Los congresos de la CGT son más parecidos a escenas de la serie “Juego de Tronos” o de la película “El Padrino”, que a lo que correspondería a una organización para la defensa de los trabajadores. En lugar de ver a los más destacados activistas obreros, en esas sesiones siempre abundaron multimillonarios dirigentes adeptos a los manejos mafiosos, aliados al poder político y económico, cuyos principales desacuerdos políticos por lo general era sobre si seguir simulando ser representantes de los trabajadores frente a la patronal, o sincerar su representación de la patronal frente a los trabajadores.
De tales congresos sólo se puede esperar que se refuerce el rol entregador de la CGT, que hace que año tras año vayamos perdiendo cada vez más derechos. Y este congreso no va a ser la excepción.
Un congreso para enfrentar el ajuste
Los trabajadores estamos sufriendo un ataque económico bestial, cuya brutalidad se debe no sólo a la fuerza o al extremismo del Gobierno, sino a la desorganización de la resistencia obrera y popular, y a la pasividad de los grandes sindicatos.
Por esa razón, necesitamos que el congreso de la CGT vote un plan de lucha, dándole continuidad a esa histórica movilización del 29 de abril. Organizar movilizaciones, piquetes, huelgas o lo que sea necesario para conseguir salario igual a la canasta familiar y que aumente según la inflación. Igual trabajo, igual salario para todas las compañeras y compañeros, terminar con los contratos basura y el fraude laboral, y defender nuestros puestos de trabajo contra los despidos y suspensiones.
Pero para que ese plan pueda ser no sólo votado sino cumplido, es necesario que los congresales de la CGT sean elegidos por la base; en asambleas con mandatos que reflejen las necesidades y las decisiones de todos los trabajadores. Sólo de esa manera puede garantizarse que este congreso esté al servicio de las bases obreras y no de los negociados de los dirigentes.
Notas complementarias: