Alquilar cada vez es más difícil, esta situación la padecemos desde hace largos años, los gobiernos pasan y dicha situación está lejos de ser resuelta.
Con la derogación de la Ley de Alquileres que propuso Javier Milei nos deja en peores condiciones, a la deriva total. Es una mentira que ambas partes se benefician, solo los propietarios y las grandes inmobiliarias.
Somos las y los laburantes que presentamos esa necesidad tan sentida y urgente. Peor aún si tenemos familia. En muchos casos los requisitos entre los tantos que existen es no tener hijos/as ni mascotas, registrar determinado monto en los recibos de sueldos. Terminamos compartiendo gastos con amigas, amigos, familiares, buscando lugares cada vez más lejos de nuestra zona habitual, de trabajo o estudio. La angustia y la desesperación que genera no puede ni debe ser la salida.
Entonces, ¿qué hacemos frente a esta aberrante situación? Que, dicho sea de paso, se suma a las preocupaciones que ya vivimos día a día, suba de impuestos, suba de precios, la inflación altísima, mientras nuestros salarios no aumentan, si es que contamos con uno. La ley anterior tampoco solucionaba el problema. No podemos estar pagando toda la vida un alquiler, deberíamos poder elegir donde vivir. El sueño de la casa propia ya no existe, quizás nuestros padres o abuelos lograron tener la suya. Hoy la gran mayoría y en particular la juventud ve imposible ese sueño.
Resolver el problema de raíz
Es necesario que tomemos en nuestras manos este problema y comenzar a dar respuestas concretas a la crisis habitacional: es posible. No podemos seguir beneficiando a las grandes inmobiliarias. La vivienda es un derecho fundamental, y hay que luchar para que se garantice. No es posible pagar un alquiler que se coma nuestro salario, debemos imponer un tope. Que el alquiler no supere el 20% del salario.
Hay que enfrentar a la especulación. No puede ser que en CABA haya más de 200 mil viviendas vacías y ni siquiera el 1% de estas se encuentren en alquiler. Esto obedece a la timba de los empresarios para manejar los precios de los inmuebles. Los castigados somos los trabajadores.
Hay que expropiar toda esa vivienda ociosa y ponerla a disposición de las familias que están en la calle. No se puede hacer negocio con un derecho básico. También hay que recuperar todos los terrenos que el Estado le cedió a la Iglesia y a las empresas privadas.
Por último es necesario un plan de obras públicas para generar empleo y construir viviendas populares a precio económico. Debe establecerse el control obrero de las obras para garantizar su cumplimiento en las mejores condiciones. Y expropiar los materiales de los grandes corralones, las cementeras y las siderúrgicas. Para poder hacer real la posibilidad de millones de familias de tener un techo propio.
Organizar la lucha por la vivienda
En 1907 se realizó una importante huelga de inquilinos en Buenos Aires, con reflejo en varias ciudades del país, en respuesta al aumento de los alquileres. En septiembre de ese año, los huelguistas eran más de 100 mil, y la cantidad de hogares que se negaban a pagar los precios abusivos eran más de 2 mil. Frente a los intentos de desalojo, los huelguistas echaban a la policía a los escobazos, o tiraban agua hirviendo. La policía reprimía durante el día, mientras la mayoría de los hombres se encontraban trabajando. Pero las mujeres y los niños/as se pusieron a la cabeza del enfrentamiento.
Tenemos que tomar ese ejemplo. Podemos organizar a los barrios contra los aumentos de alquiler. Debemos organizar la autodefensa contra los desalojos, los ejemplos son muchos, recuerden Guernica o localidades de La Matanza, o incluso en otras provincias. Nos tenemos que defender de la represión que todos los gobiernos llevan a cabo para cumplir con sus planes de negocio. ¡Nuestras vidas importan! ¡Por el derecho a una vivienda digna!
Siempre se habla, los políticos de siempre y hoy Javier Milei, de que no hay plata, que el Estado no puede gastar nada más, pero para pagar la estafa de la Deuda Pública, Interna y Externa sí hay plata. Y se paga fielmente como manda el FMI. Exigir el No Pago de la Deuda es indispensable, que ese dinero se destine, entre otras necesidades, para la construcción de viviendas populares y verdaderamente accesibles.
Pelear por una vivienda digna, es pelear por un derecho humano y no debemos, ni podemos resignarlo. Pero que todos/as tengamos un techo es un problema que no pudo ni podrá resolver el capitalismo. Mega-ciudades como Nueva York son el mayor ejemplo, donde hay cientos de miles de personas viviendo en la calle. Mal que le pese a Milei, solo tendrá solución con una revolución obrera que nos conduzca a una sociedad socialista