ANTE LAS ELECCIONES DE LA UOM

Luego de ser aplazadas desde 2020 por la pandemia, entre el 7 y el 11 de marzo se realizarán elecciones para comisiones directivas de seccionales y congresales de la UOM; estos últimos, responsables de elegir al secretariado nacional.
En casi todas las seccionales, sólo se presenta la lista de los actuales dirigentes. En algunas se presentan listas opositoras. Se presentan como “lo nuevo”, y en algunas fábricas los compañeros tienen expectativas. Lamentablemente, es un nuevo engaño. Esas “listas opositoras” están manejadas por partidarios de Caló. En general, son miembros de las actuales conducciones que se enfrentan a sus examigos: después de años de perjudicar juntos a los obreros, ahora se disfrazan de “nuevos”. Es una pelea por el queso, por la utilización del sindicato para beneficio propio.
Ninguna de ellas dice una palabra contra Caló, ni explica cómo va a unir a las fábricas para pelear por el salario y las conquistas. Ninguna propone un gremio abierto, con asambleas por fábricas, congresos de delegados con mandatos. Ninguna se compromete a una lucha unificada de toda la seccional ante cualquier despido o ataque patronal. Son todos obedientes al gobierno, que prepara un ajuste tremendo a partir de su acuerdo con el FMI.
Es decir, ninguna de las listas que se presentan, en ninguna seccional, supone una alternativa a la política de los dirigentes nacionales del sindicato, que se ponen siempre del lado de los empresarios para garantizarles sus ganancias.
Por eso, en estas elecciones hay que mostrar el repudio a la dirigencia vendida a las patronales y los gobiernos de turno, votando en blanco o directamente no participando de esta farsa. Donde hay más de una lista, lo mismo: no podemos avalar a los que mañana nos volverán a traicionar.
Recuperar la UOM para los trabajadores
Hoy en día, casi ningún metalúrgico ganamos lo suficiente como para mantener a una familia, pese a que nuestro trabajo genera ganancias enormes. Pero el sindicato dirigido por Caló, que debería pelear por las necesidades de los trabajadores, lo único que hace es garantizar la “paz social”. Así nos obstaculiza resistir los ataques que año tras año van destruyendo nuestros derechos. Incluso presentan esos golpes a nuestro nivel de vida como algo positivo. Las declaraciones de Caló afirmando que el acuerdo del gobierno con el FMI nos sirve a los trabajadores y al país, son un ejemplo de esto.
Pero esta situación va más allá de la responsabilidad de un dirigente, por traidor que sea. Incluso va más allá del hecho de que el proyecto político que los jefes de la UOM defienden se basa en el sometimiento de la clase obrera a un sector de la patronal.
La dependencia de las cajas del Estado, la falta de transparencia en el manejo de los fondos de la obra social y el sindicato, la ausencia de democracia en congresos y paritarias, los dirigentes millonarios atornillados a sus cargos: son causas y consecuencias a la vez de que la UOM esté controlada por una camarilla de amigos de la patronal y socios de cada gobierno.
Por eso, más allá de sacar a Caló, necesitamos una nueva UOM, con secretarios nacionales elegidos por el voto directo de la base, con reclamos salariales, laborales y planes de lucha decididos a partir de las asambleas de fábrica que mandaten a delegados, con dirigentes que ganen lo mismo que un obrero y que luego de cada mandato vuelvan a su puesto de trabajo, con proporcionalidad de mujeres en cada organismo representativo.
Una UOM independiente del gobierno y el Estado, que obedezca sólo las decisiones de los trabajadores. Es decir, necesitamos una verdadera revolución que cambie completamente nuestra organización al servicio de la clase obrera. Un sindicato que nos una para triunfar, en lugar de dividirnos para facilitar que nos derroten, como es ahora.
Sobre todas las cosas, necesitamos que desde las bases seamos protagonistas de la vida política y sindical de nuestro gremio. Para romper las ataduras que nos impone esa camarilla de dirigentes de oficina, sus abogados y sus negociaciones a puertas cerradas. Necesitamos que con los compañeros enfrentemos directamente a la patronal en lugar de esperar que baje algún dirigente. Crear nuevos organismos para organizar, coordinar y solidarizarnos con esas luchas; allá donde los cuerpos de delegados, comisiones y seccionales se muestren insuficientes. Y coordinarnos en la lucha con las fábricas vecinas, unirnos para ser más fuertes. Las organizaciones sindicales, sus jerarquías y estatutos tienen que estar al servicio de los trabajadores y no al revés: si no pueden cumplir ese papel. tenemos que ejercer nuestro derecho a pasarlas por encima. Que cada compañero sepa que nuestra fuerza reside en nuestra unidad y nuestra lucha, y no en los despachos de los dirigentes.
Organicémonos desde abajo
Para lograr esto, el paso ineludible es organizarnos en cada fábrica, discutiendo con nuestros compañeros la forma de pelear, de coordinar con las que tengan representantes democráticos y combativos, y de dar apoyo permanente a las luchas en curso. También aprovechar las elecciones a cuerpos de delegados y comisiones internas para poner en ellas a luchadores que respondan a la voluntad de los compañeros, que promuevan su iniciativa y la acción directa.