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Ana Maria Martínez: Confirmaron perpetua al genocida Jorge Norberto Apa

Finalmente, luego de 41 años de lucha ininterrumpida de amigos/as, familiares y compañeros/as de militancia del PST, la Cámara de Casación Penal ratificó con sentencia firme la condena a prisión perpetua del general Apa, por el asesinato de Ana María Martínez.

Apa había sido condenado en 2018 por el TOF Nº1 de San Martín, junto con otro genocida, el general Pascual Muñoz. Pero éste murió antes de confirmarse su condena.

Ana María había trabajado en varias fábricas de la zona norte del Gran Buenos Aires. Hacía varios años que militaba en el PST, tenía 31 y estaba embarazada cuando la secuestraron, a pasos de su casa, en Villa de Mayo. Sucedió el 4 de febrero de 1982. Días después se encontraba su cuerpo acribillado a balazos. El hecho tuvo una enorme repercusión nacional e internacional, fue tapa de la revista Gente y se escribieron notas en varios medios.

No obstante, obtener justicia significó una prolongada pelea que aun perdura. La exasperante lentitud en las causas de los represores de la Dictadura contrasta con la celeridad para juzgar y condenar a luchadores/as populares. En este caso, los policías que se infiltraron en el PST, como el actual fiscal general de Mar del Plata, Fabián Fernández Garello, parte de la patota del siniestro Etchecolatz en San Martín, todavía no fueron siquiera a juicio.

Debido a esa tardanza, la muerte llegó antes que el final del proceso judicial para tres infatigables impulsoras de la Comisión de amigos, familiares y compañeros de Ana María Martínez: Carmen Metrovich, cuñada de Ana María, Susana Zaldúa, integrante del PST y Margarita Bordón, también del PST y de nuestro PSTU en los últimos años. Tanto aquellos/as que militaron en el PST, como quienes nos consideramos herederos/as de esa tradición, tenemos el compromiso de continuar la lucha para que ninguno de los involucrados en el crimen de Ana María quede impune, por juicio y castigo para todos los genocidas de la Dictadura, por ponerlos tras las rejas de una cárcel común. Y de militar intransigentemente por la revolución obrera, socialista e internacional a la que Ana María ofrendó su vida.