ACERCA DEL “DERECHO A TRABAJAR”

A medida se iba aproximando el paro del 6 de abril, el macrismo intentaba sin éxito evitarlo o al menos sacarle fuerza. Para esto, entre otras cosas, comenzó una campaña mediática contra la medida. El paro de transporte, los piquetes y el llamado del dirigente Omar Viviani a voltear todos los taxis que salieran a laburar, fueron los hechos que usó para armar su discurso: estas medidas atacarían el derecho a trabajar de los que no querían hacer paro, que serían para el Gobierno la mayoría de los trabajadores.

Este paro se lo arrancamos nosotros, los trabajadores, a la podrida dirección de la CGT, corriéndola a botellazos en el acto del 7 de marzo. Después de ese hecho, en un mes de marzo con 6 movilizaciones masivas contra Macri ¿Alguien puede dudar de la voluntad de parar en la inmensa mayoría de los laburantes?

¿El derecho de quién?

Cómo los empresarios tienen a los gobiernos de su lado, los trabajadores hemos tenido que encontrar la manera de imponerles nuestras demandas. Hacer asamblea, movilizarnos, parar. Así hemos ganado muchas de las cosas que tenemos hoy (ver recuadro).

Hubo empresas que apretaron a los trabajadores a ir igual, poniendo remises, gastando fortunas solamente para que no hagan el paro. Por eso era importante hacer activo el paro, por eso era importante hacer piquetes.

No existe derecho “a trabajar” (la gran mayoría de las veces bajo amenaza) que esté por encima del derecho del conjunto de parar y garantizar la medida que decidimos tomar.

En el paro del 30 de marzo en General Motors, la empresa se jugó a mandar los micros igual. Los cortes que estaban haciendo los suspendidos, junto a la negativa de los trabajadores sobre los micros a bajar y enfrentarse con sus compañeros para pasar, fue lo que garantizó el éxito del paro.

Lamentablemente, esta vez la CGT y la CTA se negaron a hacer activo el paro, para que podamos garantizar en su totalidad la medida de fuerza. Mucho menos hizo asambleas para que el paro se discuta en todos los lugares de trabajo. Así le dio lugar a esta campaña sucia del macrismo.

Macri es quién no deja trabajar

Mientras los voceros del Gobierno se muestran indignados por dichos como los de Viviani, es el plan de ajuste que aplican el que niega el derecho al trabajo. Cifras de fines del año pasado, tanto de la UCA como del propio INDEC, hablan de 10% de desempleo. Viendo como siguen las cosas, es probable que, a 4 meses de haber empezado el año, estos números no hayan mejorado, sino todo lo contrario.

¿Dónde está la indignación por esos compañeros que no pueden trabajar? Lo que realmente indigna al Gobierno es la pérdida económica que le generó a sus socios empresariales el paro del 6. Al Gobierno de Macri no le interesa ningún derecho más que el suyo y de sus amigos a amasar grandes fortunas a costa nuestra.

Es por eso que no sólo debemos exigirles a las conducciones que le den continuidad al paro con un plan de lucha (por ejemplo con paros progresivos de 36, 48, 72 horas). Hay que romper su pasividad, discutir en todos los lugares de trabajo como garantizar cada medida que tomemos y salir con todo a la calle. Para que cada medida sea aún más contundente que la anterior.

¿QUÉ GANAMOS PARANDO?

Otro discurso ya repetido hasta el hartazgo por el Gobierno es que los paros no sirven para nada. Que sólo perjudican al país. Pero como decíamos, a quién realmente perjudican es a los empresarios.

Nuestras condiciones de trabajo y de vida, nuestros derechos actuales son producto de siglos de lucha, incluyendo largas huelgas. El mejor ejemplo de esto es la jornada laboral, que en los inicios de la industria era de 16 horas y se trabajaba todos los días. La revuelta de Haymarket, en Chicago (1886), por la cúal conmemoramos hoy el 1° de mayo, empezó con una huelga de 4 días.

Sin ir más lejos, acá en Argentina tenemos ejemplos claros también. Un ejemplo bastante reciente es el paro de los aceiteros en el 2015, que bloquearon el puerto de Rosario. Tras 25 días de huelga, lograron un aumento del 36% cuando el gobierno, de Cristina Kirchner en ese entonces, quería imponer un techo del 25%. O el mismo año cuando el paro de los trabajadores de la línea 60 obligó a la empresa a retroceder con los despidos.

Desde la más pequeña conquista, hasta grandes victorias que hoy hacen parte fundamental de nuestra vida (las vacaciones, la jubilación, las licencias), todas las hemos conseguido luchando. Y la forma central que tenemos los trabajadores para luchar es el paro, porque ahí les pegamos a los patrones donde más les duele: en sus ganancias.