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Ante los atentados en París

Francia vivió una de sus más dramáticas noches en muchos años. El terror tomó cuenta de París a partir de una serie de atentados suicidas realizados ocho puntos de la ciudad que, según el recuento parcial, dejaron al menos 127 muertos y más de 200 heridos, muchos de ellos en estado grave.

La mayoría murió acribillada en la sala de fiestas Bataclan, abarrotada de personas que presenciaban un concierto musical. Hubo otros ataques, con bombas y fusiles automáticos, en restaurantes aledaños y hasta en las inmediaciones del Estado de Francia, mientras se disputaba un juego amistoso de fútbol entre las selecciones de Francia y Alemania. Tras la explosión de uno de los “hombres-bomba”, la multitud que presenciaba este partido corrió aterrorizada y llegó a ocupar el terreno de juego. Ocho atacantes murieron al hacer estallar sus cinturones cargados con explosivos.

Estamos delante de uno de los mayores atentados terroristas en una capital europea en décadas. Este hecho es solo comparable con el ataque al metro de Madrid realizado el 11 de marzo de 2004, cuando Al Qaeda se atribuyó el asesinato de 191 personas y cerca de 2.000 heridos.

El presidente francés, François Hollande, respondió rápidamente con frases como “el combate [contra los terroristas] será sin piedad”; “Francia será implacable”. En tal sentido, su primeras medidas fueron la imposición del “estado de emergencia” en toda Francia y el anuncio del cierre total de fronteras. También ordenó la movilización del ejército, mandando inmediatamente más de 1.500 soldados a las calles, que se sumaron a los 7.000 que patrullan París permanentemente desde el atentado a la sede del semanario satírico Charlie Hebdo, perpetrado en enero de este año.

Pasada la madrugada, Hollande realizó nuevas declaraciones públicas desde el Elíseo y aseguró “no tener dudas” de que el responsable de los atentados sería el Estado Islámico: “Es un acto de guerra que ha sido cometido por ISIS -en sus siglas en inglés- contra los valores que defendemos”. El presidente galo, además, hizo alusión a que los terroristas habrían actuado mediante “cómplices dentro del país”.

Frente a estos hechos, expresamos:

  1. Nuestro completo repudio a los atentados que cobraron la vida de personas inocentes en París. Expresamos nuestra solidaridad con los heridos y con las familias de las víctimas fallecidas. Sentimos hondamente el dolor del pueblo parisino.
  2. El Estado Islámico ha asumido la autoría de los atentados. Esto no debe sorprender a nadie, pues se trata de un “partido-ejército” que defiende un programa teocrático ultrareaccionario y se vale de métodos fascistas para aterrorizar y esclavizar a poblaciones enteras en Siria e Irak. Este tipo de acciones, inscriptas en el llamado método del “terrorismo individual”, a más de uno podrían parecerle “antiimperialistas” por el hecho de haberse llevado a cabo en una importante capital como la francesa. Pero esto no es así. Estamos frente a una acción claramente reaccionaria, que será usada contra la clase trabajadora europea e inmigrante. En verdad, se trata de ataques a personas comunes, muchas de ellas trabajadoras. Es decir, no solo no están dirigidos contra los capitalistas ni “debilitan” a los Estados imperialistas sino que, contrariamente, los “fortalecen” –al menos por un tiempo–, pues ofrecen argumentos a los gobiernos para arremeter con una escalada represiva y reaccionaria contra las minorías étnicas, religiosas, o contra el movimiento obrero y la izquierda en general. En este caso, seguramente la ofensiva será contra los inmigrantes árabes, musulmanes y contra las decenas de miles de personas que llegan –o intentan llegar– en carácter de “refugiadas” desde Medio Oriente. La prensa burguesa intentará asociar, una vez más, el “islamismo” con el Estado Islámico, aunque tal comparación sea completamente falsa y absurda.
  1. Al mismo tiempo, el justo repudio al Estado Islámico y sus métodos no debe impedir condenar la enorme y asquerosa hipocresía de Hollande, el expresidente francés Nicolás Sarkozy, Obama, Merkel, etc., que tratan de embanderarse con una supuesta defensa de la “humanidad” y la “democracia” ante la “barbarie terrorista”, cuando han promovido terribles invasiones terrestres (como las de Irak y Afganistán) que causaron centenas de miles de muertos en Medio Oriente y actualmente encabezan bombardeos en Siria e Irak. Los gobiernos europeos y el de EEUU, por más que insistan en invocar la lucha “civilización” contra la “barbarie”, son los principales responsables por el salvaje terrorismo de Estado en todo Medio Oriente. La marcas de sus garras imperiales se remontan desde los siglos de colonialismo –en el caso de los franceses, por ejemplo, en Argelia- en la región, pasando por la imposición y el mantenimiento de dictaduras sangrientas –como la de Bashar Al-Assad, en Siria-, hasta llegar a los genocidios de poblaciones enteras a través de sus intervenciones militares, en la que también contamos la histórica limpieza étnica en Palestina. Por eso, es necesario rechazar categóricamente los métodos atroces del Estado Islámico, pero sin olvidar por un segundo, y mucho menos callar, que los más grandes terroristas de la historia humana son las potencias imperialistas.
  2. El cinismo de estos señores no tiene límites. La prensa internacional ya comienza a hablar del “11 de setiembre francés” y muchos plantean abiertamente impulsar una “guerra total contra el terrorismo” al estilo de George W. Bush. En este sentido, nos oponemos a todas las medidas represivas que Hollande anunció: estado de emergencia y más militarización. Ciertamente, esto será usado contra los inmigrantes que a duras penas intentan ganarse la vida en Francia y otros países europeos. El “cierre de las fronteras” está claramente asociado con la política de no acoger más “refugiados”, en momentos en que presenciamos la mayor onda migratoria en Europa desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Para aplicar todas estas medidas reaccionarias, Hollande y los demás gobiernos europeos se apoyarán en el inevitable fortalecimiento del clima de racismo y xenofobia que este tipo de atentados alimenta. Partidos de extrema derecha, al estilo Le Pen y otros, sin duda se cebarán en este clima para intentar responsabilizar y perseguir directamente los refugiados que huyen de la guerra en Siria y de otros países de Medio Oriente. La política de Hollande y el imperialismo europeo convoca a una supuesta “unidad nacional y internacional contra el terror”, pero alertamos que esta retórica pasa de ser una cortina de humo para atacar las libertades democráticas de los propios pueblos europeos y perseguir con saña a los inmigrantes y refugiados.
  1. La izquierda mundial, especialmente la europea, y todo el movimiento obrero, social y promotor de los DDHH debe rechazar en las calles el conjunto de estas medidas represivas y discriminatorias del gobierno francés, que el Estado Islámico, con sus métodos terroristas, mejoró las condiciones para que sean aplicadas.

¡Toda nuestra solidaridad con las víctimas y sus familias!

¡Abajo las medidas represivas de Hollande, facilitadas por la acción terrorista del Estado Islámico!

¡Contra cualquier tipo de xenofobia e “islamofobia”!

¡Asilo inmediato e irrestricto a todos los refugiados que llegan a Francia y a Europa!

Secretariado Internacional. São Paulo, 14 de noviembre de 2015


¿Quién es responsable?

El culpable es el Estado Islámico, una organización militar ultra reaccionaria con los métodos fascistas del terror contra la población de los territorios controlados y que organiza los ataques contra la gente común en otros países.

El culpable es Assad que bombardeando –hasta borrar de la tierra ciudades enteras sirias– al pueblo que se rebeló contra él creó un espacio para el crecimiento del EI. Assad complace al EI porque se beneficia de la guerra que hace este contra los rebeldes, y al mismo tiempo obtiene oportunidades de convencer el imperialismo “para luchar contra el terrorismo”, devolviéndole así el apoyo político retirado después de la explosión de la revolución. La coexistencia de Assad con el EI llega hasta los acuerdos en el terreno energético, que le permiten obtener los hidrocarburos de los yacimientos controlados por el EI en el Este para las centrales eléctricas controladas por el régimen en el Oeste.
El culpable es Putin, cuyos aviones bombardean antes de todo a los rebeldes que militan contra el EI y contra Assad. Con el mismo objetivo, Putin siempre armó al régimen sirio. En caso de que Putin no consiguiese salvar a Assad, lo más probable es que los sirios levantados contra la dictadura ya hubieran acabado con ella y con el EI, que tendría pocas posibilidades para desarrollarse hasta su situación actual, lo que fue posible solo gracias al debilitamiento de la revolución bajo los golpes de Assad. De la misma manera, el culpable es el régimen iraní que también apoya a Assad.

Las culpables son las dictaduras de Arabia Saudita y de los países del Golfo Pérsico para quien la existencia “razonable” del EI da una oportunidad para disputar sus intereses geopolíticos regionales y negociar con el imperialismo.
El culpable es el gobierno turco que aterroriza a los kurdos que combaten al EI pero reciben en la espalda las balas de Erdogan, que no tiene ninguna posibilidad de que el genocidio efectuado por EI le ayude a “resolver” el “problema kurdo”.

Los más responsables son los Estados imperialistas occidentales, incluido Francia, que devastan económicamente y oprimen a los pueblos de África y Medio Oriente a través de sus multinacionales, la deuda externa, las intervenciones militares y el apoyo a las dictaduras que garantizan la “estabilidad” del control imperialista –como lo hicieron con Ben Ali en Túnez, con Mubarak en Egipto, y con Gadafi en Libia y Assad en Siria, hasta que los pueblos de estos países no dejasen de rebelarse contra ellos. (…)
Los culpables son los gobiernos de todos los países que hablan hoy sobre la “guerra contra el EI” pero que nunca tuvieron prisa por entregar las armas necesarias para la gente que en verdad combate al EI y la dictadura de Assad en el terreno: los rebeldes sirios y kurdos. Como el caso Hollande que si no vendiese armas a Arabia Saudita, apoyando este régimen ultra reaccionario y los lucros de los productores de armas franceses, y las entregara a los rebeldes sirios y kurdos, lo más probable sería que ya no existiese el EI ni la dictadura de Assad. Pero los gobiernos imperialistas no lo hacen porque ven el peligro principal no en el EI o en Assad sino en el pueblo sirio levantado, que si hubiese acabado con el EI y la dictadura no querría aguantar el control imperialista de nuevo y comenzaría con las mismas armas a defender su país, lo que no conviene para nada al imperialismo.(…)
Como resultado, en los atentados parisinos los franceses comunes pagan por la política externa e interna de su gobierno (y la de los gobiernos anteriores), llevada por los intereses de capital financiero francés. Hollande y toda la elite burguesa francesa tienen una responsabilidad directa por la trágica muerte de la gente en las calles de la capital francesa.