelante en lugares de trabajo, centros de estudiantes, sindicatos y barrios. Por ello distintos sectores, como los trabajadores de BedTime, impulsaron acciones. A pesar de las centrales sindicales y distintos sindicatos que prefirieron callar y no convocar a absolutamente ninguna actividad para apoyar la lucha. Una ausencia notoria fue la de las Mujeres Sindicalistas tanto de la CGT como de las CTAs, quienes nada impulsaron dentro de sus propios gremios para empujar a toda la clase trabajadora, mujeres y varones, hacia la pelea por la legalización del aborto. Igual que las centrales sindicales a las que representan, ellas también son parte del Pacto Social y se sientan a la mesa de negociación con el gobierno de Fernández, para seguir sosteniéndolo y bancar sus medidas, por más insuficientes o, incluso antipopulares, que sean.
Como mencionamos, esta lucha nos debe servir como trampolín para conquistar lo que necesitamos. Las mujeres, los sectores oprimidos y la clase trabajadora en su conjunto. Tenemos una pelea muy difícil por delante que es la erradicación de la violencia contra las mujeres. Solo el año pasado se registró un femicidio cada 29 horas. La violencia es una verdadera tragedia, sobre la que aún no hay respuestas certeras por parte del gobierno.
La lucha contra la violencia es el camino a seguir y para ello, como precisamos ir de fondo a conquistar presupuesto, independencia económica para las mujeres, casas de refugio, trabajo formal, hogares, y demás necesidades, se trata de una conquista mucho más profunda. Aquí nos hacen falta no solo leyes, que de hecho ya existen y son papel mojado.
Precisamos imponer al Gobierno Nacional y a los demás gobiernos la prioridad de resolver esta problemática y garantizar las condiciones de vida de las mujeres, sobre todo de los sectores populares y trabajadoras. No alcanzan faltan fuertes declaraciones contra el “patriarcado” sino que necesitamos acciones y políticas concretas contra la violencia machista, para lo cual hay que decirle no al Fondo Monetario y poner todos los recursos del país en función de las necesidades de les trabajadores por encima de las ganancias de las patronales.
Esta lucha de fondo debe ser dada sin cuartel con el conjunto de la clase, en profunda unidad entre trabajadoras y trabajadores, los sectores populares, en lucha por todas nuestras reivindicaciones. ¡No hay otra manera de lograrlo y tenemos la fuerza para hacerlo!
Deberemos unir todas las fuerzas para modificar de raíz este sistema que nos mantiene al conjunto oprimides y explotades. Esta tarea solo puede ser llevada adelante por un gobierno distinto, donde les trabajadores y el pueblo sean quienes tengan el poder.
Desde el PSTU y Lucha Mujer vamos por ese objetivo, y te invitamos a vos también a que te sumes a esta construcción y esta pelea.
[1] https://www.t13.cl/noticia/politica/congreso-chile-comienza-discusion-despenalizacion-aborto-libre-08-01-2021