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AYUDAS SOCIALES ¿ COMBATE A LA POBREZA O BÚSQUEDA DE VOTOS?

La derrota manifiesta en las elecciones PASO de agosto pasado lleva al gobierno peronista de los Fernández a cierta desesperación para recuperar votos en las definitivas para legisladores de noviembre. Así decretó una serie ayudas sociales complementarias, aumentando el monto de otras existentes, con la suposición de que a mayor “platita” distribuída mejoraría la imagen de sus candidatos. Sin embargo, con una inflación que ronda el 52,5% en los últimos 12 meses y un incremento en alimentos y medicamentos de más del 50% en lo que va del 2021 no hay una compensación real del poder adquisitivo de millones de trabajadores formales e informales y de jubilados/as. Solo mínimos paliativos económicos cuando por otro lado el Gobierno permite la derivación de recursos millonarios en pagos de la Deuda Pública, privilegiando de hecho a los especuladores y buitres, que a su vez siguen presionado por mayores devaluaciones. La crisis económica capitalista se multiplica, y con más demandas patronales de mayor explotación y sometimiento de millones.

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Los gobiernos patronales desde la crisis económica y política del 2001 han ido incrementando una serie de ayudas sociales, la mayoría administradas por el ANSES, destinadas a la extrema pobreza a la que van llegando millones de personas, aumentada por la pandemia del Covid-19 desde  marzo 2020. En general son mínimos atenuantes de las reales necesidades básicas para una vida digna ante la carencia de trabajos genuinos y futuros sociales inciertos.

 

Antes de la PASO, la lista de ayuda era extensa: Asignación Universal por Hijo (AUH y por Embarazo (AUE), Potenciar Trabajo, Becas Progresar, Programa Sumar, Planes Nacionales de Primera Infancia, de Protección Social y de Seguridad Alimentaria, Programa Monotributo Social, Programa Jóvenes Más y Mejor Trabajo, Programa Hogar, Plan Argentina Hace, y millones de asistencias en salarios miserables a desocupados organizados en Cooperativas Laborales sociales y Organizaciones Barriales, además de limitados apoyos alimenticios a comedores comunitarios ante la mayor desocupación, pobreza e indigencia creciente. 

 

Programas que si bien toda persona aceptaría recibir en situaciones de emergencia social y alimentaria, la prolongación en el tiempo lo transforma en un problema y no en una ayuda transitoria. Como ejemplo tenemos el Ingreso Familiar de Emergencia, durante la cuarentena del 2020 para todo desocupado sin empleo formal o informal, tres subsidios de $10.000.- cada dos meses hasta octubre 2020. Y ahora ante la crisis, no obstante la mención de los medios oficialistas, el Gobierno descartaría aplicarlo nuevamente y en etapa preelectoral, ante el costo que debe afrontar en plena negociación con el FMI.

 

Se pueden mencionar otros planes de importes realmente miserables como el “Alimentar” de $6.000.- para los que cobran una AUH o por única vez a jubilados/as que percibían el ingreso “mínimo”. O el que se divulgó como reemplazante del anterior IFE, Potenciar Trabajo, de $16.000.- solo para jóvenes entre 18 y 29 años comprometidos con alguna actividad productiva. O el Programa Acompañar, de $32.000.- durante 6 meses para casos de violencia de género.

 

¿Más ayudas miserables por más votos?

 

Ante el resultado electoral, se difunde que el Gobierno dispuso otras ayudas complementarias, como el bono de $5.000.- en agosto a jubilados/as que cobren hasta dos haberes “mínimos”, y que se estudiaría repetirlo en octubre, aunque hasta ahora solo hay un bono promedio de $350.- por reajuste del Salario Mínimo Vital y Móvil. Y otra tarjeta Alimentar de $6.000.- a jubilados/as y pensionados/as pero solo de más de  85 años. Y un complemento de $7.000.- a la AUH por única vez. Y las Becas Progresar de $5.000.- destinada como “Bienes y Servicios Culturales”  (eventos y espectáculos) para jóvenes entre 18 y 24 años. Prácticamente descartado otro IFE en las próximas semanas. Y planes de apoyos al turismo interno con descuentos a cargo del Estado, pero que solo un reducido grupo de la población estaría en condiciones de utilizarlos.

 

Atenuantes miserables para una situación de vulnerabilidad, pobreza e indigencia para millones de seres humanos. Una pobreza que llega a casi el 45%, una Canasta Familiar que ronda los $70.000, el límite de pobreza, y la indigencia en un 12% de la población, agravándose en los más jóvenes y las mujeres. La inflación a septiembre último del 3,5%, acumulada en este año del 37% y una interanual del 52,5%. Con un salario promedio en todo el país de $42.294.- (unos U$S 234.- con dólar paralelo a $182.-), un ingreso “per cápita” de $18.333.-  (unos U$S 102.-). Y con una inflación proyectada para el 2021 del 50%.

 

Si se paga la Deuda, más miseria

 

Una crisis que se profundiza, por más ayudas oportunistas y miserables preelectorales. Una política que avecina profundizarse de renegociarse con el FMI las condiciones que se están aceptando, y que ya están evitando de calificar como ajuste, el que igualmente ya empezó.

 

Sectores patronales con sus medios critican estas ayudas oportunistas que generan mayor emisión de billetes por el Banco Central, que dentro del juego capitalista  especulativo generan más inflación al no destinarse a actividades productivas. Pero en general, tanto el Gobierno como la oposición patronal de todos los colores callan los enormes recursos que se están dilapidando para el pago de la estafa de la Deuda Pública que llegaría a los U$S 500.000 millones. Desde que asumieron los Fernández derivaron pagos mayores a U$S 8.000 millones de dólares entre capital e intereses de la Deuda Pública, principalmente la Externa, y más de U$S 6.000 millones mensuales en intereses por las Leliqs y Pases Diarios que el Banco Central tomó prestados al 38% anual  de los bancos y fondos buitres que chantajean con irse al dólar y aumentarlo si no se los renueva.

 

Recursos que deberían destinarse a generar empleo genuino con salarios dignos, planes de viviendas, salud y educación pública de calidad, y obras públicas en todo el país generando miles de puestos de trabajo. Solo un programa socialista revolucionario estaría en condiciones de hacerlo con apoyo de los trabajadores y trabajadoras.